El gran r¨ªo de los mitos
La literatura del mundo amaz¨®nico ha sido en cinco siglos un largo di¨¢logo de mitolog¨ªas. Las que concibieron en centenares de lenguas los diez millones de nativos que habitaban sus orillas a la llegada de los europeos, y las que aportaron el espa?ol y el portugu¨¦s, que se consolidaban entonces y que con la aventura americana se convirtieron en grandes lenguas planetarias. Hay que leer El hablador, de Mario Vargas Llosa, o Macuna¨ªma, de Mario de Andrade, para sentir la complejidad de los mitos ind¨ªgenas y el modo libre, audaz y conmovedor como la sensibilidad mestiza los interroga y los transforma en inquietantes par¨¢bolas de la modernidad. "Una lengua", escribi¨® Jorge Luis Borges, "es una tradici¨®n, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de s¨ªmbolos". Los mayores idiomas nativos de la regi¨®n son el ticuna, el shipibo-conibo, el guahibo y el warao, pero, aunque decrecientes en t¨¦rminos demogr¨¢ficos, ah¨ª est¨¢n el tup¨ª-guaran¨ª, el mby¨¢, el kaiw¨¢, el pai tavytera, el chirip¨¢, el omagua, el ?engat¨², las lenguas boras como el muinane y el mira?a, y las huitoto como el ocaina, el nipode, el meneca, el murui, el nonuya y el coixoma.
"Las poblaciones y lenguas del r¨ªo llegaron del mar. Lo narran los distintos pueblos en el mito compartido de las grandes anacondas"
Innumerables son las recopilaciones que se han hecho de tradiciones, relatos, mitos y sue?os ind¨ªgenas, pero podemos mencionar Los piros, relatos recopilados en el Per¨² por el sacerdote espa?ol Ricardo ?lvarez en 1960; los Mitos e historias aguarunas, recopilados por Jos¨¦ Jordana Laguna en 1974; La verdadera biblia de los cashinahuas, cuentos recopilados por el antrop¨®logo franc¨¦s Andr¨¦ Marcel d'Ans en 1975, que ha sido llamada "Las mil y una noches del mundo ind¨ªgena amaz¨®nico"; El universo sagrado, recopilado y reelaborado por Luis Urteaga Cabrera, de Cajamarca, quien convivi¨® diez a?os con los ind¨ªgenas shipibos; y las recopilaciones Yaunchuck I y II que recoge la literatura oral de los j¨ªbaros huambisa, publicadas en 1994.
En la regi¨®n brasile?a y venezolana, el etn¨®grafo alem¨¢n Koch-Gruneberg recogi¨® las leyendas e historias de los ind¨ªgenas taulipangues y arecun¨¢s, que dieron a conocer un mundo rico de imaginaci¨®n y de conocimientos e inspiraron en Brasil a Mario de Andrade, en una semana inolvidable de 1928, su novela Macuna¨ªma. Es una rapsodia que mezcla el esp¨ªritu de los romances medievales y la atm¨®sfera de las ciudades fant¨¢sticas con el ritmo de la novela picaresca para producir una de las grandes fusiones literarias contempor¨¢neas. Su decurso es ejemplar por los rumbos que abre para la imaginaci¨®n: el h¨¦roe Macuna¨ªma, de la tribu de los tapanhumas, vence a C¨ª, la reina de las amazonas, la convierte en su esposa, y se apodera de la Muiraquit¨¢, la piedra en forma de caim¨¢n que da la felicidad. Un traficante de S?o Paulo, Venceslau Pietro Pietra (que es en realidad el monstruoso gigante Piaim¨¢), roba el talism¨¢n y hace que Macuna¨ªma y sus hermanos Maanepe y Jiqu¨¦ vayan a la ciudad a buscarlo y all¨ª lo derroten. El h¨¦roe recupera el talism¨¢n, pero al volver no encuentra ya su aldea, que ha sido devastada. Le cuenta toda su historia a un papagayo, antes de convertirse en una de las estrellas de la Osa Mayor, y el narrador confiesa al final que es aquel papagayo quien se la ha contado.
Ya el nombre del Amazonas logra ser testimonio suficiente de esa tradici¨®n de desplazamientos m¨ªticos. Que unas mujeres guerreras de Tracia o de Mitilene, que lucharon con Aquiles y con los centauros, hayan terminado dando su nombre al otro lado del mar al mayor r¨ªo del planeta es indicio suficiente de c¨®mo desde hace cinco siglos se funden nuestros s¨ªmbolos, de c¨®mo se condensan en nuevos relatos y met¨¢foras las memorias de dos hemisferios incomunicados por treinta mil a?os.
La selva es un laberinto insondable, pero el r¨ªo es un camino abierto, una inmensa v¨ªa de comunicaci¨®n que uni¨® desde siempre a los pueblos de la cuenca, y comunic¨® al mundo del Caribe con las regiones andinas. Las poblaciones y las lenguas del r¨ªo llegaron del mar, y as¨ª lo narran los distintos pueblos en el mito compartido de las grandes anacondas que entraron por la desembocadura y remontaron los cauces de agua.
