Blancos de la magia negra
Eran tres. Entraron en la choza y empezaron a golpearnos a todos. Uno llevaba una botella de queroseno. Me agarraron entre los tres. Me inmovilizaron y empezaron a cortarme el brazo a machetazos. Cuando acabaron salieron corriendo con mi brazo y gritaron a mi madre que me echara el queroseno en la herida hasta que cauterizara y dejara de sangrar. Yo ya estaba desmayada...". Kabula Nkalango, de 14 a?os y albina, tiene la mirada triste y una sonrisa forzada de quien ha visto el Horror y ya no espera nada sano de esta vida. Lleva un a?o en una escuela especial a 160 kil¨®metros del lago Victoria, en Tanzania. Un lugar de acogida e integraci¨®n para ni?os albinos traumatizados. Nunca antes hab¨ªa ido al colegio. Era analfabeta, aunque ahora ya es capaz de leer y hacer sumas y restas. "Cuando lleg¨® estaba psicol¨®gicamente devastada. Ten¨ªa pesadillas y se despertaba pensando en las caras de los hombres que le arrancaron de cuajo su brazo derecho", me dice Peter Ajali, el director de las escuelas Buhangiya.
Creen que si arrancan en vivo los ¨®rganos, potencian los efectos del conjuro
Para muchos son gafes, hijos del demonio o el subproducto de un adulterio
Hay piernas de albinos que acaban como detectores de metales en las minas de oro
"Nos gritan 'dili', diminutivo del ingl¨¦s 'deal', negocio. si me cortan la mano, hacen negocio"
Kabula habla pausado y no sostiene la mirada. Prefiere agachar la cabeza y cruzar su brazo izquierdo sobre el pecho, por encima del uniforme azul del colegio, como queriendo ocultar que le falta el otro brazo. Es t¨ªmida y recelosa, aunque sus profesores le insisten en que hable con el periodista porque, dicen, "el mundo tiene que saber lo que pasa aqu¨ª". Y lo que pasa en Tanzania es que el 60% de la poblaci¨®n cree en la brujer¨ªa, sobre todo en la llamada "brujer¨ªa muti", que en sus formas m¨¢s extremas utiliza partes humanas para sus conjuros y brebajes. Desde hace unos a?os, los hechiceros que la practican han se?alado a los albinos, un sector social especialmente estigmatizado en ese pa¨ªs, como los objetivos m¨¢s f¨¢ciles para este tipo de magia negra. Lo m¨¢s normal es que se profanen las tumbas de los albinos fallecidos por accidente o enfermedad para as¨ª robar sus huesos y d¨¢rselos a esos chamanes. Pero el verdadero muti, para que sea realmente efectivo, necesita que los ¨®rganos o miembros humanos se arranquen en vivo para que los gritos y el dolor del sacrificado potencien el efecto del conjuro. Por eso los traficantes de ¨®rganos que atacaron a Kabula le dieron una botella de queroseno a su madre, porque su misi¨®n no era matarla, sino mutilarla, lo cual no les hace menos crueles, pero s¨ª demuestra el grado de deshumanizaci¨®n y locura al que pueden llevar unas creencias ancestrales: "No nos eches la culpa, nos env¨ªan solo para cortarle el brazo, no queremos matarla", le gritaron a la madre de Kabula, que tuvo la suerte de sobrevivir.
ASESINATOS RITUALES Y SACRIFICIOS
Ha habido al menos 60 asesinatos rituales de albinos en Tanzania en los ¨²ltimos tres a?os, 16 en Burundi, 7 en Kenia. Estos son los muertos comprobados e investigados por las diferentes polic¨ªas, pero varias ONG calculan que los sacrificios humanos pueden haber sido centenares, porque los ocurridos en las zonas m¨¢s remotas y aisladas ni son tenidos en cuenta. "La culpa la tienen todos los mitos extendidos por los brujos de que los albinos tienen algunos poderes m¨¢gicos y que sus ¨®rganos pueden utilizarse en pociones m¨¢gicas para conseguir que los ricos sean m¨¢s ricos o triunfen", asegura Vicky Ntetema, directora de la Fundaci¨®n Under the Same Sun (Bajo el Mismo Sol) y antigua delegada de la BBC en Dar es Salam. Hace cuatro a?os realiz¨® la primera denuncia period¨ªstica sobre la persecuci¨®n de los albinos en Tanzania grabando con c¨¢mara oculta a varios brujos que hac¨ªan magia negra con humanos. Desde entonces lleva escolta, ha dejado el periodismo y ayuda a este colectivo.
