Cuando la justicia funciona
La Corte Penal Internacional, con una rapidez que contradice los t¨®picos sobre la burocracia de estos organismos, inicia el proceso al dictador libio por las matanzas de civiles. Se acab¨® la pasividad y la connivencia
Ayer tuvo lugar un acontecimiento importante que quiz¨¢s pas¨® desapercibido para todos aquellos que consideran que los ¨²nicos problemas que les afectan son los pr¨®ximos, los locales. La Sala de Cuestiones Preliminares de la Corte Penal Internacional emiti¨® orden de detenci¨®n por cr¨ªmenes contra la humanidad, producidos en Libia a partir del mes de febrero de 2011 contra Muhamad Al Gadafi, su hijo Said Al Islam y el responsable de los servicios de inteligencia militar, Abdullah Al Sanussi.
Es cierto que la importancia de las cosas siempre es relativa y est¨¢ en funci¨®n de lo que consideramos m¨¢s urgente o perentorio o seg¨²n lo que pueda afectarnos de forma directa e inmediata. Sin duda, la noticia de lo que acontece en tu ciudad o pa¨ªs, el problema de seguridad ciudadana o la ¨²ltima metedura de pata del pol¨ªtico de turno, pueden ser m¨¢s "trascendentes" que el apresamiento del ex¨®tico Gadafi.
Cuatro meses despu¨¦s de la resoluci¨®n de la ONU, los resultados son evidentes y positivos
El desinter¨¦s que se produce en Espa?a sobre los temas internacionales no es nuevo y tampoco es ¨²nico. En muchos pa¨ªses, como Estados Unidos o China, por citar s¨®lo los dos m¨¢s importantes, lo internacional ocupa siempre un lugar secundario, salvo en lo que se refiere a los temas en los que hay intereses econ¨®micos en juego. Quiz¨¢s sea la dificultad de comprensi¨®n de los fen¨®menos globales o la urgencia con la que se vive el d¨ªa a d¨ªa la que causa este fen¨®meno. Si as¨ª fuera, ser¨ªa f¨¢cilmente superable. Lo que resultar¨ªa verdaderamente peligroso es que se consolidara la tendencia, constatada ya en algunos pa¨ªses como Espa?a, de la banalizaci¨®n de los problemas vinculados a la defensa de los derechos humanos, de la jurisdicci¨®n universal o de la justicia internacional, present¨¢ndolos como obst¨¢culos diplom¨¢ticos, pol¨ªticos o econ¨®micos para unas adecuadas relaciones bilaterales o para conseguir una "segura" convivencia.
Esta tendencia, que ser¨ªa propia de sectores de extrema derecha, no es rechazada, como debiera, por los que, movi¨¦ndose en el espectro de la prudencia pol¨ªtica, anteponen aquellos intereses, disfraz¨¢ndolos de conveniencia y oportunidad para los ciudadanos, frente a los que verdaderamente defienden a la sociedad de quienes la agreden. Por ello, es gratificante ver que, a veces, los organismos internacionales dejan el letargo burocr¨¢tico que los caracteriza y se ponen al frente de los acontecimientos para detener la barbarie y dar una oportunidad a la Justicia contra la impunidad.
En este sentido, como ha dicho recientemente el Fiscal Luis Moreno Ocampo, la importancia del mensaje enviado al mundo con la decisi¨®n de la CPI sobre el dictador libio, es de alcance universal y con ella la propia Corte reivindica su posici¨®n de administradora de Justicia con may¨²sculas. La sociedad reclama unas instituciones que respondan a los desaf¨ªos del siglo XXI y la CPI encarna como ninguna otra esa posici¨®n.
Mientras tanto, el panorama que se vive en determinados pa¨ªses no es precisamente el m¨¢s alentador. Los ataques a la justicia en Italia desde las m¨¢s altas instancias pol¨ªticas o el bloqueo institucional para la renovaci¨®n del Tribunal Constitucional en Espa?a, atacan a su independencia en forma peligrosa y socavan la confianza de los ciudadanas/os en los mismos, favoreciendo la posici¨®n de quienes quieren acabar con su credibilidad. De igual forma, el enfrentamiento entre otros actores judiciales del m¨¢s alto nivel desconcierta a los destinatario/as de la justicia que se rinden finalmente ante la lentitud y la incomprensibilidad de algunas resoluciones judiciales.
