"Cada vez menos gente quiere leer y m¨¢s desea escribir"
Los tel¨¦fonos m¨®viles han sido sustituidos por ?p?r?t, un dispositivo electr¨®nico que te permite descubrir a golpe de clic todo tipo de detalles sobre los desconocidos que te rodean: d¨®nde estudiaron, cu¨¢l es su nivel de colesterol, qu¨¦ han comprado o la postura que adoptaron en su ¨²ltima relaci¨®n sexual. La prenda de moda entre las j¨®venes son los llamados vaqueros piel de cebolla, completamente transparentes. El edificio de la ONU es un centro comercial gigante. The New York Times se ha convertido en una revista de estilo de vida. Las chabolas han vuelto a Central Park. Tanques con ametralladoras circulan por las avenidas neoyorquinas, plagadas de puestos de controles policiales y de unos singulares postes que informan sobre el nivel de cr¨¦dito del que dispone cada viandante. EE UU est¨¢ en guerra con Venezuela y un ¨²nico partido gobierna con pu?o de hierro el pa¨ªs e intenta guardar el tipo frente a los acreedores chinos. Este es el mundo que Gary Shteyngart (Leningrado, hoy San Petersburgo, 1972) describe en su tercera novela, Una s¨²per triste historia de amor verdadero (Duomo).
Shteyngart, uno de los 20 escritores estadounidenses menores de 40 a?os se?alados el a?o pasado por la revista The New Yorker como los mejores de la nueva generaci¨®n, es menudo y rebosa energ¨ªa verbal. Lleva gafas, viste vaqueros, una camisa de cuadros y deportivas, ropa de fibras naturales, como le gusta a Eunice, la protagonista femenina de su novela. Ir¨®nico y nervioso, salta con destreza de una idea a otra. Ya lleva 120 lecturas p¨²blicas de su libro, que ha tenido una excelente acogida cr¨ªtica y comercial. No parece en absoluto cansado. "Empec¨¦ a escribirlo en 2006 y dos a?os despu¨¦s vi que la realidad estaba superando lo que imaginaba y tuve que pintar un mundo mucho peor", explica divertido. "Creo que acert¨¦ con lo de los chinos. Ahora nuestros mercados est¨¢n ligados y no pueden deshacerse de nuestros bonos pero si desarrollan una clase media de 500 millones de personas, ?qui¨¦n nos necesitar¨¢ como consumidores? Hay un optimismo rid¨ªculo en EE UU, la gente cree desde hace m¨¢s de un siglo que si trabajas realmente duro y te portas bien acabar¨¢s siendo millonario. Vivimos en una realidad falsa y mucha gente a¨²n vota como si fueran millonarios en potencia".
Shteyngart habla sentado en el sal¨®n de su apartamento pr¨®ximo a Gramercy Park en Nueva York. Antes, como Lenny, el h¨¦roe de su novela, viv¨ªa en los bloques de Stuyvestant junto al East River. Y como ¨¦l, el escritor tiene una gran estanter¨ªa repleta de libros -algo que convierte a Lenny en un bicho raro, anclado en el pasado, fan¨¢tico de esos objetos que todo el mundo desprecia por el hedor a tinta y que por supuesto nadie lee-. Adem¨¢s de la pasi¨®n lectora, Shteyngart comparte con su personaje su origen de inmigrante jud¨ªo ruso. "Los asquenaz¨ªes sovi¨¦ticos son la gente m¨¢s pesimista que uno puede encontrar. Creo que la mezcla del lado americano con esto me da un buen equilibrio", asegura. Lleg¨® a EE UU a los siete a?os y ya hac¨ªa dos que hab¨ªa escrito su primer cuento largo: una historia en la que Lenin se hac¨ªa amigo de un ganso m¨¢gico y juntos intentaban invadir Finlandia para llevar el r¨¦gimen comunista, aunque acababan peleados y el padre de la revoluci¨®n se com¨ªa al ganso. "Me lo encarg¨® mi abuela y me pag¨® con trocitos de queso", cuenta.
Shteyngart todav¨ªa defiende el papel de la pol¨ªtica en su literatura. "Es lo que me interesa. Crec¨ª en la URSS y luego me traslad¨¦ a la Am¨¦rica de Reagan. Lo que conozco son grandes imperios e ideas pol¨ªticas que van terriblemente mal". Sin embargo, el punto de partida de Una s¨²per triste historia de amor verdadero fue la muerte del libro y de la lectura. Imagin¨® a un nost¨¢lgico Lenny que se resiste a dejar de leer, enamorado de Eunice, una bella joven de origen coreano inmersa en las nuevas tecnolog¨ªas.