La sede de su ONG est¨¢ rodeada de vallas electrificadas y guardias de seguridad porque 10 de los 14 miembros de su equipo son albinos. Para Vicky, la permisividad de la Administraci¨®n tanzana con esos brujos tiene una explicaci¨®n clara: "Hay gente en el Gobierno bien formada, bien educada, que cree en los brujos. ?Pol¨ªticos, ministros, l¨ªderes religiosos, polic¨ªas y empresarios acuden a ellos! Hay pol¨ªticos que visitan a los brujos durante las campa?as electorales para beber las pociones m¨¢gicas que supuestamente les har¨¢n ganar las elecciones. ?Y luego esa gente es la que tiene que decidir si a los brujos se les permite o no continuar con sus pr¨¢cticas...!". No es una denuncia en falso. El ¨²nico diputado albino elegido en las urnas, Salum Khalfan Barwani, por el partido de la oposici¨®n al presidente Jakaya Kikwete, nos coment¨® en su oficina que ¨¦l hab¨ªa ganado su esca?o "sin recurrir a la brujer¨ªa, no como otros diputados del Parlamento".
El albinismo es un trastorno gen¨¦tico hereditario, una falta de pigmentaci¨®n en la piel, el pelo y los ojos. En Europa lo sufre una de cada 20.000 personas, pero en Tanzania hay un caso cada 4.000 habitantes. El Gobierno ya ha censado a unos 8.000 albinos, pero la Sociedad Tanzana de Albinos, una instituci¨®n financiada con dinero p¨²blico, calcula que hay unos 160.000.
En nuestro mundo, un albino es uno m¨¢s, pero en Tanzania, como en casi toda ?frica del este, un albino es un ser inferior. En este pa¨ªs, por el que pasan 600.000 turistas al a?o para ver el Serengeti o el Kilimanjaro o la isla de Zanz¨ªbar, muchos creen que los albinos son una maldici¨®n divina, o que son gafes que traen mala suerte, o que son hijos del demonio, o que son, simplemente, subproductos de un adulterio o una enfermedad ven¨¦rea. En Tanzania, los albinos son discriminados, segregados y en muchos casos perseguidos, asesinados o mutilados. Los mitos construidos sobre su supuesto car¨¢cter sobrenatural y mal¨¦fico no tienen ning¨²n sentido, pero de alguna manera han calado entre la poblaci¨®n. Por eso los asesinos de albinos act¨²an con enorme impunidad, porque cuando a un colectivo se le estigmatiza en la categor¨ªa de infrahumano es f¨¢cil pasar, sin demasiados prejuicios, a la fase del eliminacionismo.
LOS ALBINOS NO MUEREN, DESAPARECEN
Que los albinos no son humanos, sino fantasmas o presencias espectrales, es una de las leyendas m¨¢s comunes sobre ellos. De hecho, en las zonas rurales se tiene la convicci¨®n de que un hijo albino es una condena de mala suerte para toda la familia. As¨ª que a ese ni?o se le aparta de la familia, se le aleja al establo, con los animales, y se espera hasta que se desvanezca, porque, seg¨²n esta creencia, los albinos no mueren, sino que desaparecen: "Mira, te voy a explicar de d¨®nde viene ese mito est¨²pido", dice Babu Sikare, un albino tanzano que vive en Estados Unidos. "La raz¨®n es que, tiempo atr¨¢s, realmente s¨ª que desaparec¨ªamos... ?pero porque nos sol¨ªan matar...! Y despu¨¦s de asesinarnos nos desmembraban y hac¨ªan desaparecer los cuerpos. Nos mataban y luego dec¨ªan que nos hab¨ªamos desvanecido, porque no se nos volv¨ªa a ver... No se persegu¨ªa a nadie, no hab¨ªa prensa detr¨¢s como t¨² ahora. Y la gente se cre¨ªa que nos evapor¨¢bamos...".
