La vida con 'pasaporte mental'
El publicista Carlos Ma?as publica un libro sobre el trastorno bipolar, el mal que le diagnosticaron hace cinco a?os tras una d¨¦cada de depresiones
Desde hace cinco a?os, Carlos Ma?as compra la felicidad en la farmacia. Va y viene de los centros de salud mental y est¨¢ acostumbrado a que despu¨¦s de d¨ªas de depresi¨®n lleguen otros de inexplicable euforia. En 2009, durante uno de esos episodios de entusiasmo, escribi¨® un libro, Mi cabeza me hace trampas. Historia de un trastorno bipolar, editado por primera vez por la asociaci¨®n Solidarios An¨®nimos, que ¨¦l mismo preside. Durante dos a?os, Ma?as reparti¨® su libro, mitad relato de su experiencia personal, mitad alegato contra los estereotipos sobre la enfermedad, entre amigos, familiares y enfermos. Ahora llega a las librer¨ªas de la mano de Auga Editora, para que el p¨²blico general lo conozca y descargue de t¨®picos su concepci¨®n de las dolencias mentales.
No le gust¨® su primera experiencia con una asociaci¨®n de ayuda a enfermos
"Mi familia me entiende, yo me resigno y la farmacia me estabiliza"
No es la primera vez que Carlos Ma?as, vigu¨¦s de adopci¨®n, escribe un libro. Hasta 2006, la escritura era casi una rutina en su trabajo como publicista de ¨¦xito y profesor de marketing. Ya por entonces sufr¨ªa incomprensibles cambios de humor que le complicaban el d¨ªa a d¨ªa, pero solo iba al doctor cuando le ganaba la depresi¨®n. Los m¨¦dicos, confusos con su des¨¢nimo repentino, tardaron diez a?os en dar con el diagn¨®stico: trastorno bipolar, episodio depresivo grave con s¨ªntomas psic¨®ticos. En la jerga m¨¦dica, F 31.5, desde entonces su "pasaporte mental". En los ¨²ltimos a?os, dice haber comprendido "por qu¨¦ el Prozac se vende cuatro veces m¨¢s que el Viagra" y que "generar expectativas en colectivos de exclusi¨®n social y no cumplirlas supone m¨¢s gravedad que en otros sectores".
"Confund¨ªa la euforia con la creatividad", reconoce ahora Ma?as, que dio forma a Mi cabeza me hace trampas en un mes que pas¨® sin dormir. El trastorno bipolar, "una enfermedad que tiene que ver con las emociones, no con el intelecto", lo forz¨® a abandonar su trabajo como publicista pero le abri¨® los ojos sobre los t¨®picos a los que tendr¨ªa que enfrentarse. El primero, la relaci¨®n casi directa que ante un suceso tr¨¢gico establecen los medios de comunicaci¨®n entre la enfermedad mental y la violencia. Otro, el que m¨¢s le molesta, que su dolencia est¨¦ re?ida con el talento y la creatividad.
"A cambio de una m¨®dica cuota mensual, pod¨ªa disfrutar en grupo de unos estupendos consejos terap¨¦uticos y recobrar mi identidad haciendo barcos con palillos y otras manualidades b¨¢sicas". As¨ª describe Ma?as su frustrante paso por una entidad de ayuda a pacientes con enfermedad mental. Ten¨ªa entonces 40 a?os y muy reciente el diagn¨®stico que le cambi¨® la vida. "Aquello me llam¨® a rebelarme porque iba contra cualquier salida hacia la autoestima".
Esc¨¦ptico del paternalismo como sistema de auxilio y prevenci¨®n, Ma?as pas¨® a liderar una asociaci¨®n, Solidarios An¨®nimos, que apoya a enfermos de bipolaridad y parkinson y promueve la donaci¨®n de ¨®rganos. Las terapias incluyen desde encuentros con psiquiatras a peque?as excursiones a lugares de inter¨¦s medioambiental, que "anulan el aislamiento social". Tambi¨¦n atiende el impacto que la enfermedad provoca en los allegados del paciente e incluso presta asistencia jur¨ªdica a aquellos "que se meten en l¨ªos" debido a una crisis o al abandono del tratamiento. "Muchos incurren en gastos excesivos", ejemplifica Ma?as, que insiste en que con el tratamiento adecuado, la vida de una persona con trastorno bipolar puede ser m¨¢s o menos normal. Un asunto muy diferente es la aceptaci¨®n que estos enfermos tengan en el ¨¢mbito profesional. Muchos ven su condici¨®n como algo vergonzoso y lo esconden, o recurren a m¨¦todos de dudosa efectividad para sanarse. "Siempre somos sospechosos de algo", lamenta Ma?as. Se considera un afortunado porque cuenta con el apoyo de su familia, incluso durante "esos 'saltos de canguro' que pueden molestar a cualquier pareja". Usa la expresi¨®n "salir del armario" para referirse a la decisi¨®n de no esconder su trastorno y contar su experiencia sin pudores.
El atrevimiento no va separado de los temores. Cada mes toma medicamentos por valor de 600 euros, entre ellos antipsic¨®ticos, "las pastillas m¨¢s violentas". "Tengo miedo de acabar como un robot por la medicaci¨®n", reconoce, aludiendo a los efectos secundarios que suelen aparecer tras a?os de tratamiento ininterrumpido. Los f¨¢rmacos le dan miedo pero los necesita, y abandonarlos es la peor decisi¨®n que puede tomar un enfermo. "Mi familia me entiende, yo me resigno y la farmacia me estabiliza".
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