Fulgor y ca¨ªda de Bin Laden

Algunos paquistan¨ªes cuentan que Osama Bin Laden hab¨ªa entregado una peque?a pistola con dos cartuchos a uno de sus guardaespaldas con la orden de que le matara si corr¨ªa el riesgo de caer en manos del enemigo. El propio l¨ªder de Al Qaeda declar¨® en varias ocasiones su deseo de convertirse en m¨¢rtir. Eso era en sus tiempos de gloria, cuando todav¨ªa pod¨ªa conceder entrevistas y las mujeres de Jamaat-e-Islami inundaban las calles de Rawalpindi en su defensa. Llegado su momento de la verdad, no hubo tiempo para gestos heroicos y apenas unos cientos de simpatizantes han acudido a los funerales en su memoria.

El hombre m¨¢s buscado del mundo hac¨ªa ya tiempo que hab¨ªa perdido relevancia ideol¨®gica. En gran medida, Bin Laden fue v¨ªctima de su propio ¨¦xito. Nada refleja mejor ese cambio que sus guardaespaldas. Frente a las decenas de yihadistas armados que le proteg¨ªan en v¨ªsperas del 11-S, apenas dos fieles le acompa?aban en la madrugada del pasado lunes cuando los Seals [equipos especiales de Mar-Aire-Tierra] se descolgaron sobre la finca de la ciudad de Abbottabad en la que se escond¨ªa.

M¨¢s que un ataque a gran escala, los expertos temen a espont¨¢neos o peque?os grupos que act¨²en sobre la marcha

Delegaciones del Banco Mundial, el FMI y otros organismos han cancelado visitas previstas a Pakist¨¢n

Los salafistas saben que la lucha contra "jud¨ªos y cruzados" ha matado a m¨¢s musulmanes que norteamericanos

Nadie se atreve a escribir el epitafio de Al Qaeda, pero el extremismo religioso ha pasado a ser m¨¢s social que pol¨ªtico

En el interregno, una vida rocambolesca que empez¨® cuando el saud¨ª entr¨® en contacto con la guerra que los afganos libraban contra la invasi¨®n sovi¨¦tica durante los a?os ochenta del siglo pasado. Fue all¨ª donde conoci¨® a varios dirigentes islamistas con los que a finales de esa d¨¦cada fund¨® Al Qaeda (literalmente, La Base) como una especie de paraguas para coordinar actividades, y cuya ideolog¨ªa salafista (una versi¨®n extremadamente rigorista del islam que muchos musulmanes consideran una desviaci¨®n) justificar¨¢ m¨¢s tarde sus acciones terroristas.

El hecho de que EE UU apoyara aquella batalla contra el comunismo ha llevado a algunos autores a afirmar que Bin Laden fue una creaci¨®n de la CIA. Nunca se ha probado que existiera contacto directo. De hecho, los estadounidenses gestionaban todas sus relaciones con los afganos a trav¨¦s de los servicios secretos paquistan¨ªes. Pero no cabe duda de que en aquel momento EE UU y el que con el tiempo se convertir¨ªa en su enemigo n¨²mero uno estaban en la misma trinchera. La retirada sovi¨¦tica de Afganist¨¢n en 1989 fue asumida como un triunfo propio por los muyahidin (literalmente, los que hacen la yihad, los guerreros santos). Pero no fue hasta un a?o despu¨¦s cuando Bin Laden vio la posibilidad de transformar esa energ¨ªa en un ej¨¦rcito capaz de liberar al mundo isl¨¢mico de su dependencia de Occidente y devolverlo a un pasado de pureza que solo exist¨ªa en su imaginaci¨®n. El desencadenante fue la ocupaci¨®n iraqu¨ª de Kuwait y el recurso del rey Fahd de Arabia Saud¨ª a EE UU para que frenara el previsible avance de las tropas de Sadam hacia su pa¨ªs.

