Cuando la austeridad falla
A menudo me quejo, con raz¨®n, sobre el estado del debate econ¨®mico en Estados Unidos. Y la irresponsabilidad de algunos pol¨ªticos -como los republicanos que afirman que el impago de la deuda de Estados Unidos no ser¨ªa gran cosa- da miedo.
Pero al menos en EE UU los fan¨¢ticos del dolor, aquellos que sostienen que subir los tipos de inter¨¦s y recortar el gasto p¨²blico ante el desempleo masivo mejorar¨¢ de alguna manera las cosas en lugar de empeorarlas, se topan con alguna resistencia de la Reserva Federal y del Gobierno de Obama.
En Europa, por el contrario, los fan¨¢ticos del dolor han estado al mando m¨¢s de un a?o, insistiendo en que el dinero prudente y el equilibrio presupuestario son la respuesta a todos los problemas. Detr¨¢s de esta insistencia ha habido fantas¨ªas econ¨®micas, en particular la creencia en el hada de la confianza, es decir, la creencia en que recortar el gasto en realidad va a crear puestos de trabajo, porque la austeridad fiscal mejorar¨¢ la confianza del sector privado.
Grecia, Irlanda y Portugal no pueden y no pagar¨¢n todas sus deudas, aunque Espa?a podr¨ªa arregl¨¢rselas
Por desgracia, el hada de la confianza sigue neg¨¢ndose a hacer acto de presencia. Y la disputa sobre c¨®mo manejar la inc¨®moda realidad amenaza con convertir a Europa en el epicentro de una nueva crisis financiera.
Tras la creaci¨®n del euro en 1999, los pa¨ªses europeos que hab¨ªan sido considerados de riesgo, y que por ello se topaban con l¨ªmites a la cantidad que pod¨ªan pedir prestada, comenzaron a experimentar enormes entradas de capital. Despu¨¦s de todo, pensaron aparentemente los inversores, Grecia / Portugal / Irlanda / Espa?a eran miembros de una uni¨®n monetaria europea, as¨ª que ?qu¨¦ pod¨ªa salir mal?
La respuesta a esa pregunta es ahora, por supuesto, dolorosamente evidente. El Gobierno de Grecia, al verse a s¨ª mismo capaz de endeudarse a tipos ligeramente superiores a los de Alemania, asumi¨® demasiada deuda. Los Gobiernos de Irlanda y Espa?a no lo hicieron (Portugal est¨¢ en un punto intermedio), pero sus bancos s¨ª, y cuando la burbuja estall¨®, los contribuyentes se encontraron atrapados por las deudas bancarias. El problema se agrav¨® por el hecho de que el auge de 1999 a 2007 dej¨® los precios y los costes en los pa¨ªses deudores lejos de los de sus vecinos.
?Qu¨¦ hacer? Los l¨ªderes europeos ofrecen pr¨¦stamos de emergencia a las naciones en crisis, pero solo a cambio de promesas de imponer programas de austeridad salvaje, principalmente con enormes recortes de gastos. Las objeciones acerca de que estos programas se autodestruyen -no solo causan un gran da?o directo, sino que tambi¨¦n podr¨ªan, por el empeoramiento de la crisis econ¨®mica, reducir los ingresos- se descartaron por las buenas. La austeridad en realidad ser¨ªa expansiva, se afirm¨®, ya que mejorar¨ªa la confianza.
Nadie hizo tan suya la doctrina de la austeridad expansiva que Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo (BCE). Bajo su direcci¨®n, el banco comenz¨® a predicar la austeridad como un elixir econ¨®mico universal que debe imponerse inmediatamente en todas partes, incluso en pa¨ªses como Reino Unido y Estados Unidos que todav¨ªa tienen un desempleo elevado y no se enfrentan a presi¨®n alguna de los mercados financieros.
Pero como he dicho, el hada de la confianza no se ha presentado. Los pa¨ªses europeos con problemas de deuda est¨¢n, como deber¨ªamos haber esperado, sufriendo un mayor deterioro econ¨®mico gracias a los programas de austeridad, y la confianza se est¨¢ hundiendo en vez de aumentar. Ahora est¨¢ claro que Grecia, Irlanda y Portugal no pueden y no pagar¨¢n sus deudas en su totalidad, aunque Espa?a podr¨ªa arregl¨¢rselas para aguantar.
Siendo realistas, pues, Europa tiene que prepararse para alg¨²n tipo de reducci¨®n de la deuda, que implique una combinaci¨®n de ayuda de las econom¨ªas m¨¢s fuertes y quitas aplicadas a los acreedores privados, que tendr¨¢n que aceptar menos que el reembolso total. El realismo, sin embargo, parece andar escaso.
Por un lado, Alemania est¨¢ adoptando una posici¨®n dura contra nada que se parezca a una ayuda a sus vecinos con problemas, a pesar de que una motivaci¨®n importante para el actual programa de rescate fue el intento de proteger a los bancos alemanes de las p¨¦rdidas.
Por otro lado, el BCE est¨¢ actuando como si estuviera decidido a provocar una crisis financiera. Ha empezado a subir los tipos de inter¨¦s, a pesar de la terrible situaci¨®n de muchas econom¨ªas europeas. Y los funcionarios del Banco Central Europeo han advertido contra cualquier forma de reestructuraci¨®n que alivie la deuda. De hecho, la semana pasada un miembro del consejo de gobierno sugiri¨® que incluso una leve reestructuraci¨®n de los bonos griegos har¨ªa que el BCE dejase de aceptar esos bonos como garant¨ªa de los pr¨¦stamos a los bancos griegos. Esto equival¨ªa a una declaraci¨®n de que si Grecia busca aliviar su deuda, el BCE desenchufar¨ªa el sistema bancario griego, que depende de manera crucial de sus pr¨¦stamos.
Si los bancos griegos se derrumban, eso bien podr¨ªa obligar a Grecia a salir de la zona euro, y es muy f¨¢cil ver c¨®mo podr¨ªa empezar un domin¨® financiero en gran parte de Europa. Entonces, ?en qu¨¦ est¨¢ pensando el BCE?
Intuyo que simplemente no est¨¢ dispuesto a afrontar el fracaso de sus fantas¨ªas. Y si esto suena muy est¨²pido, bueno, ?qui¨¦n dijo que la sabidur¨ªa gobierna el mundo?
Paul Krugman es profesor de econom¨ªa en Princeton y premio Nobel de 2008. ? The New York Times, 2011.
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