La burbuja de los museos
Si un hipot¨¦tico contador se hubiese puesto en marcha el pasado 1 de enero, a d¨ªa de hoy la suma de museos inaugurados (o reinaugurados tras ampliaciones y/o remodelaciones) ascender¨ªa a 15 aproximadamente: El Carmen Thyssen (M¨¢laga), Embarcadero (C¨¢ceres), Museo de las Ideas (Barcelona), el Arqueol¨®gico de Asturias (Oviedo), el IAACC Pablo Serrano (Zaragoza), el de Arte Contempor¨¢neo de Alicante, el Museo de la Ciudad de Alicante (MUSA), el Severo Ochoa (Luarca), Museo de la Fundaci¨®n Antonio Pedrera (Orihuela), Museo de Nerja, Museo San Telmo (San Sebasti¨¢n), Museo El Greco (Toledo), Museo Arqueol¨®gico de C¨®rdoba. Sin contar con otros inaugurados unos meses antes como el Centro de Artes Visuales de la Fundaci¨®n Helga de Alvear (C¨¢ceres) o el Museo de la Evoluci¨®n (Burgos) o megacentros culturales como el Niemeyer (Avil¨¦s) y la Cidade da Cultura (Santiago).
La bonanza econ¨®mica dio lugar a una nueva generaci¨®n de museos que se construyeron para regenerar las ciudades
Los edificios muse¨ªsticos ten¨ªan que desplegar formas espectaculares, y si las rubricaban arquitectos de renombre, mejor
Es in¨²til buscar estad¨ªsticas o fantasear con algo similar a un censo de museos. No existe. El Ministerio de Cultura asegura que su Directorio de Museos de Espa?a "pretende" recoger la existencia de todos y cada uno de ellos pero, insisten, su listado, integrado por "m¨¢s de mil" centros, no es ni mucho menos exhaustivo. Con todo, y sin el reconfortante apoyo de las cifras, s¨ª que es posible concluir que las constantes aperturas de nuevos espacios culturales forman parte de la rutina informativa. El 18 de mayo es el D¨ªa Internacional de los Museos y aprovechando la efem¨¦ride nos preguntamos: ?hasta cu¨¢ndo va a seguir vigente esta museificaci¨®n? ?Hasta cu¨¢ndo puede seguir aumentando esta cartograf¨ªa cultural?
"La Cidade da Cultura de Santiago representa el fin de una ¨¦poca. Es el ¨²ltimo dinosaurio de un periodo en el que los contenedores culturales han sido el recurso f¨¢cil para aquellos que no sab¨ªan qu¨¦ pod¨ªa abarcar la pol¨ªtica cultural de la era de las burbujas", afirma categ¨®rico Pau Rausell, director del ¨¢rea de investigaci¨®n en Econom¨ªa Aplicada a la Cultura de la Universidad de Valencia. "Desde mediados de los a?os ochenta, recordemos el IVAM, el Centro Galego de Arte Contempor¨¢nea o el Centro Atl¨¢ntico de Arte Moderno, los museos se convirtieron en una ocurrencia aceptable para una clase pol¨ªtica que estaba interesada en otras cosas y para la que la pol¨ªtica cultural era la dimensi¨®n ornamental de la acci¨®n".
La bonanza econ¨®mica dio lugar a una nueva generaci¨®n de museos que se construyeron para regenerar las ciudades, atraer al viajero y procurar r¨¦ditos pol¨ªticos y de imagen. Se convirtieron en piezas imprescindibles del canon urbano de toda ciudad y, por ello, no se escatimaron las inversiones. En la ret¨®rica de la inauguraci¨®n, los pol¨ªticos m¨¢s osados se comparaban con el Guggenheim -inaugurado con rotundo ¨¦xito en 1997 en Bilbao-, la ?pera de Sidney o hasta el MOMA de Nueva York, apelaban a la autoestima colectiva, al prestigio internacional, a un futuro prometedor
... "Esta multiplicaci¨®n es extraordinariamente positiva porque hab¨ªa un retraso de infraestructuras que era necesario corregir, pero cuestiono la proliferaci¨®n autom¨¢tica y exagerada fruto de la peculiar din¨¢mica del estado de las autonom¨ªas. Parece que tiene que haber tantos museos de arte contempor¨¢neo o de ciencias como autonom¨ªas", explica Josep Ramoneda, director del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB).