Bin Laden se ofreci¨® a reclutar a los excombatientes de la yihad afgana para evitar que soldados infieles pisaran la cuna del islam. La familia real saud¨ª rechaz¨® la sugerencia. Empez¨® entonces un enfrentamiento ideol¨®gico y verbal que terminar¨ªa con Bin Laden refugiado en Sud¨¢n y, a partir de 1994, desprovisto de la nacionalidad saud¨ª.

Los servicios de espionaje de EE UU fechan su primera acci¨®n terrorista el 29 de diciembre de 1992 en Ad¨¦n, pero son los atentados simult¨¢neos contra las embajadas de EE UU en Kenia y Tanzania en 1998 los que revelaron la existencia de Al Qaeda a la opini¨®n p¨²blica mundial e inauguraron un nuevo tipo de terrorismo sin fronteras. Al menos 250 personas resultaron muertas. La prensa descubri¨® entonces que, seis meses antes, Bin Laden y el l¨ªder de la Yihad Isl¨¢mica egipcia, Ayman al Zawahiri, hab¨ªan unido sus fuerzas en el Frente Mundial Isl¨¢mico para la Yihad contra los Jud¨ªos y los Cruzados y firmado una fetua que declaraba el asesinato de estadounidenses y sus aliados "un deber individual de cada musulm¨¢n" para liberar las mezquitas de Jerusal¨¦n y La Meca.

Documentos estadounidenses recientemente desclasificados y colgados en la p¨¢gina del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington el pasado d¨ªa 2 tipifican a Bin Laden como "uno de los m¨¢s significativos financiadores de actividades terroristas isl¨¢micas en el mundo" ya en 1996. Ese a?o, el saud¨ª se ve obligado a salir de Sud¨¢n y se refugia en Afganist¨¢n, donde logra la protecci¨®n de los talibanes a cambio de financiarlos. Desde entonces hasta los ominosos atentados de 2001 en Nueva York y Washington, Bin Laden tiene la libertad y el tiempo para crear una red de relaciones entre grupos militantes islamistas dispares desde Egipto hasta Filipinas y desde Chechenia hasta Yemen. Con anterioridad, nunca se hab¨ªa atribuido o aceptado la responsabilidad de los atentados que apadrina. Sin embargo, un v¨ªdeo encontrado en Kandahar, la capital del sur de Afganist¨¢n, tras la llegada de las tropas estadounidenses un par de meses despu¨¦s, muestra su satisfacci¨®n por el horror que ha creado el choque de los aviones contra el World Trade Center en Nueva York y el Pent¨¢gono en Washington. Las v¨ªctimas ya no se cuentan por cientos, sino por miles.

Pero su mayor ¨¦xito publicitario y medi¨¢tico se transform¨® tambi¨¦n en el inicio de su ca¨ªda. Su ¨²ltima aparici¨®n p¨²blica se remonta al 10 de noviembre de 2001, cuando la presi¨®n de las fuerzas norteamericanas le llev¨® a esconderse en las monta?as de Tora Bora. Poco a poco, sus videomensajes se fueron espaciando hasta que, a partir de octubre de 2004, un largo silencio dio lugar a especulaciones sobre su muerte. Significativamente, su primera grabaci¨®n de audio, 15 meses despu¨¦s, coincide con la fecha en la que ahora se ha sabido que se traslad¨® al caser¨®n de Abbottabad donde ha encontrado la muerte.

Aunque la documentaci¨®n hallada en su domicilio parece desmentir que las limitaciones para comunicarse le hubieran relegado a un papel simb¨®lico en Al Qaeda, la propia organizaci¨®n estaba perdiendo terreno. Por un lado, los esfuerzos en la lucha antiterrorista no solo de EE UU y Europa, sino tambi¨¦n de los pa¨ªses isl¨¢micos, han ido debilitando sus estructuras y las de grupos terroristas afiliados con ella.

