La Bienal
Aunque se celebran en numeros¨ªsimas ciudades del mundo, en los cinco continentes, cuando se nombra as¨ª, sin lugar de origen, s¨®lo se refieren a una, la ¨²nica, la m¨¢s antigua y la que congrega, adem¨¢s, a m¨¢s vips y gentes del sector: la Bienal de Venecia. La Bienal.
Proyecto decimon¨®nico que nace en 1895, momento en que proliferan las exposiciones universales para dar a conocer los logros y las invenciones del mundo al mundo, la Bienal de Venecia tiene incluso hoy en d¨ªa una estructura heredera del pasado que tampoco ha revisado con profundidad. De hecho, en uno de los puntos donde la Bienal se escenifica, los Giardini, fuera del centro de la ciudad y situados en un barrio popular y con vida propia lejos del turismo que s¨®lo en tiempo de exposici¨®n tiene en cuenta el recinto, los pabellones nacionales se apoderan de esta parte del discurso que no deja de chirriar en un mundo en constante cambio, donde las relaciones de poder han cambiado y algunos que no est¨¢n deber¨ªan formar parte de la narraci¨®n hoy. Sobre todo en un mundo, el de las artes visuales, donde la producci¨®n ha dejado hace tiempo de ser "nacional" y se ha mezclado, se ha desplazado. Es verdad que en algunas ediciones se ha hecho un enorme esfuerzo por incluir, dentro del recinto de los Giardini, a los "excluidos". El "pabell¨®n panafricano" de Robert Storr, por ejemplo, se cuestionaba desde algunos sectores al tratar a ?frica como una unidad, la manera en la cual el poder aborda a las minor¨ªas.
Pero dejando a un lado esta percepci¨®n discutible, lo preocupante es que toda manifestaci¨®n pol¨ªtica se convierte en mercanc¨ªa en un lugar como la Bienal de Venecia. Todo all¨ª est¨¢ pensado m¨¢s para el consumo que para la reflexi¨®n, me parece, un paseo asociado a ese turismo cultural, tan a la moda, que incluye en sus gustos arte actual y no s¨®lo catedrales.
Qu¨¦ distinta la Bienal de Venecia de la de S?o Paulo. La primera est¨¢ llena a rebosar sobre todo los d¨ªas de la inauguraci¨®n. En S?o Paulo, al d¨ªa siguiente de la apertura, los colegios llenan el recinto mostrando una bienal viva, sin representaciones nacionales adem¨¢s, que desde muchos puntos de vista quiz¨¢s se ajuste de forma m¨¢s clara al modelo actual del mundo del arte: las transnacionalidades. Sobre todo, una bienal como la de S?o Paulo deja muy clara su funci¨®n, en especial cuando no hab¨ªa en el ¨¢rea tantas oportunidades de ver producci¨®n de arte contempor¨¢neo. Y es aqu¨ª donde surge la pregunta b¨¢sica: ?cu¨¢l es el sentido actual de las bienales -o de ciertas bienales como la de Venecia- si a lo largo del a?o se muestran por todo el mundo exposiciones temporales con contenidos semejantes?
Mientras voy tratando de buscar una respuesta a esta pregunta inc¨®moda he decidido posponer mi visita a la Bienal -no me gustan las inauguraciones-. Est¨¢ siendo muy divertido porque todos los que regresan van comentando el contenido de este a?o. Lo fascinante es que nadie coincide en el veredicto: hay quien dice que es muy pol¨ªtica, otros que es conservadora y que esperaban otra cosa de la curador¨ªa general; algunos comentan que es lo que esperaban exactamente: pocas sorpresas.
Lo escucho con un poco de melancol¨ªa -debe ser cosa del verano-, pensando qu¨¦ cosa extra?a es este mundo del arte. F¨ªjense que con todo el l¨ªo del Museo Picasso de M¨¢laga -donde los directores no duran mucho y por algo ser¨¢- me acabo de enterar de que Picasso -s¨ª, el autor del Guernica- no era un artista pol¨ªtico y usarlo en ese sentido era hacer campa?a electoral. Despu¨¦s de escuchar semejante absurdo decido entrar en Internet y sacarme un billete a Venecia.
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