Babu tuvo la suerte de nacer en la capital, Dar es Salam, en el seno de una familia que lo quiso y lo trat¨® como uno m¨¢s. Fue el n¨²mero uno en su clase y consigui¨® una beca para estudiar en Ohio (EE UU), donde trabaja en un banco de inversiones. Lo que peor lleva es que la gente crea que traen mala suerte. En sus ratos libres es cantante de rap bajo el nombre de Albino Fulani (Un Albino Cualquiera); pasearse con ¨¦l por un mercado de Dar es Salam es como llevar una diana de desprecio en la espalda. En mi escaso suajili puedo escuchar c¨®mo, a nuestro paso, muchos individuos susurran la palabra wazungu, una expresi¨®n despectiva de la ¨¦poca colonial que podr¨ªamos traducir por "putos blancos": "La gente me llama de todo. Me dicen zeru, zeru, que significa cero, o sea, nada. Me llaman kaburu, que en Sud¨¢frica era el insulto a los blancos racistas. Y ahora tienen una nueva expresi¨®n, nos gritan dili, un diminutivo del ingl¨¦s deal, es decir, negocio. Muchos me ven como un negocio, un business. Si me cortan la mano, hacen negocio. Pillan pasta. As¨ª que no te sorprendas si vamos por la calle y alguien grita: '?Ei, Dili!'. Se refieren a m¨ª, amigo, no a ti".
?Pero qui¨¦n usa este tipo de brujer¨ªa asesina? Est¨¢ claro que en una sociedad atrasada cualquier supercher¨ªa se puede convertir en dogma, pero no se puede decir que esta sea una brujer¨ªa de las clases bajas. En Tanzania, un pa¨ªs donde el 80% de la poblaci¨®n vive en el umbral de la pobreza, no todo el mundo puede pagar 800 euros por una mano o 1.600 por una pierna, que es como se cotizan actualmente los ¨®rganos de albinos en el mercado negro. Son muchos los que creen en la magia negra, incluso en las capas m¨¢s altas de la sociedad. Pero casi todas las investigaciones apuntan a que son los mineros del interior y los pescadores del lago Victoria los que m¨¢s recurren a esa magia para tener suerte y riqueza.
"Todos grit¨¢bamos, pero no pod¨ªamos hacer nada. Mis padres hab¨ªan fallecido, viv¨ªamos con mi t¨ªa, que estaba aterrorizada", me cuenta Tyndi Mbushi. Ella es albina, de la regi¨®n de Geyta, donde las minas de oro son el sustento de la poblaci¨®n. A ella no la tocaron porque el alboroto asust¨® a los liquidadores, pero s¨ª tuvieron tiempo de cortar a machetazos la pierna derecha de su hermana Bibiana. "Tambi¨¦n intentaron cortarle la izquierda, pero cuando nos pusimos todos a gritar salieron corriendo solo con una pierna. Bueno, con la pierna y con los dos dedos que le cortaron al intentar poner la mano para defenderse".
Hablan con toda su familia de adopci¨®n arrop¨¢ndolas y d¨¢ndoles cari?o. Bibiana prefiere dejar a su hermana el relato gr¨¢fico de los hechos. Un relato desgarrador en una ni?a de apenas 12 a?os. Quiz¨¢ por eso, por ser tan peque?a, lo cuenta de esa manera tan directa y horrible, sin adjetivos y sin detalles. Bibiana me ense?a los terribles costurones que le dejaron los dos machetazos en su pierna izquierda, justo por la ingle, mientras se apoya en la muleta que le ayuda a andar. "De mayor quiero ser banquera para ayudar a mi familia y a las personas pobres", dice con una tremenda ingenuidad. Le pregunto qu¨¦ siente por los hombres que la mutilaron, si rencor, odio o quiz¨¢ perd¨®n, y me contesta con un sonoro silencio que probablemente contiene muchas m¨¢s opciones de las que yo le he planteado.
POLVO PARA ATRAER LA PESCA
?Pudo la pierna de Bibiana acabar como una especie de detector de metales en alguna mina de oro? ?Pudo su sangre ser vertida en una galer¨ªa oscura para intentar encontrar la veta buena que sacara a unos mineros sin escr¨²pulos de su miserable existencia? Bibiana nunca lo sabr¨¢. Ella ha sobrevivido. Es otro ejemplo que contradice la leyenda de que los albinos se desvanecen. El mito de que son almas negras encerradas en cuerpos l¨ªvidos esperando encontrar otro organismo que colonizar.