Hace a?os casi todos criticaban a la CPI por su supuesta ineficacia, lentitud y falta de independencia. Como siempre suele acontecer, las cr¨ªticas no eran sino meros t¨®picos sin m¨¢s base que las prevenciones que se tienen respecto de aquello que no se conoce o porque pensaban que al no estar en su seno determinados pa¨ªses su futuro era, cuando menos, dudoso. Sin embargo, esas prevenciones, al menos para nosotros, se han desvanecido como la bruma del amanecer.
El tiempo transcurrido durante los ¨²ltimos meses en los que hemos compartido el trabajo intenso en el seno de la Fiscal¨ªa de la CPI, nos ha permitido comprobar la aplicaci¨®n de un sistema de trabajo digno de imitaci¨®n y seguimiento por otros organismos judiciales locales. La forma en la que se desarrolla la direcci¨®n, el dinamismo y la interacci¨®n con la que se desenvuelven las investigaciones en una fiscal¨ªa que no dispone de polic¨ªa judicial, as¨ª como las garant¨ªas y fundamentaci¨®n de sus resoluciones, deber¨ªan ser ejemplo para muchos.
Aquellas cr¨ªticas, en el caso de que permanezcan, deber¨ªan ser sustituidas por el reconocimiento de que el sistema funciona y garantiza una acci¨®n de la Justicia, independiente, ¨¢gil, imparcial, transparente, con controles de calidad y de probidad, y con c¨®digos de conducta que alejan la sombra de la corrupci¨®n y acent¨²an su credibilidad.
Los hechos son claros: a finales del pasado a?o, las protestas populares se iniciaban en T¨²nez. Miles de voces se alzaron frente a un r¨¦gimen dictatorial y esencialmente corrupto. Algo que en un principio era local y de contornos espec¨ªficos se extendi¨® geogr¨¢ficamente. Rebas¨® fronteras. A trav¨¦s de los imperceptibles nervios de Internet las ideas, las experiencias y las esperanzas sobre un mundo mejor m¨¢s democr¨¢tico y transparente, avanzaron. Llegaron a Egipto. Se consolid¨® un movimiento que pretend¨ªa acabar tambi¨¦n con un sistema injusto. Miles de personas reclamaron libertad, bienestar, transparencia y justicia, y los consiguieron.
No tard¨® en llegar el viento reformista a la vecina Libia. La permeable Red permit¨ªa que ello sucediese. Y as¨ª, en los primeros meses de 2011, en un pa¨ªs de poco m¨¢s de 6 millones de habitantes, el dictador, protegido otrora y recibido con los m¨¢ximos honores por l¨ªderes occidentales, se enfrent¨®, una vez m¨¢s a su pueblo. Con heroica decisi¨®n, mujeres y hombres de todas las edades, salieron a la calle para decir "basta" a quien durante casi 42 a?os hab¨ªa tenido secuestrada la democracia en su pa¨ªs y a sus ciudadanos sin derechos de libertad de expresi¨®n, reuni¨®n y asociaci¨®n y frente a quien ten¨ªa en sus manos, mediante la corrupci¨®n, el control absoluto de los recursos naturales, los medios de comunicaci¨®n, las finanzas, las telecomunicaciones y todo sector que pudiese resultar estrat¨¦gico en el desarrollo de un pueblo.
