Pop y trastornos bipolares
Lo nuevo de Destroyer coquetea con el juego de identidades
Las melod¨ªas con deje literario que el canadiense Dan Bejar, de 38 a?os, firma como Destroyer le han convertido en uno de los cantautores de referencia para la naci¨®n alternativa. Y en uno de sus m¨¢s elusivos miembros. Han sido 15 a?os de jugar al escondite tras un seud¨®nimo, de militar con escaso inter¨¦s en supergrupos como The New Pornographers o Swan Lake, de burlar en suma la propia identidad. Bien, ahora es ella la que ha decidido jug¨¢rsela a ¨¦l. El ¨²ltimo proyecto del artista conceptual del mismo nombre, Dan Bejar, consiste en imitar el aspecto (el pelo ingobernable, la preocupaci¨®n desprevenida) del m¨²sico Dan Bejar hasta lograr la disoluci¨®n de ambos en un solo y bic¨¦falo... Dan Bejar.
El m¨²sico Dan Bejar comparte nombre con un artista que lo imita
El asunto trascendi¨® los estrechos l¨ªmites del arte contempor¨¢neo cuando la revista The New Yorker, bolet¨ªn oficial de la cosa cultural en EE UU, dedic¨® una pieza (Viendo doble) al hecho creativo con motivo de una actuaci¨®n de Destroyer en el programa nocturno de Jimmy Fallon para presentar Kaputt, sensacional nuevo disco de la banda de un solo hombre. En el art¨ªculo se contaba, entre otras cosas, que "al menos dos rese?as del ¨¢lbum" se han publicado adornadas con fotos de Bejar, el artista.
Est¨¢ claro que a Bejar, el m¨²sico, nada de esto le hace demasiada gracia. Qued¨® claro en el cambio del tono de su voz, de habitual delgado y dubitativo, cuando a mitad de la charla, mantenida por tel¨¦fono desde Toronto, ya se hab¨ªan tocado asuntos como cu¨¢n delator de una ascendencia sefard¨ª resulta su apellido ("conservo parientes en Granada, Barcelona, Sevilla y otras ciudades espa?olas"), el revival que embarga al pop actual de la ruidosa y brit¨¢nica m¨²sica con la que creci¨® ("es extra?o ver c¨®mo un disco de tu adolescencia se convierte en cl¨¢sico"), y lo que supuso para un chico de Vancouver de madre estadounidense la revoluci¨®n grunge de la vecina Seattle ("vestir un mont¨®n de ropa piojosa"). ?Le cabrea el proyecto mim¨¦tico de su tocayo? "No pienso demasiado en ello. Y creo que el tipo no est¨¢ interesado en m¨ª, sino en demostrar algo para lo que yo le sirvo de mero instrumento".
Toda esta historia podr¨ªa acentuar uno de los defectos m¨¢s posmodernos de su alias; Destroyer es, como dicen ahora, pr¨¢cticamente ingoogleable. "Ja, ja, ja... ?Es cierto! Si lo buscas en Internet, saldr¨¢n un mont¨®n de resultados relacionados con la destrucci¨®n o con aquel disco de Kiss llamado Destroyer. Pero yo me lo puse por otras razones. Me parec¨ªa lo suficiente rockero y directo".
Son dos virtudes que no adornan la atm¨®sfera que respira Kaputt. El sonido de Bejar, caracterizado hasta ahora por una aproximaci¨®n de tintes jazz¨ªsticos al cl¨¢sico formato del cantautor con guitarra, toma aqu¨ª derivas new age y hasta de jazz de radiof¨®rmula. Hasta hace poco, citar referencias tan satinadas como las de Robert Palmer, Kenny G o David Sanborn habr¨ªa equivalido a esgrimir un libro de Cor¨ªn Tellado en un festival literario. Pero ya se sabe: todo vale en la incierta ruleta de rescates del pop contempor¨¢neo.
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