"Desde que era adolescente solo he vivido crisis"
A Federico Luppi le parece que actuar en una pel¨ªcula no ayuda a hacer la siguiente. Pero, vamos, le parece. "Es una impresi¨®n", como remacha a lo largo del almuerzo. Seguramente no le ayud¨® cuando tuvo que repetir 36 veces una secuencia con el actor Eusebio Poncela: "No me sal¨ªa. Al final el fot¨®grafo dijo por piedad que hab¨ªa poca luz y era mejor aplazarla. Pas¨¦ una noche de perros. Al d¨ªa siguiente lo consegu¨ª a la primera". Hace dos meses, se estren¨® en Espa?a su en¨¦simo filme, Cuesti¨®n de principios, pero este actor argentino (Ramallo, 1936) con m¨¢s de 100 apariciones en el cine, el teatro y la televisi¨®n, es incapaz de presumir de su carrera.
En el peque?o restaurante Casa Marco, italiano como su familia, Luppi mira detenidamente la carta. Normal, para alguien que ¨²ltimamente no ha hecho "m¨¢s que comer". Llegan los entrantes, mozzarella y setas silvestres. El actor degusta y habla despacio, pesa cada palabra y cada cucharada. Pero tiene un "me parece" para todo, empezando por el cine.
El actor argentino augura un futuro optimista al cine espa?ol
El de su pa¨ªs vive una buena ¨¦poca: "Los directores j¨®venes est¨¢n libres de la herencia de la generaci¨®n anterior que fracas¨®". Y al cine espa?ol, pese a la disminuci¨®n de los espectadores, le lanza un mensaje optimista: "Los lunes al sol, Mar adentro, El orfanato, ?gora... son grandes pel¨ªculas". El actor cree que parte de los problemas dependen de las descargas no autorizadas. En esos cat¨¢logos no aparece sin embargo Pasos, el ¨²nico filme que Luppi dirigi¨®: "Quise contarlo todo, fue un fiasco".
Era 2005, y el actor llevaba ya cuatro a?os en Madrid. Dej¨® Argentina por el corralito (la restricci¨®n al libre uso del dinero en efectivo) del presidente Fernando de la R¨²a, y Espa?a le ha ense?ado una lecci¨®n: "He aprendido a comer. Verduras, pescado, sopas. Y la tortilla es impresionante". Est¨¢ enamorado de la calle del Laurel de Logro?o, donde ponen "las mejores tapas del mundo". Aunque para este almuerzo escoge unos macarrones picantes, arrabiate.
Reci¨¦n llegado a Madrid, se instal¨® con su mujer, riojana, en un piso de 30 metros cuadrados. "No me cab¨ªa nada. Aprend¨ª que lo que consideraba tan importante era prescindible", cuenta Luppi. Su ¨¢nimo tambi¨¦n se benefici¨® del cambio. Tanto que tard¨® cuatro a?os en volver a Argentina por primera vez: "En Espa?a empec¨¦ a sentirme bien. Ten¨ªa demasiada rabia como para regresar".
Su relaci¨®n con Argentina es de amor y odio, como la que siente por su equipo, el Boca. Un tira y afloja emocional que Luppi solo interrumpe cuando se lleva a la boca el tenedor repleto de macarrones. "Solo he vivido crisis. He tenido como presidentes a chorizos, cobardes o a dictadores. Pero los Kirchner -N¨¦stor falleci¨® en 2011-lo est¨¢n haciendo bien", dice. Y cuenta un chiste que, le parece, encierra la esencia de su pa¨ªs: "Tras el reparto del mundo, muchos se quejaron con Jes¨²s: 'Lo que le concediste a Argentina es un desprop¨®sito'. Y ¨¦l: 'S¨ª, pero le di a los argentinos".
Entre tantas impresiones, Luppi tiene una certeza: "No entiendo por qu¨¦ se salva a los bancos que causaron el derrumbe. Son unos ladrones que se reparten millones". "Y lo digo porque lo he vivido. Capelli bianchi", remata, se?al¨¢ndose su canosa cabellera. Tras una grappa, el actor se despide recomendando una visita a Argentina. "Es un gran pa¨ªs", tercia. O, al menos, le parece.
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