Mucho empe?o, poco duende
Una desigual 'Ant¨ªgona', con Marta Etura y Blanca Portillo, despide entre aplausos los estrenos de un Festival de M¨¦rida marcado por la pol¨¦mica
M¨¦rida, 23.00; 35 grados. Llenazo absoluto. Expectaci¨®n. Aleteo de cientos de abanicos, como polillas ag¨®nicas por el calor. Ant¨ªgona (Marta Etura) avanza entre un mar de tumbas (impactante espacio esc¨¦nico de Ricardo S¨¢nchez Cuerda) para cubrir de polvo ritual el cad¨¢ver insepulto de su hermano Polinices. El primer problema es que no hay tal cad¨¢ver: Polinices ha sido sustituido por un pianito de juguete, a lo Comelade. Idea po¨¦tica, sin duda, pero demasiado abstracta (y demasiado mona). El esteticismo pierde al director mexicano Mauricio Garc¨ªa Lozano, nuevo en esta plaza. Su Ant¨ªgona cerr¨® el jueves la n¨®mina de estrenos de la 57? edici¨®n del Festival de M¨¦rida.
No es lo ¨²nico que se pierde en esta funci¨®n. Se pierde, de entrada (y no es escasa p¨¦rdida) el sentido y la comprensi¨®n de los coros. En el original eran los sabios ancianos del lugar; en la puesta, un grupo de mozarrones de torso desnudo (un poco la versi¨®n p¨¦plum de Los cadetes de la Reina) y una veintena de mozas p¨²beres a las que simb¨®licamente deg¨¹ellan en un pisp¨¢s: si no conoces la obra lo tienes un poco dif¨ªcil para entender lo que est¨¢ pasando. Lo de la comprensi¨®n es literal: la m¨²sica de Pablo Salinas, entre disco-tecno y Carros de fuego, rebozada de viento aullante y chirridos met¨¢licos, cubre las invocaciones del Corifeo (David Luque, que se las ve y se las desea para que sus frases emerjan del estruendo) y emborrona pasajes tan hermosos como el de "Hay muchos portentos, pero nada tan portentoso como el hombre", una de las cumbres de la l¨ªrica griega.
Es una tragedia que ha de avanzar como una rueda ardiente cuesta abajo
Es una verdadera l¨¢stima, porque el texto se da casi en su integridad y es muy buena la versi¨®n de Ernesto Caballero. Hay una enojosa sobredosis de pinceladas innecesarias: las ni?as tiran su pa?uelo al r¨ªo / para mirarlo como se hund¨ªa; los mozarrones, tras una danza aer¨®bico-marcial (gentileza de Ronald Savkovic) las hunden a ellas en el subterr¨¢neo Aquaronte, envueltitas en pl¨¢stico como Laura Palmer, donde se cimbrear¨¢n hasta el hartazgo, con espor¨¢dicas e incomprensibles visitas al reino de los vivos y, eso s¨ª, unos hermosos cantos melism¨¢ticos. M¨¢s tarde, cuando las j¨®venes danzantes se llevan a Ant¨ªgona al Hades (con atav¨ªo entre futurista y Pierre Cardin), la escena evoca un involuntario homenaje a Roger Vadim que bien podr¨ªa titularse Barbarella en los infiernos.
Ant¨ªgona es una tragedia que ha de avanzar como una rueda ardiente cuesta abajo: no conviene abrirle excesivas trochas laterales. Etura, consciente de que lidia un toro bravo, echa toda la carne en el asador, pero parece m¨¢s enrabietada que pose¨ªda por una ira c¨®smica. Hay demasiada premura en su dicci¨®n, como si quisiera zanjar su pleito cuanto antes, y una tendencia a mostrar su dolor m¨¢s que a encarnarlo: los mimbres del personaje est¨¢n ah¨ª, pero falta el pellizco esencial, el duende que ha de arrebatarnos. La furia que le falta la tiene Mar¨ªa Botto como Ismene, papel que, curiosamente, quintaesencia la sensatez amedrentada: le sobran a la actriz, sin embargo, algunas cadencias un tanto oscuras y quejumbrosas. Antonio Gil, actor de dilatada trayectoria internacional a las ¨®rdenes de luminarias como Brook o Simon McBurney, tiene una imponente presencia esc¨¦nica, un poco a caballo entre Jes¨²s Puente y Omero Antonutti. El imaginativo Pedro Moreno le ha vestido de soldad¨®n serbio o carlista valleinclanesco. Su trabajo es muy desigual, con pasajes sobrios y poderosos que alternan con escaladas vocales un tanto gritadas y s¨²bitos descensos en los que apenas se le pilla. La escena m¨¢s clara y convincente del espect¨¢culo es el careo con su hijo Hemon (El¨ªas Gonz¨¢lez): atenci¨®n a este actor extreme?o, que tiene naturalidad y fuerza, que modula y, virtud capital, sabe hacerse escuchar.
Tambi¨¦n es muy apreciable el trabajo de Alberto Amarilla, que imprime una tonalidad de fool shakespeariano al guardi¨¢n de la tumba y narra con dolor contenido, como mensajero, el gran eslalon de desastres que cierra la obra: su principal punto d¨¦bil, sin embargo, es una gestualidad reiterativa y cercana al tic. Rosa Manteiga (Eur¨ªdice) ha de pechar con un rol relampagueante y una distancia casi sideral, a kil¨®metros del foso. Las mayores ense?anzas de esta Ant¨ªgona corren a cargo, vaya sorpresa, de Blanca Portillo (aqu¨ª m¨¢s cercana que nunca a N¨²ria Espert), que convierte el breve parlamento de Tiresias en un formidable morceau de bravoure y, sobre todo, en un verdadero curso acelerado de tragedia: c¨®mo decirla, c¨®mo servirla. Maquillada y ataviada entre hechicera bant¨² y buitre leonado, recordando a ratos una de sus supermarionetas en La aver¨ªa, sabe hacer crecer el grito sin que parezca alzar la voz; imanta la atenci¨®n diversificando los tonos y los crescendos y alza, con el poder de su palabra y de su gesto, un halo de magia primitiva e irracional, entre ceremonial y oper¨ªstica: un trabajo que en su arranque roza lo artificioso y acaba imponi¨¦ndose, rotundo, por su enorme t¨¦cnica y su enorme talento. No vi su Medea a las ¨®rdenes de Pandur, pero la imagino en una similar longitud de onda. Pese a la guadianesca emoci¨®n del conjunto, el p¨²blico de M¨¦rida aplaudi¨® largamente, puesto en pie, y reclam¨® varias veces la presencia del esforzado equipo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.