Esta inmensa cuenca que hoy se reparten ocho pa¨ªses es un gran pa¨ªs en s¨ª misma, el mayor sistema de aguas dulces del planeta, y es comprensible que en el Amazonas todo sea superlativo: sus mil tributarios, su extensi¨®n, su caudal, el territorio que abarca y la selva que nutre. La cantidad de agua que mueve es una suerte de oc¨¦ano circulante; porque es una d¨¦cima parte del mundo que contiene sin embargo la mitad de su patrimonio biol¨®gico.
Grandes hechos de la historia suelen ser inesperados y pasar casi inadvertidos. Fray Gaspar de Carvajal no se habr¨ªa atrevido a compararse con los altos autores del Siglo de Oro espa?ol, pero es hoy el s¨ªmbolo de la curiosidad con que la lengua espa?ola registr¨® el descubrimiento del r¨ªo m¨¢s largo y caudaloso del mundo y de la selva que lo ci?e. Fray Gaspar no era un literato; s¨®lo su afici¨®n a registrar todo lo que ocurr¨ªa lo convirti¨® en cronista accidental de una expedici¨®n fabulosa, la de Gonzalo Pizarro en busca del Pa¨ªs de la Canela m¨¢s all¨¢ de los montes nevados de Quito. Los infinitos caneleros no exist¨ªan, y en vez de un bosque rojo de una sola especie los viajeros encontraron la selva amaz¨®nica, la mayor variedad de plantas del mundo, pero en aquellos tiempos esa no era una buena noticia: necesitaban oro, met¨¢lico o vegetal, y lo necesitaban enseguida.
Orellana fue desde entonces uno de los personajes de la literatura amaz¨®nica, y su car¨¢cter ha oscilado en las letras entre el h¨¦roe abnegado y sutil, conocedor de lenguas y gran caudillo de hombres del relato de Carvajal, hasta el villano que premeditadamente traiciona a Pizarro y huye con el barco de la expedici¨®n llev¨¢ndose cien mil pesos de oro, la paga de los soldados, y las piedras preciosas que hab¨ªan obtenido por las monta?as, en cr¨®nicas como la Historia del reino de Quito de Juan de Velasco.
Veinte a?os despu¨¦s del viaje de Orellana vino la expedici¨®n al Amazonas de Pedro de Urs¨²a, que dio origen al ciclo literario de Lope de Aguirre. El navarro Urs¨²a, quien hab¨ªa guerreado diez a?os en tierras de lo que hoy es Colombia, intent¨® en 1561 repetir la aventura de Orellana y buscar el pa¨ªs del hombre de oro, pero cometi¨® dos errores, llevarse en su expedici¨®n a la mujer m¨¢s bella del Per¨², la mestiza In¨¦s de Atienza, con sus doncellas, y reclutar, entre otros villanos, a Lope de Aguirre, quien encabez¨® la sublevaci¨®n que dio muerte a los dos amantes, se apoder¨® de la expedici¨®n, hizo un viaje sanguinario, y provoc¨® libros como La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, de Ram¨®n J. Sender; Lope de Aguirre, pr¨ªncipe de la libertad, de Miguel Otero Silva; El camino de El Dorado, de Arturo Uslar Pietri; Los mara?ones de Ciro Bayo, y pel¨ªculas como Aguirre, la c¨®lera de Dios, de Werner Herzog, o El Dorado, de Carlos Saura. Urs¨²a y Aguirre tuvieron sus cronistas: Francisco V¨¢squez, Pedrarias de Almesto, Toribio de Ortiguera, Custodio Hern¨¢ndez, Pedro de Mungu¨ªa y Gonzalo de Z¨²?iga, quien tambi¨¦n escribi¨® un poema, La jornada del Mara?¨®n.
Algunos de estos episodios fueron versificados temprano en el poema m¨¢s extenso de la lengua espa?ola, Eleg¨ªas de varones ilustres de Indias, de Juan de Castellanos, la m¨¢s vasta y ambiciosa cr¨®nica de la conquista americana, el poema que descubri¨® Am¨¦rica para la poes¨ªa, y una de las obras m¨¢s singulares de la literatura universal. De este gran poema se han nutrido por siglos cronistas e historiadores como fray Pedro Sim¨®n en sus Noticias historiales, y fray Pedro de Aguado, cuya reconstrucci¨®n del ciclo de Urs¨²a y Aguirre ocupa cuatrocientas p¨¢ginas de su Recopilaci¨®n historial. Existe tambi¨¦n la obra in¨¦dita El Mara?¨®n, de Diego de Aguilar y C¨®rdoba, 1578, y el Nuevo descubrimiento del Amazonas, 1641, de Crist¨®bal de Acu?a.
