La deuda griega
Tras el estreno de Film Socialisme, Jean-Luc Godard alud¨ªa a las dificultades que atraviesa la econom¨ªa griega: "Es Occidente el que est¨¢ en deuda con Grecia. El mundo tecnol¨®gico en el que vivimos se lo debe todo. ?Qui¨¦n invent¨® la l¨®gica? Grecia podr¨ªa reclamar millones de millones en concepto de derechos de autor y ser¨ªa l¨®gico d¨¢rselos". El tono es ir¨®nico, porque poco despu¨¦s Godard reniega del derecho de autor y discute el concepto de propiedad. Luego matiza que, si tuviera que pleitear por el uso de las im¨¢genes tomadas de otras pel¨ªculas, necesitar¨ªa dos abogados: uno para defender el derecho de cita en el cine, como en literatura; otro para negociar con los autores de ciertos extractos una retribuci¨®n justa. Habr¨¢ quien no se tome en serio estas declaraciones, pero lo cierto es que incitan a cuestionar la actualidad con perspectiva. Si damos cr¨¦dito a un hombre que ha visto la vida a trav¨¦s de muchas lentes, caeremos en la cuenta de que su pensamiento funciona como pesquisa. A sus ochenta a?os, sigue metido en una intriga que le lleva m¨¢s all¨¢ de la l¨®gica aparente. Ateni¨¦ndose a la l¨®gica, Occidente ha basado su desarrollo en la identificaci¨®n del sujeto con la propiedad, pero ha llegado a un extremo en que no es capaz de gestionar sus contradicciones.
El humor c¨¢ustico del cineasta, su gusto por la cr¨ªtica social desde el conocimiento de la cultura selecta, merecen atenci¨®n m¨¢s all¨¢ del rechazo que provoca la imposibilidad de ver sus pel¨ªculas como mero entretenimiento. Godard no cuenta historias, es un pensador que trata de interpretar los t¨¦rminos en que se nos presenta la realidad: im¨¢genes y sonidos. No es m¨¢s dif¨ªcil de entender que Arist¨®teles, quien dio importancia a la forma visible de las cosas y quiso ponerla de acuerdo con la l¨®gica del discurso. La l¨®gica de Godard consiste en liberar las im¨¢genes y los sonidos de toda sujeci¨®n formal. Su filmograf¨ªa tiene momentos m¨¢s o menos inspirados, pero ¨¦l se queja de no haber contado con amigos que se atreviesen a criticar su trabajo. En otras ocasiones, ha sugerido que para entender sus pel¨ªculas convendr¨ªa discutirlas en pareja al salir del cine. La libre asociaci¨®n de im¨¢genes y sonidos se asemeja a la pol¨¦mica entre amantes. Este es un concepto enteramente griego, aunque aplicado por vez primera a la diversidad sexual, no s¨®lo al di¨¢logo entre varones ilustrados.
Que la cr¨ªtica cultural es necesaria para entender nuestros humores, las inercias del cuerpo y sus pasiones, ya lo dec¨ªa el psicoan¨¢lisis, tomando por modelo a los personajes de la tragedia griega. Tragedia y democracia, a?ade Godard, van unidas. La escena cl¨¢sica mostraba la desmesura de los h¨¦roes, que al ciudadano le conven¨ªa evitar. ?D¨®nde hallar hoy la catarsis, la puesta en escena de las pasiones? El arte popular se acoge a m¨ªseros argumentos, los medios reclaman adhesiones banales sin revelar informaci¨®n verdadera. El ciudadano com¨²n se ha convertido en protagonista de una tragedia exenta de hero¨ªsmo, asumiendo una desmesura que, aun repartida en peque?as dosis, resulta dif¨ªcil de tragar.
La b¨²squeda de equilibrio compete menos al individuo que a los Estados; ¨¦stos, a su vez, trasladan la responsabilidad a los mercados. "Europa, dice Godard, existe desde hace mucho tiempo, no hab¨ªa necesidad de construirla como lo hemos hecho", es decir, sobre la base del capitalismo sin fronteras, como aliada sumisa del d¨®lar. La Europa hist¨®rica era inseparable de las viejas culturas del Mediterr¨¢neo. La actual pende del hilo que une las grandes metr¨®polis del Norte con los pa¨ªses sure?os m¨¢s atrasados. Es el hilo invisible de la deuda financiera, que va engrosando con los intereses hasta convertirse en soga. Para escapar de su atraso, Espa?a necesit¨® asociarse en cuanto pudo al nuevo proyecto europeo, relegando su mercado m¨¢s antiguo, el que la un¨ªa a Grecia, a Italia, a Oriente Pr¨®ximo y al Magreb. ?No es ¨¦sta la comunidad que urge reconstruir, aparte de la europea y de la iberoamericana, como garant¨ªa de equilibrio duradero?
Tarde o temprano tendremos que reconocer que somos intersecci¨®n de conjuntos, en lugar de aferrarnos a una identidad excluyente. Ser¨¢ preciso asumir la complejidad de nuestra historia, contrapesar valores financieros con valores culturales, restituir su sentido m¨¢s noble a la palabra especulaci¨®n. Quiz¨¢ un esfuerzo por recuperar la riqueza cultural dinamizase en Espa?a el deseo de sentirse incluidos en un proyecto com¨²n. Mientras la pol¨ªtica fracasa, las im¨¢genes y los sonidos circulan reclamando un concepto de propiedad sobre el que conviene reflexionar para no multiplicar el gasto en abogados. Grecia no va a exigirnos derechos de autor a cambio de la l¨®gica de Arist¨®teles. Paguemos nuestra deuda con ella sosteniendo una pol¨¦mica amorosa -no un silencio hastiado- la pr¨®xima vez que salgamos del cine.
Santiago Auser¨®n (Zaragoza, 1954) es cantante y compositor.
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