Un santo para el siglo XXI
En la historia de la ¨®pera, algunas obras ocupan un lugar de excepci¨®n no solo por su inventiva musical sino porque, dramat¨²rgicamente, responden a las aspiraciones y cuestiones de sus ¨¦pocas. En Fidelio de Beethoven, la trompeta se revela como el s¨ªmbolo de la liberaci¨®n, y deja de ser a partir de entonces el del poder; en Trist¨¢n e Isolda de Wagner, el cromatismo del tema inicial y el uso de tonalidad hacen patente al laberinto del amor en Occidente; en San Francisco de As¨ªs de Olivier Messiaen, el canto de los p¨¢jaros que el hombre moderno no escucha, llega a ser el elemento estructural de la melod¨ªa musical. Por esa raz¨®n, tras ver la ¨®pera de Olivier Messiaen, llegamos a comprender la naturaleza de diferente forma, al tiempo que nos identificamos con el personaje de san Francisco.
El canto de los p¨¢jaros es el elemento estructural de la melod¨ªa
San Francisco nos cuenta que quiz¨¢ ser¨ªa bueno alejarnos de nuestras ciudades
Esta m¨²sica nos eleva a alturas desconocidas y nos llena de energ¨ªas
El que se entregue con toda su alma a este torrente musical sentir¨¢ que renace
El amor de san Francisco por la naturaleza, renunciando a la vez a toda forma de posesi¨®n, es lo que fascina a todo el mundo. De igual modo, es la raz¨®n por la que podr¨¢ convertirse en el h¨¦roe de toda una generaci¨®n v¨ªctima de un mundo que ha hecho del consumo el becerro de oro de nuestro tiempo. A principios del siglo XII, cuando san Francisco introduce el elemento social en la religi¨®n cat¨®lica, que no pudo adaptarse a la evoluci¨®n del mundo rural al universo urbano camuflando as¨ª su descomposici¨®n con signos externos de poder y riqueza, Francisco ofrece una nueva energ¨ªa a la vida espiritual de su tiempo. Su receta es muy sencilla: la desposesi¨®n de cualquier tipo de bienes, la ayuda a los pobres y a los enfermos y el enriquecimiento del alma a trav¨¦s del amor a la naturaleza y a todas sus criaturas. As¨ª pues, la humildad y la bondad se convierten en valores clave. Si pensamos hoy d¨ªa en la madre Teresa, entendemos por qu¨¦ fue tan admirada.
En el mundo occidental en el que vivimos, donde la moda llena con regularidad las p¨¢ginas de decenas de peri¨®dicos mientras se cuentan a millones los j¨®venes universitarios que no tienen trabajo ni futuro; en este mundo, en el que los grandes deportistas duplican la cantidad de pasta que ganan prestando sus cuerpos para campa?as de publicidad de ropa interior mientras el 13% de la poblaci¨®n mundial no tiene agua potable; en Europa, donde a¨²n se mantienen las ideas de la Revoluci¨®n Francesa como lema pero se cierran sus fronteras a los que huyen del terror de las dictaduras; en un mundo como este, en plena descomposici¨®n de nuestros valores a pesar de una tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada que nunca, Francisco de As¨ªs nos cuenta que quiz¨¢ ser¨ªa bueno que nos alej¨¢ramos de nuestras ciudades, de nuestros coches, de nuestros m¨®viles, de nuestros iPhones y que nos reencontr¨¢ramos con la naturaleza, que observ¨¢ramos el vuelo libre de los p¨¢jaros y nos interes¨¢ramos por los problemas de los que necesitan ayuda, todo lleno de gran dulzura y amor hacia los m¨¢s d¨¦biles e indefensos frente a los brutos.
Lo que parece ingenuo, requiere coraje, fuerza, disciplina y un gran altruismo. Es mucho m¨¢s f¨¢cil re¨ªrse y burlarse que detenerse un instante y dedicarle algunos pensamientos: es justamente lo que Olivier Messiaen ha comprendido y ha querido comunicarnos. La estructura de su ¨®pera y de su m¨²sica son hasta tal punto importantes que desde que damos el primer paso para ponernos a escucharla, esta m¨²sica angelical nos transporta a un mundo de nuevas sensaciones. A veces establece un ritmo tan lento que nos obliga a relajarnos, y utiliza colores orquestales con una sensualidad embriagadora que contrasta con acordes de sonido impresionantes. Cuando utiliza la belleza del canto de los p¨¢jaros, nos obliga a superarnos a nosotros mismos. Nos eleva a alturas desconocidas y nos llena de nuevas energ¨ªas. Desde luego habr¨¢ espectadores que no entender¨¢n este mensaje, igual que el hermano ?lie no comprendi¨® el mensaje del ¨¢ngel. Pero el que se entregue con toda su alma a este torrente de m¨²sica, sentir¨¢ que renace. Esa es la magia de algunas partituras como La flauta m¨¢gica, Fidelio, Trist¨¢n e Isolda. Cuando se las escucha, se ve el mundo de una manera completamente diferente.
Tras el do mayor final, san Francisco renace de sus cenizas como un ave F¨¦nix, con la fuerza necesaria para hablar de la belleza de la creaci¨®n a pesar de todas sus maldades y fealdades.
Olivier Messiaen ha compuesto una partitura como una catedral, para que podamos salir de ella convencidos de que a principios del siglo XXI necesitamos con urgencia detener nuestra carrera contra el reloj y tomarnos el tiempo necesario para meditar viendo el atardecer, escuchando por la ma?ana el canto de los p¨¢jaros, contemplando la monumentalidad de las monta?as y los oc¨¦anos infinitos. De este modo conseguiremos -nosotros, hombres modernos que a pesar de disponer de la tecnolog¨ªa punta sentimos tal angustia de vivir que no dejamos de contratar seguros de todo tipo- tener la suficiente visi¨®n de futuro para que nuestro hermoso planeta pueda ser la Tierra de todos los hombres.
Traducci¨®n de Virginia Solans.
Babelia
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