"Es una leyenda muy conocida que los trozos de albino traen buena suerte. Es una tradici¨®n que viene de siglos, de nuestros padres y abuelos, cuando nos dec¨ªan que los albinos simplemente desaparec¨ªan", reconoce Waega Makuruka, un pescador del lago Victoria que accede a hablar sobre el tema en una apartada cala llena de pescadores furtivos. No somos bien recibidos en esa playa. Somos blancos, llevamos c¨¢maras, somos un im¨¢n para la polic¨ªa... Algunos nos gritan que no les enfoquemos para no ser reconocidos; otros, que nos vayamos. "A m¨ª me han dicho que se utilizan huesos de albino, pero no s¨¦ qu¨¦ partes realmente". Waega habla de soslayo y con titubeos, porque muchos de sus compa?eros intentan acercarse para escuchar lo que dice y saber si habla de m¨¢s.
El contacto que nos ha llevado hasta all¨ª ha sido rotundo: "Aqu¨ª todo el mundo cree en esa brujer¨ªa". La zona de Mwanza se hizo famosa gracias al documental La pesadilla de Darwin, que retrataba la pesca a destajo de la perca del Nilo para su exportaci¨®n, dejando a los habitantes locales para alimentarse apenas las raspas. Son esos pescadores, seg¨²n Ntetema, los que acuden a los brujos para encontrar los bancos de peces: "Deshuesan las manos cortadas, muelen los huesos, y ese polvo lo esparcen por... lo que sea, el mar, el lago, para que el pescador haga m¨¢s capturas... Pero tambi¨¦n usan el pelo rubio, pelo de cabeza de albino. Primero lo fr¨ªen, luego lo raspan y despu¨¦s lo espolvorean por donde creen que est¨¢ el banco de peces".
Dagumoto es la palabra utilizada en la jerga de los hechiceros para denominar los asesinatos por encargo o los sacrificios rituales. Masalu Luponya es un brujo de la zona de Geita acusado hace unos meses de encargar el asesinato de un albino. Finalmente fue liberado por falta de pruebas. Cuando le pregunto si es un brujo malo o un brujo bueno, enseguida me hace la distinci¨®n: "La brujer¨ªa buena utiliza ra¨ªces y animales, la mala utiliza ¨¢rboles y personas humanas. Yo soy de los buenos". Luponya es alto, de sonrisa franca, de mirada directa y chispeante, y un gran anfitri¨®n. Sabe caer bien, condici¨®n indispensable para un buen embaucador. No le va nada mal el negocio de brujo. Tiene varias chozas y un enorme terreno de cultivo donde est¨¢n enterrados sus antepasados. Cuando llegamos est¨¢ delante de esas tumbas, porque dice que sus ancestros le cuentan qui¨¦n viene a visitarle y por qu¨¦. Le arranco la primera carcajada cuando le digo que mi contacto le llam¨® ayer al m¨®vil y que por eso sab¨ªa que ven¨ªamos.
Nos hace pasar a la choza donde recibe a sus, llam¨¦mosles, pacientes. Enseguida me muestra todo su arsenal de alquimista, todos sus abalorios de curandero y toda su ret¨®rica para defender que la magia negra es muy peligrosa, y que solo los m¨¢s expertos pueden usar porque, si no, sus efectos pueden ser devastadores: "Los asesinatos vienen de hace mucho, mucho tiempo. Primero iban a por las embarazadas; despu¨¦s, a por los calvos; luego, a por la gente que ten¨ªa una marca como una M en la mano, y despu¨¦s comenzaron con los albinos". El hechicero Luponya habla con vehemencia. Controlando sus silencios y jugando con las pausas dram¨¢ticas. Mira a los ojos directamente, pero eso, que en otro interlocutor ser¨ªa una cortes¨ªa o una se?al de franqueza o de seguridad en s¨ª mismo, me produce cierto desasosiego. Como si su mirada me taladrara y estuviera tocando mi alma. Al salir de la choza me invita a probar un brebaje, un ant¨ªdoto para venenos, dice, que rechazo cort¨¦smente.