Ante el ¨¦xito que hab¨ªan obtenido los opositores en los casos tunecino y egipcio, la respuesta del dictador libio a las protestas de los disidentes, fue violenta y letal. La represi¨®n y sus consecuencias tuvieron inmediato reflejo a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n extranjeros, que mostraban los horrores de una brutal y salvaje acci¨®n contra los opositores a la dictadura. Nuevamente, la red fue la que posibilit¨® el conocimiento, a trav¨¦s de im¨¢genes en Benghazi, Misrata o Tr¨ªpoli, de las masacres y los ataques a la poblaci¨®n civil por parte de un r¨¦gimen que simult¨¢neamente pretend¨ªa, a trav¨¦s de los medios por ¨¦l controlados, dar la impresi¨®n de que no suced¨ªa nada. Como en otros muchos casos similares, a trav¨¦s de la historia, la ocultaci¨®n y el enga?o, se instal¨® para tratar de deformar los cr¨ªmenes que se suced¨ªan. Afortunadamente, y, a pesar de las dificultades, la globalizaci¨®n de la comunicaci¨®n, lo impidi¨®. Y, as¨ª pudo quedar constancia, gracias a la valent¨ªa de ciudadanos an¨®nimos, de los ataques mortales a miles de personas que asist¨ªan al entierro de otros asesinados por los represores; o de como miles de personas fueron arrestadas y otras muchas desaparecidas, violadas o torturadas en centros clandestinos de detenci¨®n. La justicia, por obvias razones, estaba ausente, como lo hab¨ªa estado durante toda la dictadura.
Lo que suced¨ªa en Libia, gracias a la fuerza de la comunicaci¨®n, trascendi¨®, sin dilaci¨®n al mundo entero y la reacci¨®n, en esta ocasi¨®n, fue inmediata en favor de la Justicia. Los ojos del Consejo de Seguridad se volvieron, en forma un¨¢nime, por primera vez y en tiempo real, hacia la CPI y la Fiscal¨ªa de la misma. El 26 de febrero, la resoluci¨®n 1970 emiti¨® un mandato claro y terminante: la justicia internacional deb¨ªa actuar y hacerlo en protecci¨®n de las v¨ªctimas. Poco m¨¢s de cuatro meses despu¨¦s, los resultados son evidentes y positivos.
Entre ambos momentos, un equipo de profesionales, bajo la experta direcci¨®n del Fiscal Moreno Ocampo, investig¨® lo que hab¨ªa
ocurrido en Libia desde el inicio de las protestas, concret¨® los hechos y estableci¨® la identidad de los presuntos responsables hasta ese momento. Todo ello sustentado en m¨¢s de medio centenar de testimonios obtenidos en el curso de 30 misiones a lo largo de m¨¢s de 11 pa¨ªses; en el an¨¢lisis de miles de documentos y videos; en informes de expertos, en libros y en textos legales. El d¨ªa 16 de mayo de 2011, el Fiscal present¨® una solicitud de orden de arresto a la Sala de Cuestiones Preliminares, que ayer fue aceptada por la misma. El caso contin¨²a y seguir¨¢ hasta la detenci¨®n y enjuiciamiento de los presuntos responsables.
En esta ocasi¨®n la Justicia, ha funcionado y con ello ha cumplido las expectativas puestas en ella. El mundo es un poco m¨¢s seguro y se ha demostrado que los Tribunales Internacionales, a¨²n en las condiciones m¨¢s adversas, pueden cumplir su funci¨®n en tiempo real. Es cierto que otros conflictos, otras represiones y otros torturados/as esperan, tambi¨¦n en tiempo real, una respuesta, y la palabra esta de nuevo en las instituciones internacionales para alcanzar aquella realidad.
Las palabras del Fiscal Jackson pronunciadas en su discurso de apertura del juicio de N¨¹remberg, tras la segunda guerra mundial, en 1945, vuelven a cobrar sentido, ahora: "El trato que un gobierno da a su propio pueblo, normalmente no se considera como asunto que concierne a otros gobiernos o la comunidad internacional de los Estados. El maltrato, sin embargo, de alemanes por alemanes durante el nazismo traspas¨®, como se sabe ahora, en cuanto al n¨²mero y a las modalidades de crueldad, todo lo que la civilizaci¨®n moderna puede tolerar. Los dem¨¢s pueblos, si callaran, participar¨ªan de estos cr¨ªmenes, porque el silencio ser¨ªa consentimiento."
Este art¨ªculo es un homenaje a quienes han trabajado con esfuerzo y alta dedicaci¨®n para que la justicia tome el relevo y haga frente a la barbarie de quienes masacran a sus pueblos con la pasividad o connivencia de otros muchos.
Baltasar Garz¨®n Real es magistrado y Dolores Delgado Garc¨ªa es fiscal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.