Francesc Mu?oz, profesor de Geograf¨ªa Urbana de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, propone explicaciones alternativas a esta museificaci¨®n. "El gusto por la cultura vintage, por la nostalgia, est¨¢ por doquier. En los anuncios, en los relojes que reproducen los modelos que luc¨ªan los aviadores, en los libros que recuperan las recetas de la abuela... Y el turismo tambi¨¦n reclama esa experiencia sentimental nost¨¢lgica con la que el museo casa perfectamente. Adem¨¢s, se da una paradoja: la multiplicaci¨®n de la presencia local por la efervescencia de lo global. Nunca ha habido tantos museos locales como ahora, precisamente porque nos obnubila y preocupa lo global, que es indiferente e independiente del lugar. Pero, al mismo tiempo, en el ¨¢mbito global se dan unas franquicias nunca vistas como, por ejemplo, la sucursal que el Rijksmuseum de ?msterdam tiene en el aeropuerto de Schiphol".
El Centro Pompidou, que se inauguraba en Par¨ªs en 1977, fue pionero en lo que a p¨²blico masivo se refiere. Sus arquitectos, los (hoy) c¨¦lebres Richard Rogers y Renzo Piano, se presentaron al concurso dispuestos a provocar porque ten¨ªan asumido que su proyecto nunca ser¨ªa el elegido. Se equivocaron. Y su innovador dise?o se gan¨® el desd¨¦n de buena parte de los franceses -que lo han comparado con una refiner¨ªa o un mecano- y el afecto de los turistas: el centro esperaba recibir 7.000 visitantes diarios, pero pronto alcanzar¨ªa los 26.000.
Ni qu¨¦ decir que en un pa¨ªs como Espa?a el turismo es vital, pero ?por qu¨¦ debe nacer un museo? ?Por qu¨¦, en realidad, nace un museo? La teor¨ªa la exponen Rosina G¨®mez-Baeza, directora de LABoral, y Agust¨ªn P¨¦rez Rubio, director del MUSAC. "El museo como centro de conocimiento, de participaci¨®n, incluso de activismo, nace por una necesidad de acceso a la cultura percibida por los poderes p¨²blicos. Hablamos constantemente de creatividad y de innovaci¨®n, y los museos promueven eso precisamente", dice la primera. "Las razones pueden ser muy diversas, pero en la mayor¨ªa de los casos debe estar detr¨¢s la recuperaci¨®n cultural de una serie de obras que hagan formalizar la relaci¨®n entre el arte y la sociedad, ayudando a la expansi¨®n de la cultura y a articular la educaci¨®n de la poblaci¨®n de ese contexto con la conservaci¨®n, estudio y exposici¨®n de una serie de obras ya sean antiguas o presentes", opina el director del museo leon¨¦s. La (cruda) realidad la verbaliza el veterano periodista cultural I?aki Esteban: "T¨² vas a proponerle a un pol¨ªtico un plan muse¨ªstico extraordinario, un espl¨¦ndido servicio a la comunidad, y te dir¨¢, 'tenemos que esperar...'. Pero a?ades que traer¨¢ 50.000 turistas, y lo compra seguro. Es dif¨ªcil so?ar con un argumento estrictamente cultural".
