Camps dimite para no declararse culpable
El presidente se derrumba y facilita el camino a Rajoy con todo listo para el trato - El l¨ªder del PP hab¨ªa aceptado que siguiera en el poder con antecedentes penales
Le apoy¨® por delante, por detr¨¢s, al lado, se trag¨® todos los sapos por ¨¦l, vincul¨® el futuro pol¨ªtico de ambos, le aclam¨® en plazas de toros cuando todo el mundo sab¨ªa que lo quer¨ªa ver dimitido. Nunca le pidi¨® que se fuera. Esper¨® y esper¨®, confiado en que alg¨²n momento la presi¨®n lo reventar¨ªa. En que morir¨ªa sin que nadie lo matase. Y sobre todo sin que ¨¦l se manchase las manos. Tuvo que esperar dos a?os, cuatro meses y un d¨ªa, pero Mariano Rajoy, sin mover un m¨²sculo, vio ayer c¨®mo ca¨ªa por su propio peso, y sin hacer ¨¦l nada, como pas¨® con el extesorero Luis B¨¢rcenas, la ¨²ltima gran pieza del caso G¨¹rtel: dimiti¨® Francisco Camps.
El presidente de la Generalitat se resisti¨® hasta el ¨²ltimo momento. Y Rajoy, consciente de que no pod¨ªa forzar su dimisi¨®n directamente, busc¨® una salida intermedia, aunque muy dif¨ªcil de defender. En varias conversaciones en los ¨²ltimos d¨ªas, tanto el l¨ªder del PP como otros interlocutores le explicaron a Camps que la direcci¨®n nacional no pod¨ªa permitirse un juicio en oto?o, en plena campa?a. As¨ª que, si no quer¨ªa dimitir -y no quer¨ªa- solo quedaba una salida: declararse culpable, aceptar la multa m¨¢s alta que le pidieran, y evitar el juicio.
El abogado del dirigente lleg¨® a presentar el escrito de culpabilidad Cospedal convenci¨® a
Costa, que pidi¨® que su jefe declarase con ¨¦l
Rajoy habl¨® con Camps y todo qued¨® arreglado para que se "conformara"
Al final, el presidente no fue capaz de ir ante las c¨¢maras a admitir la condena
Rajoy aceptaba as¨ª que Camps se convirtiera en el ¨²nico presidente auton¨®mico con antecedentes penales de la democracia espa?ola, nada menos que por cohecho, esto es por corrupci¨®n. Es m¨¢s, le dejaba a ¨¦l decidir. Pero para facilitar las cosas, G¨¦nova empez¨® a trabajar para que saliera adelante ese apa?o. "Es el mal menor", explicaban.
Rajoy ya hab¨ªa renunciado a su oportunidad real para resolver el problema en marzo, cuando pod¨ªa no haberle confirmado como candidato. Los estatutos del PP le dan ese ¨²ltimo poder al l¨ªder. Pero una vez m¨¢s, no lo ejerci¨®, prefiri¨® esperar, como siempre, y entonces qued¨® a merced del president. ?l ten¨ªa la ¨²ltima palabra.
Adem¨¢s de Camps, que nunca estuvo del todo convencido, porque quer¨ªa ir a juicio, el problema principal era Ricardo Costa. El exsecretario general no quer¨ªa admitir su culpabilidad porque eso pod¨ªa facilitar su condena en el caso de financiaci¨®n ilegal, con penas no de multas sino de c¨¢rcel.
El equipo de Rajoy puso en marcha la red para afianzar el apa?o. Dolores de Cospedal llam¨® a ¨²ltima hora de la noche del martes a Costa, y le pidi¨® un sacrificio. A cambio, le garantiz¨® una compensaci¨®n, un reconocimiento y un buen trato pol¨ªtico en el futuro. Costa acept¨®, a rega?adientes y contra el criterio de su abogado.
Todos, Rajoy y Cospedal incluidos, se fueron a la cama pensando que el president se declarar¨ªa culpable. Rajoy y Camps hablaron tambi¨¦n a ¨²ltima hora, y aunque ambos coincidieron en que la soluci¨®n no era buena, decidieron seguir adelante. Nadie en los ¨²ltimos d¨ªas descartaba la dimisi¨®n del todo, porque ve¨ªan a Camps muy tocado, pero le hab¨ªan visto tantas veces resistir y resistir que no lo quer¨ªan creer. Por eso se resolvi¨® que se declaraba culpable. All¨ª estaba Federico Trillo, siempre cerca de Camps desde el martes por la tarde, para garantizar que su entorno, mucho m¨¢s resistente, no le convenc¨ªa de que fuera a juicio. Rajoy no control¨® nunca la situaci¨®n, todo estaba en el aire hasta el ¨²ltimo momento.
Nada m¨¢s despertar, comenz¨® una ma?ana de esperpento. Costa ya hab¨ªa cedido, pero con una condici¨®n: que ¨¦l iba a firmar con Camps. En ning¨²n caso antes. No se fiaba. Ya le hab¨ªan enga?ado otras veces. El president lleg¨® a prometerle que le meter¨ªa en el Gobierno auton¨®mico. Nada.