Por otro, a medida que fue ganando influencia en Afganist¨¢n, Irak, las zonas tribales de Pakist¨¢n y otros lugares del mundo isl¨¢mico, tambi¨¦n fueron creciendo sus enemigos. Incluso los que comparten la ideolog¨ªa salafista que predican han llegado a la conclusi¨®n de que su "lucha contra los jud¨ªos y los cruzados" ha matado a m¨¢s musulmanes que norteamericanos.

M¨¢s importante a¨²n. Como se?ala el acad¨¦mico John Esposito, "aunque los grupos terroristas son capaces de atraer y reclutar entre peque?as bolsas de musulmanes, han fracasado en inspirar un movimiento de masas o en derribar Gobiernos opresivos". Este fiasco se ha hecho especialmente evidente en los ¨²ltimos meses con la llamada primavera ¨¢rabe. Las revueltas populares han logrado un cambio de r¨¦gimen en T¨²nez y Egipto, y con distintos grados de intensidad, y casi siempre de forma pac¨ªfica, est¨¢n exigiendo cambios democr¨¢ticos en el resto de la regi¨®n.

La mayor¨ªa de los analistas coinciden en que Bin Laden hab¨ªa perdido su popularidad en el mundo ¨¢rabe. De ah¨ª la destacada ausencia de reacciones a su muerte en las calles de El Cairo, Casablanca o San¨¢. Ni siquiera el lanzamiento de su cad¨¢ver al mar, que diversos ulemas han considerado no conforme con el islam, ha generado protestas significativas.

"La muerte de Bin Laden no significa gran cosa para los ¨¢rabes con todas estas revoluciones que se han producido y que han dado lugar a nuevos dirigentes sobre el terreno", declara el analista egipcio Diaa Rachwane, citado por la agencia France Presse. Para este experto en movimientos islamistas, su desaparici¨®n se?ala el fin de una ¨¦poca y sirve "para pasar la p¨¢gina de la violencia armada" que tomaba como objetivo a civiles de una forma indiscriminada.

De hecho, hace ya tiempo que las actividades de la red de Al Qaeda se hab¨ªan desplazado a la periferia de esa regi¨®n que se extiende entre el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el golfo P¨¦rsico. M¨¢s all¨¢ del nivel de control que Bin Laden ejerciera sobre ellos, a su muerte los principales focos activos de su multinacional del terror son Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga (AQPA, nacida de la fusi¨®n de las ramas yemen¨ª y saud¨ª), con sede en Yemen; Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico, que opera en Argelia, Marruecos, Mal¨ª y Mauritania; los m¨²ltiples grupos yihadistas que operan en la frontera entre Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, adem¨¢s de los talibanes paquistan¨ªes y los Shabaab de Somalia.

Solo un responsable local de AQPA ha jurado vengar la muerte del fundador de la red, cuyo liderazgo se espera que herede el egipcio Al Zawahiri, virtual n¨²mero dos de Bin Laden y el verdadero ide¨®logo, a decir de algunos estudiosos.

Aunque los partidarios de la v¨ªa terrorista se hayan reducido considerablemente, eso no significa que no cuente a¨²n con defensores. El propio presidente de EE UU, Barack Obama, lo ha admitido. "No hay duda de que Al Qaeda continuar¨¢ sus ataques contra nosotros. Debemos, y lo haremos, permanecer vigilantes dentro y fuera de nuestro pa¨ªs", se?al¨® durante la intervenci¨®n en la que anunci¨® la operaci¨®n que acab¨® con la vida de Bin Laden.

La posibilidad de una acci¨®n de venganza por parte de sus secuaces ha puesto en alerta a la mayor¨ªa de los pa¨ªses. Las embajadas y multinacionales en pa¨ªses sensibles han intensificado discretamente sus medidas de seguridad. Las sedes de algunos organismos internacionales, as¨ª como lugares simb¨®licos, tambi¨¦n est¨¢n sometidos a una mayor vigilancia. En el caso de Pakist¨¢n, donde se llev¨® a cabo la acci¨®n de los comandos norteamericanos, se ha sabido que delegaciones del Banco Mundial, el Banco Asi¨¢tico de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional han cancelado las visitas que ten¨ªan previstas.