"Un edificio puede funcionar muy bien si tiene un programa claro y una funci¨®n clara. Dicho de otro modo, si es necesario". La prof¨¦tica cita es de Frank Gehry, c¨¦lebre arquitecto del Guggenheim bilba¨ªno. La pronunci¨® en 2008. Demasiado tarde. En Espa?a ya nos hab¨ªamos encomendado ciegamente a la arquitectura. Los edificios muse¨ªsticos ten¨ªan que desplegar formas espectaculares, y si las rubricaban arquitectos de renombre -Santiago Calatrava, Peter Eisenman, Oscar Niemeyer, Herzog & De Meuron, Tu?¨®n y Mansilla, Rafael Moneo-, mejor que mejor. El contenido era secundario. Y no hace falta remontarnos demasiado en el tiempo para encontrar un ilustrativo ejemplo: el pasado mes de enero se inaugur¨® parcialmente la Cidade da Cultura, que cubre 700.000 metros cuadrados del monte Gai¨¢s de Santiago. Este complejo estuvo originalmente integrado por un teatro de la m¨²sica, un centro de nuevas tecnolog¨ªas, una hemeroteca, un museo de Galicia y un edificio de servicios centrales. El Archivo y la Biblioteca ya est¨¢n abiertos al p¨²blico; los edificios restantes, seg¨²n indica vagamente su web, acoger¨¢n "las mejores expresiones de la cultura de Galicia, Espa?a, Europa, Latinoam¨¦rica y el mundo". Es decir, ya habr¨¢ tiempo para la concreci¨®n.
"A la audiencia m¨¢s indiferenciada le basta con una arquitectura rutilante. Este turista hace una lista de hitos que tiene que ver y, una vez visitados, los tacha y no regresa. Pero esto solo funciona a corto plazo, y este tipo de equipamientos necesita fidelidad para ser sostenible", explica Rausell. Adem¨¢s, conviene ser cauto con la oferta que proponemos al viajero. "A los turistas les gusta la realidad y no lo superpuesto. Una cosa es generar espacios para explicar el patrimonio de un determinado lugar, y otra muy distinta levantarlos porque se necesita atraer turismo. Las grandes infraestructuras pueden ser muy imponentes, incluso rentables, pero tambi¨¦n ef¨ªmeras. En Vietnam un se?or construy¨® la pagoda m¨¢s grande del mundo. Solo una pega: si en Laos o Camboya hacen una 1 o 2 metros m¨¢s alta, deja de ser la m¨¢s grande. Hemos de competir con lo que nos diferencia. Lo aut¨®ctono no se puede reproducir", apunta Dami¨¤ Moragues, experto en turismo del Laboratorio de Cultura y Turismo de Barcelona Media.
Por eso, el museo del futuro tendr¨ªa que regresar gradualmente a sus or¨ªgenes. "Si antes la cultura nos distingu¨ªa, ahora nos iguala. Todo el mundo tiene un bol¨ªgrafo del Guggenheim. Los museos se han convertido en una especie de m¨¢quinas de ecualizaci¨®n: han pasado de ser lugares ex¨®ticos, de novedad, de diferencia, a lugares de cultura de masas", concluye Mu?oz.
Ahora que estamos en la cara B de la desmesura, ?se racionalizar¨¢ la puesta en marcha de nuevos espacios? La respuesta, un¨¢nime, es s¨ª. "Hasta ahora las infraestructuras no se planteaban objetivos, por eso es complicado evaluarlas, pero s¨ª que hay un cierto fracaso del modelo. La excepcionalidad del efecto Guggenheim ha servido de mantra justificativo ante las mayores exageraciones y ha escondido la decepci¨®n de muchas de estas operaciones. Creo que esta propagaci¨®n fue fruto de una inmadurez pol¨ªtica que ha durado 20 a?os. Ahora preguntan mucho m¨¢s", se?ala Rausell.
Tambi¨¦n hay unanimidad en los principales errores cometidos por los centros. "Muchos de estos centros han nacido sin un plan riguroso, sin una l¨ªnea cient¨ªfica y de gesti¨®n clara, carentes de una financiaci¨®n adecuada, y eso es insostenible", apunta Jordi Pardo, coordinador cient¨ªfico del Laboratorio de Cultura y Turismo de Barcelona Media, quien se?ala otra inercia muy arraigada en el paisaje cultural espa?ol: "Medir el ¨¦xito de un museo solo por sus visitantes. Ese es un par¨¢metro cuantitativo, que estresa a los gestores, pero los espacios no son solo de visita, tambi¨¦n lo son de creaci¨®n, de producci¨®n cient¨ªfica, de aprendizaje. Tambi¨¦n debe valorarse cualitativamente, ?qu¨¦ hemos aprendido? ?Ha sido agradable la visita? Algunos espacios empiezan a hacerlo, pero todav¨ªa estamos muy rezagados".
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