As¨ª no
Con indignarse no basta. Tomo prestado el t¨ªtulo de un libro del viejo dirigente comunista italiano Pietro Ingrao para realizar una reflexi¨®n, mejor dicho para invitar a realizar una reflexi¨®n, sobre los ¨²ltimos acontecimientos producidos en Barcelona.
No estamos en un momento hist¨®rico cualquiera. Estamos en una de las crisis m¨¢s profundas de los ¨²ltimos a?os. Una crisis econ¨®mica que se suma a una larga crisis de representatividad de la pol¨ªtica, porque as¨ª lo siente mucha gente cuando los mercados gobiernan por encima de los Gobiernos. Un momento en el que se recortan derechos y privatizan servicios; con menos derechos laborales y menos Estado de bienestar, cuestionando el derecho a una vida digna. Y todo ello se hace sin exigir nada a quien ha originado la crisis y a quien m¨¢s puede aportar.
Impedir la entrada de los diputados ha sido un error y hacerlo de forma violenta a¨²n m¨¢s, y merece una condena sin paliativos
Una crisis econ¨®mica que tiene una estrecha vinculaci¨®n con lo que vivimos no hace tanto tiempo, cuando la indignaci¨®n tras la eliminaci¨®n de un impuesto (por ejemplo, el del patrimonio) o por el no control a las SICAV, apenas iba m¨¢s all¨¢ del voto contrario de unos pocos diputados.
Pero el momento econ¨®mico tambi¨¦n interpela a la pol¨ªtica, porque en un contexto tan excepcional se exige de la pol¨ªtica que est¨¦ al lado de la ciudadan¨ªa y no de las exigencias del mercado. Y eso es lo que el movimiento del 15-M ha sabido leer. Con una movilizaci¨®n que se sumaba a movilizaciones previas, con car¨¢cter pac¨ªfico, y con una transgresi¨®n radical y realista a la vez.
Confieso haberme sentido interpelado, y asumo que tenemos parte de responsabilidad, quiz¨¢ no en la misma porci¨®n que otros, pero creo francamente que nos interpelaban con el objeto no solo de proponer cosas nuevas, muchas de ellas ya planteadas (reforma electorales, reforma fiscal, tasa Tobin, fin de determinados privilegios), sino de hacerlas de forma diferente, con m¨¢s y mejor democracia, con una democracia que, adem¨¢s de representativa, sea m¨¢s deliberativa y m¨¢s participativa. Nosotros nos sentimos interpelados por ello y asumimos nuestra parte de responsabilidad. Compartimos la necesidad de m¨¢s y mejor democracia. Pero rechazamos la confrontaci¨®n entre unas movilizaciones sociales, perfectamente justificadas y leg¨ªtimas, y la legitimidad del Parlamento que, con todos sus defectos, es la expresi¨®n de la soberan¨ªa popular, que en este pa¨ªs cost¨® tanto sufrimiento conseguir.
De hecho, es en este contexto en el que algunos consideramos que es el debate m¨¢s pol¨ªtico del a?o, el debate de los Presupuestos, ten¨ªamos la responsabilidad de expresar nuestro rechazo para decir no a los partidarios del ajuste duro, a los fan¨¢ticos del dolor, como dir¨ªa Krugman. Hay que explicar que existen alternativas. Y hacerlo desde todos los espacios, tambi¨¦n desde la calle, pero en este caso creo que nos tocaba hacerlo desde el Parlament.
Las acampadas de Sol y plaza de Catalunya han sido movilizaciones ejemplares, sin atisbo de violencia; cargadas de futuro, como lo hubiera sido una manifestaci¨®n ante el Parlament contra unos presupuestos de la Generalitat que no combaten el desempleo y profundizan en los recortes sociales. Pero intentar boicotear el pleno del Parlamento impidiendo la entrada de los diputados y las diputadas ha sido un error, y hacerlo de forma violenta, a¨²n es m¨¢s grave y merece una condena sin paliativos. Alguien tendr¨ªa que reflexionar sobre lo que sucede en Europa. En Grecia las movilizaciones sociales son constantes y no son antag¨®nicas con el papel de sindicatos y partidos. Mientras que en Italia, con todas sus contradicciones, el di¨¢logo y la alianza entre la calle y la pol¨ªtica est¨¢ poniendo en jaque al Gobierno de Berlusconi.
Lo que ha pasado en Barcelona no es solo un gran error por las formas, sino que divide y debilita al movimiento de los indignados. Para parar las contrarreformas sociales, para cambiar la pol¨ªtica y plantear alternativas hay que sumar todos los colores y las tonalidades de la indignaci¨®n, hay que sumar todas las energ¨ªas sociales y pol¨ªticas. Aunque no todas coincidan.
Muchos tendremos que reflexionar y actuar en este sentido, porque con indignarse no basta, como escrib¨ªa Pietro Ingrao. Hace falta m¨¢s pol¨ªtica y repensar los instrumentos para hacer pol¨ªtica. Somos muchas las personas que, en la calle y en las instituciones, no nos resignamos, que aspiramos a una mayor¨ªa social y pol¨ªtica que defienda otra pol¨ªtica radicalmente democr¨¢tica basada en la justicia social.
Joan Herrera es presidente del grupo parlamentario de ICV-EUiA.
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