?A¨²n podemos entendernos?
Hace unos d¨ªas Jordi Pujol pronunci¨® una conferencia sobre las relaciones entre Catalu?a y Espa?a. No asist¨ª a ella, pero la he le¨ªdo con inter¨¦s, ya que tuvo la amabilidad de hacerme llegar el texto. El pasado viernes Felipe Gonz¨¢lez y Miquel Roca presentaron un libro con este t¨ªtulo, en el que Llu¨ªs Bassets recoge una l¨²cida charla entre ambos sobre el tema. Asist¨ª al acto y, dado que yo tambi¨¦n he escrito recientemente algunos art¨ªculos al respecto, me han interesado mucho estas tres aportaciones. En primer lugar, porque se trata de tres personas que, adem¨¢s de amigos, forman parte de la generaci¨®n que vivi¨® y protagoniz¨® -ellos mucho m¨¢s que yo- los a?os de la transici¨®n. Pero sobre todo porque, con las l¨®gicas diferencias, encuentro una gran cantidad de puntos de coincidencia entre los tres, puntos en los que, adem¨¢s, coincide mi pensamiento.
La incomprensi¨®n hacia Catalu?a ha crecido tanto como la desafecci¨®n de los catalanes hacia Espa?a
Resumo en tres frases mis reflexiones previas, reforzadas despu¨¦s de escucharles. 1. Es perjudicial para Catalu?a y para Espa?a no llegar a entendernos. 2. Es cada vez m¨¢s dif¨ªcil poder entendernos. 3. ?Qu¨¦ es lo que ha ocurrido y qu¨¦ se hace tan dif¨ªcil?
1. Primera coincidencia: El proyecto de una Catalu?a respetada en su identidad y autogobernada, integrada en un marco espa?ol pluralista y descentralizado, que a su vez la inserte con fuerza en Europa, es el proyecto con m¨¢s potencialidad de progreso futuro, tanto para Catalu?a como para Espa?a. Con matices, este ha sido durante muchos a?os el proyecto compartido por una parte mayoritaria de la sociedad catalana (representada pol¨ªticamente por CiU, el PSC y el PSUC y sus herederos). A favor de este proyecto hemos trabajado durante muchos a?os, junto con decenas y decenas de dirigentes pol¨ªticos catalanes y espa?oles, y creo que con el asentimiento de millones de ciudadanos. Ahora nos preguntamos seriamente los cuatro si este proyecto sigue siendo posible.
2. Hay gran coincidencia en que el proyecto est¨¢ actualmente en crisis. Muchos acontecimientos de los ¨²ltimos a?os han conducido a esta crisis, que ha alcanzado su punto m¨¢s ¨¢lgido en la negociaci¨®n del nuevo acuerdo de financiaci¨®n, en la tramitaci¨®n del nuevo Estatuto, en el recurso del PP, y sobre todo, en la letra -y a¨²n m¨¢s en la m¨²sica- de la sentencia del Tribunal Constitucional. Esta crisis es un problema para Catalu?a, pero lo es a¨²n m¨¢s para la estabilidad de la democracia espa?ola, ya que supone un gran retroceso en lo que signific¨® la transici¨®n a la democracia y abre la necesidad de un nuevo pacto. Si alguien piensa que se ha cerrado la etapa auton¨®mica, se ha cerrado en falso y ello solo puede generar inestabilidad y enfrentamiento.
3. Me permito apuntar tres condicionantes que, de no resolverse, pueden hacer imposible el entendimiento.
El primero, sociol¨®gico: parece que exista una creciente incapacidad entre los dirigentes pol¨ªticos para el di¨¢logo y el acuerdo. Esto ocurre, no solamente en este tema, sino en todos. ?Es comprensible que con la gravedad de la crisis econ¨®mica actual, se opte por la confrontaci¨®n en lugar del pacto? ?Se puede entender la utilizaci¨®n de ETA como tema de desgaste y de lucha pol¨ªtica, en lugar de una acci¨®n com¨²n de los dem¨®cratas contra el terrorismo? Si persiste esta actitud pol¨ªtica, reforzada por algunos medios de comunicaci¨®n, no podremos entendernos. Todos los partidos est¨¢n obligados a reflexionar.
El segundo es sentimental: el grado de incomprensi¨®n hacia Catalu?a ha crecido mucho, como lo ha hecho la desafecci¨®n de los catalanes hacia Espa?a. Y tanto una como otra se alimentan en una ocultaci¨®n de la realidad que genera sentimientos enfrentados, fruto de la falsedad sobre lo que ocurre realmente en nuestras respectivas tierras. Los que conocemos un poco ambas sociedades, sabemos que, siendo distintas, son muy diferentes de lo que algunos pol¨ªticos y muchos medios cuentan de la otra.
Y el tercero es claramente pol¨ªtico. Una parte importante de la clase pol¨ªtica espa?ola acept¨® la democracia, pero solo acept¨® a rega?adientes el Estado auton¨®mico. Ahora, una vez desaparecido el fantasma del franquismo, intentan una regresi¨®n. Y una parte de la clase pol¨ªtica catalana no se siente c¨®moda en este Estado y piensa que hay que ir m¨¢s all¨¢. Ambos tienen todo el derecho y la legitimidad para pensar as¨ª, pero ambos tienen mucho que ver con la dificultad del di¨¢logo.
?Podemos entendernos? Deber¨ªamos poder...
Joan Maj¨® es ingeniero y exministro.
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