Varios peri¨®dicos daban cuenta en sus portadas del apa?o, y los comentaristas empezaban a criticarlo. En el entorno de Camps se instalaba una realidad: el arreglo no eliminar¨ªa la presi¨®n medi¨¢tica, lo que peor lleva un president que en los ¨²ltimos dos a?os apenas ha aceptado preguntas de la prensa y que llevaba cinco d¨ªas encerrado cancelando agendas. Su estado an¨ªmico se deterioraba por minutos, seg¨²n los muchos dirigentes que han hablado con ¨¦l en las ¨²ltimas horas.
A¨²n as¨ª, a primera hora de la ma?ana, todo marchaba seg¨²n lo previsto. Los abogados de tres de los cuatro imputados, V¨ªctor Campos, Rafael Betoret y Francisco Camps llegaban al Tribunal Superior de Justicia de Valencia con sus documentos para "conformarse", el t¨¦rmino t¨¦cnico para reconocer el delito. El letrado de Camps, y por tanto no un hombre enviado por G¨¦nova sino alguien de su absoluta confianza, lleg¨® a presentar en el tribunal el escrito en el que reconoc¨ªa el delito y anunci¨® que estaba a la espera de que su cliente viniera a firmarlo. Costa esperaba acontecimientos, y nunca present¨® el escrito.
El documento sin la firma del imputado no vale. As¨ª que empezaron a desfilar. Primero Campos, que firm¨®, despu¨¦s Betoret, que tambi¨¦n lo hizo... ?Y Camps? Todo el mundo le esperaba, la expectaci¨®n iba creciendo, y tambi¨¦n la presi¨®n. El tribunal se llen¨® de c¨¢maras y redactores que aguardaban a pleno sol. Pasaban las horas, y el juzgado iba a cerrar.
Entonces el esperpento alcanz¨® su c¨¦nit. El juzgado anunci¨® que el abogado de Camps hab¨ªa comunicado que el president se dispon¨ªa a acudir para firmar el documento que hab¨ªa presentado su abogado, esto es para reconocerse culpable. Pidi¨® as¨ª el favor de que ampliaran el horario de cierre. Le hab¨ªa costado mucho decidirse, pero parec¨ªa hecho. El juzgado acept¨® esperar nada menos que para recibir al president de la Generalitat, que segu¨ªa refugiado en el palacio presidencial con Trillo y Juan Cotino, dos hombres religiosos como ¨¦l, cercanos al Opus Dei, que han estado casi siempre con ¨¦l en los d¨ªas m¨¢s duros.
Muchos de los que han hablado con ¨¦l estos meses aseguran que Camps se ha llegado a tomar el caso como una especie de martirio, como un prueba, y que se ha refugiado en la fe para resistir. Algunos incluso se?alan que realmente estaba al l¨ªmite de la resistencia ps¨ªquica.
Cuando todo parec¨ªa decidido, algo pas¨®. Se repiti¨® el caso de B¨¢rcenas. El extesorero dimiti¨® un d¨ªa en que su mujer lloraba porque no pod¨ªa salir de casa con todas las c¨¢maras esperando a la puerta. Camps se rindi¨® al ver que ten¨ªa que declararse culpable y hacer el pase¨ªllo rodeado de c¨¢maras, admitir su falta, pagar la multa y explicarlo antes los ciudadanos. Acorralado, consciente de que casi todo el partido quer¨ªa que se marchara hace mucho tiempo, se derrumb¨®. Decidi¨® dimitir para no declararse culpable, para seguir con el juicio y tratar de defenderse. Para no admitir ante todos lo que ya todos reconocen incluso en p¨²blico: que minti¨®, ante el juez, el Parlamento y los ciudadanos. "No quer¨ªa ser un presidente condenado, ahora se siente liberado", comentaba alguien que habl¨® con ¨¦l.
Su decisi¨®n, comunicada a las 17.30 con su gobierno en pleno a la espalda y Trillo y Rita Barber¨¢ de espectadores, deja a los pies de los caballos a Campos y Betoret. Ambos se han declarado culpables -y eso no tiene marcha atr¨¢s- porque el PP les dijo que Camps tambi¨¦n lo har¨ªa. Costa se salv¨® por su desconfianza, y ahora ¨¦l y Camps tratar¨¢n de defender su inocencia en el futuro juicio mientras otros dos imputados con las mismas pruebas reconocen su culpabilidad.
Sin haber jugado el partido, el resultado puede parecer muy bueno para Rajoy. Se quita el peso de Camps, despeja su camino a La Moncloa y coloca de sucesor a Alberto Fabra, que siempre fue el favorito de G¨¦nova una vez que Rita Barber¨¢ rechaz¨® el encargo. Se le coloc¨® en las listas auton¨®micas por si acaso, aunque nadie contempl¨® nunca en serio que Camps cayera.
Sin embargo, aunque pol¨ªticamente empez¨® a resolverse ayer, el caso G¨¹rtel en Valencia no ha hecho m¨¢s que empezar. Queda por juzgar toda la financiaci¨®n ilegal, las desviaciones y comisiones en la visita del Papa, y los contratos irregulares de todo tipo con la trama. El caso de los trajes era solo el principio. Pero ha sido suficiente, dos a?os despu¨¦s, para hacer dimitir al responsable de haber llevado la trama a Valencia: Francisco Camps, el amigo del alma de ?lvaro P¨¦rez, el Bigotes.
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