El auge de la oposici¨®n laica desaf¨ªa la hegemon¨ªa islamista en Turqu¨ªa
El nuevo l¨ªder del Partido Republicano moviliza el voto urbano frente a Erdogan
De apacibles maneras, el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n no tard¨® en ser bautizado como Gandhi por los turcos cuando relev¨® en 2010 al nacionalista Deniz Baykal al frente del Partido Republicano del Pueblo (CHP). El notable parecido de Kemal Kili?daroglu con el Mahatma indio y su discurso templado contribuyeron al acierto del apodo. Desde entonces, este probo funcionario de 62 a?os ha dado un giro radical al CHP, fundado por Mustaf¨¢ Kemal, Atat¨¹rk, tras la ca¨ªda del Imperio Otomano, para devolverlo a la tradici¨®n socialdem¨®crata y reformista.
Kili?daroglu parece haber conseguido movilizar durante la campa?a electoral a los sectores urbanos y laicos de Turqu¨ªa que m¨¢s temen la creciente hegemon¨ªa del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado). Tras casi una d¨¦cada en el poder, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan aspira a revalidar su aplastante mayor¨ªa parlamentaria en los comicios del domingo con hasta un 50% de los votos, como predicen las encuestas. Pero los sondeos tambi¨¦n reflejan el auge del CHP, que aspira a alcanzar un 30% de los sufragios (en la votaci¨®n de 2007 cay¨® hasta el 21%) con el objetivo de bloquear el proyecto de los islamistas de Erdogan de redactar en solitario una nueva Constituci¨®n.
Quiere impedir que el Gobierno logre una Constituci¨®n presidencialista
El nuevo l¨ªder laico ha roto con el extremismo de Baykal -que dimiti¨® en medio del esc¨¢ndalo tras la difusi¨®n de un v¨ªdeo sexual en el que aparec¨ªa junto a una diputada de su partido- y ha dejado de cuestionar el uso del pa?uelo isl¨¢mico por las universitarias o las reivindicaciones de los nacionalistas kurdos para centrar su campa?a en la lucha contra la corrupci¨®n, la redistribuci¨®n de la riqueza y la defensa de las libertades c¨ªvicas: las mayores sombras que se proyectan sobre el Gobierno del AKP.
Kili?daroglu ha abierto las listas de su partido y ha incorporado a pol¨ªticos centristas como Aydin Ayaydin, vicepresidente del club de f¨²tbol Besiktas. "Solo apoyaremos la reforma constitucional si Erdogan es sincero en su propuesta de profundizar en la democracia y en los derechos civiles", advert¨ªa ayer Ayaydin, un profesor de Econom¨ªa de 59 a?os, en el cuartel electoral del CHP en Estambul. "Pero Turqu¨ªa a¨²n no est¨¢ madura para un modelo presidencialista como el que propone, seguiremos defendiendo el sistema parlamentario".
Para ampliar su base pol¨ªtica, que se nutre de las clases medias urbanas, el CHP lanza gui?os a los votantes de formaciones minoritarias -"queremos acabar con la barrera del 10% de los votos nacionales, y rebajarla al 3% o el 5%", explica este candidato por la circunscripci¨®n de la parte europea de Estambul- y a los de origen kurdo -"nac¨ª en el sureste de Anatolia y aprend¨ª a hablar turco a los siete a?os, por eso creo que los kurdos tienen derecho a recibir educaci¨®n en su lengua materna"-, pero el partido de Kili?daroglu busca ante todo la complicidad de las clases m¨¢s desfavorecidas: "Crearemos un salario social de 600 liras [unos 300 euros] para las familias con rentas m¨¢s bajas".
El Gandhi turco emergi¨® como figura pol¨ªtica cuando disput¨® la alcald¨ªa de Estambul a los islamistas de Erdogan en 2009. Aunque el AKP sigue en el poder en la gran metr¨®polis turca, Kili?daroglu consigui¨® en una exitosa campa?a -centrada en la sencillez de su discurso y la honestidad de su trayectoria- duplicar el apoyo a su partido con cerca de un 40% de los votos. Bajo su direcci¨®n, el CHP proclama ahora su fe en el liberalismo econ¨®mico y en la integraci¨®n en la Uni¨®n Europea, mientras que la vieja guardia de Baykal -un l¨ªder que parec¨ªa sentirse a gusto en la oposici¨®n- reneg¨® durante a?os de las reformas que el Gobierno islamista puso en marcha para la integraci¨®n de Turqu¨ªa en Europa.
Erdogan, consolidado en el poder desde 2002, se ha acostumbrado mientras tanto a ofrecer recepciones en el palacio de Dolmabah?e, antigua residencia de los sultanes a orillas del B¨®sforo. Tras haber resistido las presiones del Ej¨¦rcito y del aparato del Estado, el primer ministro observa c¨®mo los votantes liberales, que respaldaron sus reformas, amenazan ahora con darle la espalda en las urnas ante la emergencia de un nuevo l¨ªder tranquilo que habla sin estridencias de cambio.
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