Un gran d¨ªa para Contador
Los hermanos Schleck, Basso y Evans desaprovechan el sufrimiento del campe¨®n en Luz Ardiden
Samuel S¨¢nchez Lo dice porque su equipo, el m¨¢s fuerte del Tour, el de los hermanos Schleck y los b¨¢rbaros Cancellara y O'Grady y el viejo Voigt, va a demostrar su fuerza colectiva por primera vez en el gran escaparate del ciclismo, una etapa reina del Tour. Lo dice as¨ª y, sin embargo, lo dice con los nervios del due?o de un cafet¨ªn que inaugura una obra. ?Saldr¨¢ todo bien? ?Funcionar¨¢ el espect¨¢culo?
El espect¨¢culo, en efecto, fue soberbio, y al final del mismo, cuando se sent¨® a analizar las clasificaciones, pudo hasta decir: "Hoy hemos perdido el Tour". Y, cuando la bruma h¨²meda difuminaba los contornos grises de las monta?as, tambi¨¦n la hierba oscura, Alberto Contador, que se est¨¢ comiendo un bocadillo de chorizo despu¨¦s de cambiarse de ropa dice: "Estoy contento por el resultado". Contador, claro, no corre para el Leopard, sino para el Saxo, y, adem¨¢s, perdi¨® varios segundos en los ¨²ltimos metros de la subida a Luz Ardiden, 33s con Frank Schleck, 13s con su hermano Andy, Evans y Basso. Y todo ello suena a poco porque, tal como le fueron las cosas, Contador, su rodilla, su coraz¨®n, podr¨ªa haber perdido el Tour el primer d¨ªa de monta?a.
"No, para nada est¨¢ perdido el Tour, pese a lo que pueda parecer", dice Riis de Contador
Cuando los favoritos se quedan por fin solos, hay dudas en sus miradas.
Llegados a ese punto, a seis kil¨®metros de la cima de Luz Ardiden, el ¨²ltimo de los grandes gregarios del d¨ªa, el polaco de Basso Sylvester Szmyd, ha hecho mutis por el foro y es solo un recuerdo doloroso la masacre llevada a cabo por el ciclista m¨¢s fuerte del d¨ªa, el tremendo Jens Voigt. El berlin¨¦s, 39 a?os casi 40, el m¨¢s viejo del Tour, una m¨¢quina y un animal, se ha retirado al fondo del pelot¨®n, donde charla tranquilo, amigable, con aquellos mismos a los que ha enviado al abismo en unos cuantos kil¨®metros en el Tourmalet -corredores duros y fuertes como Velits y Kl?den, que se cayeron, como Tony Martin, como Robert Gesink, que le dice a Barredo, su equipier, que no le espere, que no hay esperanza, como sus compa?eros de Leopard Gerdemann y Fuglsang-, antes incluso de La Mongie y sus paravalanchas. Es el trabajo de base del Leopard, la limpieza de moscardones, el desgaste fatal de los resistentes, la piedra sobre la que sus l¨ªderes, los hermanos Schleck, deber¨¢n edificar su Tour.
Est¨¢n todos los favoritos menos los aniquilados por Voigt y Samuel S¨¢nchez, el rey de los descensos, quien bajando el Tourmalet ha visto el cielo abierto en un ataque de Gilbert y vuela hacia el triunfo. A Samuel le espera en avanzadilla, su compa?ero fugado, Rub¨¦n P¨¦rez, y Gilbert, al que le desborda su potencia y su bandera en el maillot, en el fondo, ha trabajado para su amigo Vanendert, un escaladorcito belga que es quien finalmente disputa, y pierde, con el campe¨®n de Pek¨ªn 2008.
Est¨¢n todos los favoritos, Evans, los hermanos luxemburgueses, Basso, que causa una impresi¨®n magn¨ªfica, y tambi¨¦n Contador, que resopla. Acompa?ando, decorando el grupo, el maillot amarillo, Voeckler, que se agarra firme y no se suelta, como un perrito pequin¨¦s que clava los dientes a su presa.
Los hermanos, la fuerza mayoritaria, deben decidir qu¨¦ hacer. Los dem¨¢s, m¨¢scaras debajo de las m¨¢scaras, esperan. Los hermanos hablan. Contador, duro de pedalada, inquieto, preocupado, inteligente, se coloca entre ellos, detr¨¢s de Andy, delante de Frank, el jam¨®n del bocadillo. Observa. Comprende. No es el Contador del Giro, el que con dos pedaladas cada d¨ªa a cinco kil¨®metros de cada cima resolvi¨® sistem¨¢tico. "No s¨¦ si alguien esperaba que yo atacara", dice, "pero yo no pensaba atacar. Hab¨ªa decidido observar, ver c¨®mo estaban los dem¨¢s, esperar, ser prudente. Me he resentido de las ca¨ªdas, no ten¨ªa buenas sensaciones, y, adem¨¢s, he subido con m¨¢s desarrollo de la cuenta y me ha dolido la rodilla. He visto que los hermanos har¨ªan algo a medias y he defendido lo que he podido".
Los hermanos, indecisos, deciden y no deciden. Ataca Andy, pero poco. Remacha Frank, pero sin convicci¨®n. Cosquillas que un observador m¨¢s atento habr¨ªa visto que no hac¨ªan re¨ªr a Contador. Tras dos o tres amagos m¨¢s, a los que se suma Basso. Los hermanos parecen haber decidido: se va Frank a por la etapa, se queda Andy con el grupo. "Y no fue un ataque tan fuerte", dice Contador. "Se fue porque los dem¨¢s nos vigilamos". Se fue, pero tarde para alcanzar a Samuel, que guard¨® fuerzas para un final imperial.
Que Contador est¨¢ peor de lo que ha aparentado toda la etapa lo descubren todos al final, cuando a falta de 300 metros ven que no aguanta el ritmo del sprint y pierde unos segundos. Solo unos segundos, como hace un a?o en Avoriaz, cuando podr¨ªa haber perdido minutos.
Por eso, Riis, sonr¨ªe. "No, para nada est¨¢ perdido el Tour, pese a lo que pueda parecer", dice. "Alberto no estaba superbi¨¦n, ha tenido un problema con la rodilla, y solo ha perdido segundos. Claro, que si sigue as¨ª, tampoco podr¨¢ ganar". Y Contador remacha: "Tranquilos, a partir de ahora voy a estar mejor cada d¨ªa". Y quiz¨¢s, pero no lo dice, no ser¨¢ tan fiero Andy como lo pintan.
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