Hay consenso entre los observadores pol¨ªticos en que la supervivencia de la ideolog¨ªa yihadista significa que se mantiene la amenaza de atentados. Aun as¨ª, ese riesgo gen¨¦rico no debiera llevar a la paranoia. Tal como ha explicado la empresa de an¨¢lisis y pron¨®stico Stratfor, "hab¨ªa yihadistas planeando ataques contra EE UU antes de la muerte de Bin Laden y hay yihadistas planeando ataques hoy". Su vicepresidente de informaci¨®n t¨¢ctica, Scott Stewart, considera que "la idea de que Al Qaeda o una de sus franquicias regionales tiene alg¨²n tipo de superataque listo para activar tras la muerte de Bin Laden simplemente no es l¨®gica". El riesgo de que sea descubierto ser¨ªa muy elevado.

El peligro, se?alan los expertos, procede m¨¢s de la posibilidad de que alg¨²n espont¨¢neo o peque?o grupo imbuido de su ideolog¨ªa act¨²e sobre la marcha. Y eso es algo que requiere una estructura log¨ªstica de la que carece la mayor¨ªa. "La decapitaci¨®n puede que lleve inicialmente a un aumento de los ataques de represalia, pero a largo plazo el impacto de la muerte de Bin Laden tal vez no se registre en la escala Richter", interpreta Mahir Ali, columnista del diario Dawn de Pakist¨¢n.

El antes mencionado Atwan no descarta "el peligro de que la Al Qaeda post-Bin Laden emerja a¨²n m¨¢s radical y unida con m¨¢s fuerza bajo la bandera de un m¨¢rtir ic¨®nico". Por ahora no hay signos de ello y aunque nadie se atreve a escribir el epitafio de la organizaci¨®n, el extremismo religioso que la alimentaba ha pasado a tener un car¨¢cter m¨¢s social que pol¨ªtico. La posibilidad de que los islamistas encuentren v¨ªas de participaci¨®n pol¨ªtica en los nuevos reg¨ªmenes que est¨¢n alumbrando algunos pa¨ªses ¨¢rabes tal vez constituya el mejor ant¨ªdoto contra su radicalizaci¨®n. A¨²n es pronto para saberlo.

De momento, las muestras de alegr¨ªa que desat¨® en Nueva York la noticia de la muerte del temido terrorista no han tenido un contrapunto significativo entre sus seguidores. En los foros de Internet donde se dan cita los simpatizantes de Al Qaeda, algunos celebraron que Bin Laden hubiera alcanzado el martirio, mientras que otros dec¨ªan rezar para que no fuera cierto.

"Si es verdad, debemos agradecer a Dios que Estados Unidos no pudiera capturarle vivo", se le¨ªa en un post en el que tambi¨¦n se hac¨ªa referencia al humillante v¨ªdeo difundido tras la captura de Sadam Husein en el que se mostraba al dictador iraqu¨ª durante un examen m¨¦dico.

Tambi¨¦n son numerosos los que, a falta de esa prueba gr¨¢fica definitiva, se muestran esc¨¦pticos con el relato estadounidense y esperan que se confirmen las primeras noticias de Al Qaeda sobre el reconocimiento de la desaparici¨®n de su l¨ªder. En un submundo plagado de teor¨ªas conspiratorias, para estos siempre quedar¨¢ el recurso de atribuir la bala que al parecer le destroz¨® el cerebro a la peque?a pistola que Bin Laden supuestamente entreg¨® a su guardaespaldas. Para su mentalidad, que el enemigo norteamericano sea el que ha eliminado f¨ªsicamente a su jefe es la peor de las hip¨®tesis.