Los ocho pa¨ªses de la cuenca tienen cada uno una notable literatura amaz¨®nica. Baste mencionar la novela Do?a B¨¢rbara (1929) de R¨®mulo Gallegos, cuyo tema no es la selva y el r¨ªo, pero s¨ª la lucha entre la fuerza incontrolable de la naturaleza y el esfuerzo humano por someterla a sus leyes. No es extra?o que en su personaje central se sienta vagamente volver la leyenda de la amazona, dominadora de hombres. Un lugar destacado ocupa la novela La vor¨¢gine (1924), de Jos¨¦ Eustasio Rivera, cuyo escenario s¨ª es la selva, pero cuyo infierno son menos los laberintos vegetales que el horror de las caucher¨ªas donde las fuerzas del progreso masacraron a centenares de miles de ind¨ªgenas. Larga es la lista de novelas, relatos y poemas que giran sobre el poder de la selva, pero el tema volvi¨® renovado en La casa verde, de Mario Vargas Llosa, cuya prosa densa, abigarrada, cambiante, es como esa mara?a en la que ocurren intempestivamente las cosas; donde formas, colores, temperaturas, aromas, seres, gestos y pensamientos se organizan y fluyen haciendo del lenguaje un tejido poderoso y org¨¢nico. Hay en esta obra un esfuerzo evidente por lograr que la realidad de la selva se apodere del lenguaje, y all¨ª, en vigoroso contrapunto, el r¨ªo y la selva son lo sucesivo y lo simult¨¢neo, lo uno y lo m¨²ltiple, lo homog¨¦neo y lo diverso, lo que avanza hacia un fin y lo que siempre se repite, camino y laberinto, historia y mito.
Lo mismo puede decirse de la obra monumental de Euclides da Cunha, Los sertones, de 1902. Libros donde la tierra no es paisaje sino un personaje m¨¢s poderoso que los otros, una fuerza que invade la lengua y le da su textura y su poder, de modo que lo que ocurre no puede separarse jam¨¢s de c¨®mo ocurre. Novelas mestizas y mulatas como las de Faulkner, novelas r¨ªo llenas de savia y sangre, de la vegetaci¨®n macerada y los enigmas de la tierra fecunda, donde casi no alcanzan los tropos literarios de la tradici¨®n para dar cuenta de un mundo inabarcable, de fecundidad destructora.
Los sertones es la historia de c¨®mo treinta mil hombres asediados por la sequ¨ªa, maltratados por la pobreza y humillados por los se?ores, se atrincheraron en la regi¨®n de Canudos y vivieron en comunidad esperando el fin del mundo bajo los sermones inspirados del predicador campesino Antonio Conselheiro, y fueron masacrados por el ej¨¦rcito de la joven rep¨²blica acusados de pretender restaurar la monarqu¨ªa, cuando no eran m¨¢s que pobres exaltados y m¨ªsticos excluidos por una sociedad despiadada. Este mismo tema de la aventura de Conselheiro fue recreado en La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa.
Ya el Amazonas no es s¨®lo tema de historias locales sino escenario de una gran literatura mundial. Desde los primeros cronistas del siglo XVI, pasando por los misioneros del XVII, exploradores del XVIII y el XIX como Alejandro de Humboldt, que combinaron la curiosidad de la Ilustraci¨®n con la pasi¨®n del Romanticismo, novelistas como Julio Verne, Ram¨®n J. Sender y Hartzell Spence, hasta antrop¨®logos, etn¨®logos, ge¨®grafos y bot¨¢nicos del siglo XX, como Wade Davis, autor de la monumental obra El r¨ªo, el mundo amaz¨®nico se ha convertido en un gran tema de estudio y reflexi¨®n a medida que la degradaci¨®n de la naturaleza planetaria y el cambio clim¨¢tico lo se?alan como la gran reserva de respuestas para los desaf¨ªos de la ¨¦poca.
Diario de la Amazon¨ªa. Roger Casement. Edici¨®n de Angus Mitchell y traducci¨®n de Sonia Fern¨¢ndez (Ediciones del Viento). Diario del Amazonas. Roger Casement. Traducci¨®n de Cristina O?oro y Stella Ramos (Funambulista). William Ospina (Padua, Colombia-1954) gan¨® en 2009 el premio R¨®mulo Gallegos con El Pa¨ªs de la Canela (Belacqua, 2009), segundo tomo de su trilog¨ªa sobre los viajes en el Amazonas del siglo XVI, que abri¨® con Urs¨²a y se completar¨¢ con La serpiente sin ojos.
La Amazonia
- La cuenca se expande por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana francesa, Per¨², Suriname y Venezuela.
- Es el r¨ªo m¨¢s largo del mundo (6.800 kil¨®metros) -seg¨²n las ¨²ltimas mediciones- y m¨¢s caudaloso (230.000 metros c¨²bicos por segundo).
- Proporciona la quinta parte de toda el agua dulce mundial, m¨¢s que las del Misisipi, el Nilo y el Yangtze juntos. Cuenta con 1.100 r¨ªos tributarios de importancia.
- Su ¨¢rea es de aproximadamente 7.989.000 kil¨®metros cuadrados, un 40% de la extensi¨®n de Sudam¨¦rica.
- Alberga la d¨¦cima parte de todos los bosques del planeta.
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