Es leg¨ªtimo disparar al jefe de tus enemigos
La decisi¨®n de Obama, el fr¨ªo estratega, acab¨® con la temporada de las tonter¨ªas en EE UU
El domingo por la noche hab¨ªa escrito un art¨ªculo sobre Donald Trump que estaba revisando para enviar a EL PA?S, cuando las cadenas de televisi¨®n anunciaron que hab¨ªan matado a Osama Bin Laden. A diferencia de muchos amigos m¨ªos (que son vagamente de centro-izquierda), yo me tomo muy en serio a los "payasos" pol¨ªticos como Trump. Tal vez sea por mis recuerdos infantiles de la Segunda Guerra Mundial, cuando los intelectuales se re¨ªan de los "payasos" hasta que se dieron cuenta, demasiado tarde. Al menos, Sarah Palin, obsesionada con el lugar de nacimiento de Obama -es decir, lo que se denomina una birther- y reina del movimiento del Tea Party, tiene un l¨ªmite geogr¨¢fico, porque su h¨¢bitat est¨¢ en el sur y el suroeste de Estados Unidos. En cambio, Trump no tiene ese l¨ªmite; cuenta con seguidores entre los miembros del Tea Party por afirmar que Obama no hab¨ªa nacido en Estados Unidos (?No puede ser! ?Un negro en la presidencia!). Y en contraste con Sarah Palin, tiene una presencia destacada en los medios de comunicaci¨®n y se codea con el dinero de la costa este. En los a?os ochenta aprendi¨® dos lecciones fundamentales: no importa cu¨¢nto dinero se pierde (Trump ha perdido mucho) mientras sea una GRAN p¨¦rdida. No hay ni bueno ni malo, solo GRANDE.
Si el equipo de Bush pose¨ªa datos valiosos sobre Bin Laden, no se entiende que anulara tan pronto la orden de busca
En el mundillo de los nuevos ricos de los a?os ochenta, Trump y su primera mujer, Ivana, quisieron llenar un vac¨ªo y se convirtieron en l¨ªderes de aquel grupo. Ahora, Trump estaba utilizando la misma t¨¢ctica en la pol¨ªtica. El Tea Party ha creado un vac¨ªo en el Partido Republicano normal, que pr¨¢cticamente ha dejado de existir. Y Trump se apresur¨® a saltar al ruedo, esta vez un ruedo pol¨ªtico. Le falt¨® tiempo para presumir de ser quien hab¨ªa conseguido arrinconar a Obama, al obligarle a mostrar de nuevo, esta vez por televisi¨®n, su certificado de nacimiento. De la noche a la ma?ana, Trump se puso en cabeza de las encuestas sobre el candidato republicano a la presidencia. De pronto, adem¨¢s de poner en duda el lugar de nacimiento de Obama, empez¨® a insinuar que era una especie de esp¨ªa salido de la prof¨¦tica novela de Philip Roth La mancha humana. Se dedic¨® a preguntar: ?alguien hab¨ªa visto alguna vez a Obama en Columbia? ?Y en Harvard? ?C¨®mo hab¨ªa llegado a estar en la redacci¨®n de la Harvard Law Review? Trump encarna lo que el destacado historiador Richard Hofstadter, hace mucho, llam¨® el estilo paranoico de la pol¨ªtica estadounidense, que es una mezcla de histeria, desconfianza y racismo. El millonario atac¨® las leyes de discriminaci¨®n positiva, que transformaron las universidades de Estados Unidos en la mezcla multicultural que son hoy y que significan que los hijos de los poderosos no tienen ya asegurada autom¨¢ticamente una plaza en los centros acad¨¦micos m¨¢s selectos.
Sin embargo, el domingo por la noche, el relato cambi¨®. Obama, el fr¨ªo estratega -y la estrategia es lo que se le da mejor-, hab¨ªa separado a los ni?os de los hombres: Bin Laden estaba muerto y las locuras de Trump quedaban como lo que los periodistas est¨¢n llamando una temporada de tonter¨ªas. Ahora, para centrarme en el problema fundamental planteado por EL PA?S, qu¨¦ aspectos morales y legales tiene la muerte de Bin Laden, quiero dejar una cosa clara: me opongo por completo a todas las formas de tortura, incluido el waterboarding (ahogamiento simulado), que me parece una salvajada. La cuesti¨®n del waterboarding la plantearon el lunes varios miembros aguafiestas del Gobierno de Bush -Rumsfeld y Cheney-, que ahora quieren arrogarse el m¨¦rito de haber encontrado a Bin Laden gracias, seg¨²n dicen, a los ¨¦xitos conseguidos con el empleo leg¨ªtimo de dicha t¨¦cnica. Pero los "m¨¦todos reforzados" como el ahogamiento simulado fueron declarados ilegales hace a?os, y no me parece posible que unas pizcas de informaci¨®n recibidas tal vez en 2002, como presumen Rumsfeld y Cheney, hubieran esperado a 2011 para mostrar alguna utilidad. Todav¨ªa no conocemos la verdadera secuencia de acontecimientos, que se desarroll¨® durante un periodo de casi 10 a?os, y desde luego no se explica por qu¨¦, si el equipo de Bush estaba en posesi¨®n de un dato tan valioso, anul¨® de pronto la orden de busca y captura de Bin Laden, con el argumento de que ya no era un objetivo importante.
?Fue legal matar a Bin Laden? Seg¨²n las leyes, es leg¨ªtimo disparar al jefe de tus enemigos, y Bin Laden era el l¨ªder de Al Qaeda y hab¨ªa ordenado personalmente los atentados del 11-S. El hecho de que el ataque contra Bin Laden se llevara a cabo con un n¨²mero m¨ªnimo de soldados de las fuerzas especiales de la Marina en helic¨®pteros y casi sin bajas es asombroso. Compar¨¦moslo con la destrucci¨®n causada por las bombas en numerosos pa¨ªses, entre ellos Libia e Irak: desde luego, a Obama le habr¨ªa costado mucho menos ordenar el bombardeo de la mansi¨®n de Bin Laden que la arriesgada operaci¨®n de las fuerzas especiales, pero las p¨¦rdidas de vidas humanas habr¨ªan sido enormes.
Y en cuanto a la incursi¨®n sin anunciar en Pakist¨¢n, ni las personas ni los Gobiernos tienen la obligaci¨®n de ser masoquistas. Si Obama hubiera informado a Pakist¨¢n de sus planes, habr¨ªa sido una misi¨®n suicida. Nuestro problema con Pakist¨¢n es muy grave. Les necesitamos. Nos traicionan. Todav¨ªa no hemos decidido qu¨¦ hacer al respecto. -
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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