Hiroshima, 66 a?os de censura
Nueva York expone al fin las fotos secretas tomadas tras el bombardeo de EE UU
Antes de que el epicentro de los ataques del 11-S en Nueva York se convirtiera en la zona cero m¨¢s famosa del mundo, hubo otra de proporciones mucho mayores y de la que sin embargo, apenas hay im¨¢genes: Hiroshima. Y ese es precisamente el t¨ªtulo -Hiroshima: Zona Cero 1945- que el Centro Internacional de la Fotograf¨ªa de Nueva York ha escogido para una exposici¨®n que tras la reciente cat¨¢strofe nuclear de Fukushima, en Jap¨®n, se antoja de lo m¨¢s oportuna.
No es que los organizadores hayan querido hacerla coincidir con la estela del escape radiactivo que sigui¨® al tsunami y al terremoto que asol¨® Jap¨®n hace apenas dos meses. Simplemente el destino es caprichoso y as¨ª lo ha querido. Pero precisamente por eso, este sobrecogedor archivo de desolaci¨®n, destrucci¨®n y vac¨ªo que puede verse hasta el 28 de agosto y que representa esta peque?a pero muy desasosegante exposici¨®n de 60 im¨¢genes, es m¨¢s que efectivo.
Los vencedores no quer¨ªan fomentar el remordimiento entre la opini¨®n p¨²blica
Tras lanzar sobre Hiroshima la primera bomba at¨®mica que se utiliz¨® en un conflicto armado, el Gobierno estadounidense impuso una estricta censura fotogr¨¢fica sobre la ciudad. Tras una explosi¨®n que aniquil¨® en el acto a m¨¢s de 140.000 seres humanos y destruy¨® el 70% de las estructuras f¨ªsicas de la ciudad, Estados Unidos tuvo muy claro que cuanto menos viera el mundo de aquello, mucho mejor. "No se tiene que imprimir nada que altere directa o indirectamente la tranquilidad del p¨²blico", anunci¨® el Gobierno un mes despu¨¦s de la explosi¨®n. Las autoridades ya hab¨ªan entendido perfectamente el poder de la fotograf¨ªa para dejar grabada la muerte sobre la conciencia humana: las im¨¢genes del reci¨¦n liberado campo de concentraci¨®n de Auschwitz o del bombardeo de la ciudad de Dresde acababan de hacer historia. Por algo a¨²n hoy el ej¨¦rcito de Estados Unidos proh¨ªbe publicar las fotos de sus propios ca¨ªdos en conflictos b¨¦licos.
El lado vencedor de la Segunda Guerra Mundial no quer¨ªa remordimientos de conciencia entre la opini¨®n p¨²blica. De ah¨ª que apenas se hayan visto fotograf¨ªas de la Hiroshima (y Nagasaki) pos nuclear, lo que convierte esta exposici¨®n en un evento extraordinario. Pero que no se hayan visto no significa que no las hubiera. Dos meses despu¨¦s del letal ataque, el presidente Truman envi¨® a aquella ciudad arrasada a un equipo de ingenieros y arquitectos encargados de analizar los da?os civiles, econ¨®micos y militares provocados por la bomba y que inclu¨ªa a siete fot¨®grafos integrantes de la llamada Survey Physical Damage Division. Durante dos meses se dedicaron a fotografiar y analizar los restos de 135 edificios, 52 puentes, maquinaria y estructuras y situaron todos ellos en el mapa de la ciudad, detallando su distancia del epicentro de la bomba y sus da?os.
M¨¢s de 800 de aquellas fotograf¨ªas fueron publicadas en un informe secreto de tres tomos titulado Los efectos de la bomba de Hiroshima, Jap¨®n que se convirti¨® en la biblia del Gobierno estadounidense para la construcci¨®n de ciudades en los a?os que siguieron. El informe suger¨ªa que para que las urbes patrias fueran m¨¢s resistentes a un ataque nuclear era necesario trasladar las f¨¢bricas a distritos peque?os, (para que, ante un eventual ataque, no se desintegrara la capacidad de producci¨®n del pa¨ªs).
Adem¨¢s, propon¨ªa reforzar los edificios con acero y cemento armado y construir b¨²nkeres en sus s¨®tanos. Muchos de esos edificios son todav¨ªa hoy parte del paisaje urbano estadounidense y el s¨ªmbolo de "protecci¨®n ante radiaci¨®n nuclear" en las entradas indica sus caracter¨ªsticas de "edificio a prueba de bomba".
Las fotos fueron desclasificadas en la d¨¦cada de los sesenta, se conservaron durante a?os en el s¨®tano de uno de los ingenieros que elabor¨® el informe gubernamental y estuvieron a punto de ser pasto de las llamas en un incendio en el que pereci¨® aquel ingeniero. Su hija las tir¨® a la basura, un joven las rescat¨®, pero despu¨¦s perdi¨® parte de ellas. Las encontr¨® el due?o de un restaurante en la calle en Watertown (Massachussets) en 2000 y con la ayuda de un amigo localiz¨® a su ¨²ltimo due?o, organiz¨® una exposici¨®n modesta e ignorada y finalmente, en 2006, se convirtieron en parte de la colecci¨®n del ICP. Ahora este centro les devuelve su descorazonadora importancia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.