CANIBALISMO, VAMPIRISMO Y MAGIA NEGRA
Muy cerca de los dominios del brujo, a escasos kil¨®metros del parque nacional de Serengeti, ocurri¨® uno de los sucesos m¨¢s estremecedores en esta persecuci¨®n delirante contra los albinos. Mariam Emanuel, de cinco a?os, fue asesinada en la choza de su abuelo delante de su hermana. Nindhi, que no padece albinismo, pudo ver todo lo que ocurr¨ªa desde un rinc¨®n de la habitaci¨®n e incluso reconocer a uno de los asesinos, Kazimili Mashauri, un individuo de la misma aldea, que fue condenado a muerte el a?o pasado.
Encontramos a Nindhi en otro colegio privado de acogida, acompa?ada de su tutor, que le anima a contarnos lo que pas¨® tal y como lo hizo ante el juez: "Me taparon la cabeza con una manta, pero la abr¨ª un poco para ver qu¨¦ estaban haciendo. Los asesinos taparon la boca de Mariam y con un cuchillo la degollaron. Entonces uno de ellos recogi¨® en un cazo toda la sangre que sal¨ªa de su cuello y cuando se llen¨®, empezaron a beb¨¦rsela. Uno detr¨¢s del otro. Cuando terminaron de beber la sangre sacaron una bolsa grande y cortaron a hachazos las piernas de Mariam. Yo creo que ya estaba muerta. Las metieron dentro y huyeron". Lo cuenta de corrido mientras nosotros contenemos la respiraci¨®n. Aunque el griter¨ªo de los ni?os en el patio del colegio es ensordecedor, todo parece detenerse en cuanto esta ni?a, tan peque?a y tan adulta, se pone a hablar. Me despido de ella con la preocupaci¨®n de haberla desestabilizado, aunque el director nos dice que no nos preocupemos. Tiene asimilado lo que pas¨®, nos asegura, es una buena estudiante y saldr¨¢ adelante. Y nos recomienda que vayamos a visitar al abuelo.
La aldea de Ngalongo no est¨¢ lejos de Mwanza ni lejos del lago Victoria, donde probablemente acabaron los miembros de Mariam. Son apenas una decena de chozas de familias pobres que viven en una econom¨ªa de subsistencia. Cuando llegamos a la casucha donde viv¨ªa la cr¨ªa, su abuelo, Mabula Fimbo, de 78 a?os, est¨¢ comiendo una pasta de flor de yuca mezclada con ma¨ªz. "Comida de pobres", me dice ofreciendo una cucharada.
"Claro que conoc¨ªa al asesino. ?ramos m¨¢s que amigos. De hecho, ¨¦ramos medio parientes... Solo espero que haya alg¨²n tipo de justicia divina", relata con un hablar cansado. Mabula nos cuenta que el tipo sigue en la c¨¢rcel a la espera de ejecuci¨®n. Que en el juicio no reconoci¨® los hechos, ni por qu¨¦ lo hizo. Que cada vez que ve a sus familiares siente una mezcla de odio y tristeza, pero que no puede hacer nada. Todas las pertenencias de este hombre, que cr¨ªa unas cabras para sobrevivir, caben en una maleta que tiene semicerrada en uno de los dos cuartos de la choza.
Le pido que me ense?e la tumba de Mariam y le pregunto si no teme que intenten profanarla. Me mira, me lanza algo lejanamente parecido a una sonrisa de complicidad y me pide que le acompa?e a su cuarto.
Al entrar se agacha, levanta el jerg¨®n sucio donde duerme y me ense?a, ah¨ª, debajo de su propia cama, la tumba de su nieta Mariam. Ante mi cara de estupor, agachado delante del colch¨®n, mirando ese suelo duro donde no hay l¨¢pida, ni flores, ni velas, me susurra: "Es que si la entierro ah¨ª fuera, seguro que acabar¨ªan profan¨¢ndola y llev¨¢ndose sus huesos".
Mientras le ayudo a bajar la cama, me pregunto a qu¨¦ extremos de amor y devoci¨®n hay que llegar para enterrar a alguien dentro de casa. Qu¨¦ desolaci¨®n hay que sufrir para dormir todas las noches con esa presencia et¨¦rea en la habitaci¨®n y qu¨¦ remordimiento por no haber podido evitar su muerte.
Canal + estrenar¨¢ el reportaje 'Blancos de la ira', sobre los albinos en Tanzania, de Jon Sistiaga, el 14 de septiembre, a las nueve de la noche.
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