Antes de dedicarse profesionalmente a la literatura Shteyngart trabaj¨® como pasante en un despacho de abogados. Dice que aquello le provoc¨® una crisis nerviosa de la que se recuper¨® en la costa valenciana. A su primera novela, El manual del debutante ruso, le sigui¨® Absurdist¨¢n, ambas en Alfaguara. Tambi¨¦n ha escrito un buen n¨²mero de art¨ªculos de viajes. Le gusta trabajar en la cama. Cada a?o visita Rusia. Ahora prepara un libro de no ficci¨®n sobre su infancia y trabaja en un episodio piloto para una nueva serie de HBO. Adem¨¢s, imparte cursos en la Universidad de Columbia y all¨ª ha tenido como alumno a James Franco. El actor participa en un v¨ªdeo promocional de la nueva novela en el que el escritor, supuestamente analfabeto, ense?a a sus alumnos a comportarse en una fiesta de The Paris Review.
PREGUNTA. ?La mejor manera de construir una s¨¢tira sobre EE UU es a trav¨¦s de una historia de amor?
RESPUESTA. S¨ª, mira 1984 y Un mundo feliz, esta ¨²ltima es m¨¢s inteligente con respecto a las ideas. Pero recuerdo la novela de Orwell mucho mejor porque hay una pareja de enamorados, en contra de la sociedad, del Gran Hermano. Ahora no es necesario espiar porque toda la informaci¨®n ya est¨¢ expuesta. Las personas han pasado a ser datos con piernas.
P. ?Se pregunta por qu¨¦ quieren aprender a escribir sus alumnos?
R. En EE UU cada vez menos gente quiere leer y m¨¢s quieren escribir. Es casi como un videojuego en el que la gente pretende ser el h¨¦roe, no el escenario. La revista Tin House exige una factura de la compra de un libro en los ¨²ltimos tres meses a los autores que env¨ªan su trabajo.
P. Sus personajes leen a Kundera.
R. Yo lo le¨ª cuando era muy joven y a esa edad uno es muy pol¨ªtico y er¨®tico al mismo tiempo. Pens¨¦ que estar¨ªa bien poner a Lenny tratando de crear una situaci¨®n er¨®tica con Eunice mientras leen.
P. La novela alterna el diario de Lenny con los chats y correos electr¨®nicos de su novia. ?Qu¨¦ ritmo buscaba en el libro?
R. Lenny escribe cosas ¨ªntimas y ella cosas muy salidas que van dirigidas a alguien sin que se le mueva una pesta?a. Quer¨ªa un d¨²o entre dos personas, pero muchos lectores lo ven como fragmentario y agradecen no tener que escuchar a una sola voz pensando.
P. Contrat¨® a un profesor de Facebook. ?Le ayud¨® alguien con el tono de Eunice?
R. Con salir al pasillo despu¨¦s de clase y escuchar es suficiente. Adem¨¢s, he tenido muchas novias de California.
Una de las clases que Shteyngart imparte en la universidad es sobre lo que denomina "literatura del hombre hist¨¦rico". All¨ª repasa el trabajo de Philip Roth, Saul Bellow, Mordecai Richler y Martin Amis, entre otros. El texto introductorio al curso sostiene que los hombres escritores llevan alg¨²n tiempo aullando furiosos en primera persona. Qu¨¦ aporta vitalidad al h¨¦roe hist¨¦rico es una de las cuestiones que tratan de dilucidar. Shteyngart solo incluye Absurdist¨¢n en este grupo. Habla fascinado y con cierta nostalgia de una ¨¦poca en la que los libros marcaban generaciones enteras y gobernaban la vida de millones de personas. "La gente hablaba de la ¨²ltima novela de Bellow en la oficina. ?Imaginas eso ahora? Era un mundo distinto. Deb¨ªa ser agradable tener un papel no marginal en la cultura".
P. ?La exageraci¨®n ofrece un retrato m¨¢s realista?
R. No exagero tanto como podr¨ªa parecer. En este libro y en el anterior se trata casi de periodismo. Hice un mont¨®n de entrevistas y he pasado mucho tiempo yendo a sitios. Cada p¨¢gina tiene detr¨¢s cientos de notas. Hay muchos escritores que no abandonan sus confines, ya sea Brooklyn o Barcelona, y piensan que el mundo es de una determinada manera, pero la verdad es que es bastante peor.
P. ?Esa l¨ªnea delgada entre realidad y ficci¨®n, entre documentar e imaginar, entre la literatura de no ficci¨®n o la literatura inspirada en la realidad es lo que mejor define el presente?
R. Formo parte de una generaci¨®n de escritores que no somos inmigrantes sino escritores globales. Es como lo que Stalin llamaba el desarraigo cosmopolita jud¨ªo, es donde estamos.
P. ?Tiene el humor alguna contrapartida?
R. Nadie se lo toma en serio en EE UU, es como: "Mira, un gracioso, que Dios le ayude". En el Reino Unido lo aprecian m¨¢s.
P. Defiende que escribe para entretener. ?Por qu¨¦?
R. No quiero que la literatura se convierta como la poes¨ªa en un gueto intelectual y que lean solo quienes intentan escribir. Me parece bien la literatura experimental y compleja, pero no tiene por qu¨¦ ser lo que predomine. Quiero que la ficci¨®n sea interesante.
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