La mesa est¨¢ servida
Constantin Brancusi, escultor de obras que insin¨²an la levedad del vuelo de un p¨¢jaro, se plante¨® el problema de c¨®mo presentar sus et¨¦reas y tersas piezas a la altura de la vista de los espectadores sin apoyarlas en plintos, esos artefactos falsos que impostan la escultura sobre un volumen de dudosa materialidad. La soluci¨®n fue embeber la obra en el pedestal, llegando incluso a que la obra fuera una especie de pedestal infinito. Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) ha seguido una l¨®gica parecida a la de Brancusi al realizar un elemento contundente sobre el que apoyar y disponer un conjunto heterog¨¦neo de obras, construyendo para ello una enorme mesa que no es tanto un sustituto de los pedestales como la creaci¨®n de un espacio necesario para que esas obras, ejecutadas con diferentes materiales y formas, puedan dialogar entre ellas y a la vez generar un discurso que dote de coherencia y continuidad conceptual al conjunto.
Gr¨¢vido o liviano
Juan Navarro Baldeweg
Museo Jorge Oteiza
De la Cuesta, 7. Alzuza (Navarra)
Hasta el 11 de septiembre
Al final, la exposici¨®n muestra una enorme mesa. Una pieza formada por cuatro gruesas vigas de madera de pino que sostienen, a un metro y treinta cent¨ªmetros del suelo, un tablero de arce de nueve metros y medio de longitud. Una mesa para gigantes cuyo tama?o insin¨²a la escala de un territorio. Sobre ella se ubican 31 piezas que, al menos en comparaci¨®n con ella, parecen pertenecer a la escala reducida de los juguetes. La contraposici¨®n de las dos escalas provoca la primera paradoja: la enorme presencia, robusta y pesada, de la mesa, que ocupa por completo el espacio de exposici¨®n, hace fr¨¢giles y livianas a las piezas que han sido ubicadas sobre ella.
La mayor¨ªa de esas obras fueron concebidas, dibujadas y, si se quiere, proyectadas en 1973 y realizadas f¨ªsicamente a finales de los a?os noventa. Desde el punto de vista estil¨ªstico, son piezas heterog¨¦neas, pero conceptualmente hablando responden a la representaci¨®n de la idea de lo liviano que el artista hace evidente al someter las partes que las conforman al esfuerzo de la tensi¨®n o a situaciones de sereno equilibrio. Son objetos que podemos encuadrar en el confuso mundo de lo escult¨®rico, toda vez que poseen una materialidad y un volumen, pero que, al contrario de lo que caracteriza lo escult¨®rico eluden mostrarse como volumen s¨®lido y compacto. En estas obras, la masa ha sido sustituida por la fuerza que se hace evidente a trav¨¦s del equilibrio, la tensi¨®n o la presi¨®n a la que son sometidas las formas materiales que, ante los ojos del espectador, como sucede con los "p¨¢jaros" de Brancusi, vuelan.
La segunda paradoja que muestra esta exposici¨®n es que, siendo estas obras objetos conceptuales o juguetes mentales muy depurados, ofrecen una idea de universo heterog¨¦neo formado por abstracciones ideales, objetos reales y figuras imaginarias, que dispuestos en constelaciones, despliegan un abanico de formas que corresponden a diferentes ¨®rdenes de realidad. As¨ª, conos y cubos ideales comparten ese universo con objetos cotidianos, como pesas, ruedas y balanzas, mientras que descontextualizadas secciones de vasijas de barro se enfrentan a esquem¨¢ticas formas imaginarias que insin¨²an cuchillos, pechos o escaleras. Y, sin embargo, el conjunto funciona con una innegable coherencia conseguida por medio de un tema com¨²n, el equilibrio ante la fuerza de la gravedad, y de la mesa, el espacio sobre el que se muestran.
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