La m¨²sica de nuestro tiempo
EL LOFT DE WILCO, lugar m¨ªtico en el rock contempor¨¢neo, m¨¢s bien parece el enorme sitio de recreo de un ni?o grande llamado Jeff Tweedy. Enterrada en la vulgaridad de un barrio de clase obrera del norte de Chicago, entre restaurantes que sirven huevos revueltos y caf¨¦ aguado y talleres de neum¨¢ticos con descuento, ensaya desde hace 10 a?os la banda que Tweedy lidera, una de las m¨¢s influyentes de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Aqu¨ª han grabado tambi¨¦n The whole love (PIAS), su ¨²ltimo disco, en los huecos que arrebatan al desorden de objetos peterpanescos, como un centenar de instrumentos antiguos, literas donde caerse muerto "tras una bronca con la parienta", libros del escritor posmoderno John Barth que inspiran las letras de Wilco o la clase de alfombras persas sobre las que act¨²an en escenarios de todo el mundo ante sus fans, una de las legiones m¨¢s fieles del negocio.
"Creo que tenemos ¨¦xito en Espa?a porque la tristeza subyace, como ocurre con ustedes, en todo lo que hacemos"
Vaya por delante que Tweedy guitarrista, cantante y compositor de 44 a?os ("el mejor de su generaci¨®n", seg¨²n Peter Buck, de R.E.M.)esWilco. YWilco, sexteto que publica a finales de mes su octavo disco de estudio, es Tweedy. Suya es la determinaci¨®n que ha hecho del grupo algom¨¢s que otra banda de rock de ra¨ªces de las que poblaban, desorientadas como partidas de vaqueros sin rumbo, las grandes ciudades de EE UU en los noventa. La f¨®rmula consiste en tamizar una cierta derivada del country a loWoody Guthrie (a quien rescataron en dos ¨¢lbumes firmados con el cantautor Billy Bragg) con actitud punk, elementos de m¨²sica experimental y letras que van del surrealismo a la desesperaci¨®n; poemas escritos por el dedicado lector de HenryMiller que es Tweedy y que se debaten entre el derecho a sentirse hecho polvo ("tienes que aprendes a morir / si quieres estar vivo") y los f¨²tiles consuelos que proporciona la vida contempor¨¢nea ("echo sinceramente de menos a aquellas bandas de heavy metal / tocar canciones de Kiss, sentirme bello y drogado").
El resto de la docena de miembros que han desfilado por las formaciones deWilco desde su fundaci¨®n en 1994, cuando su l¨ªder super¨® el desconsuelo (que no la desconfianza) por la separaci¨®n deUncle Tupelo su primer grupo, pioneros de eso que llaman americana, forman parte de un paisaje formidable. Componen una de las mejores bandas de rock en directo delmundo y hacen aportaciones decisivas en el estudio, como las del guitarrista Nels Cline, el multiinstrumentista Pat Sansone, el teclista Mikael Jorgensen o el bater¨ªa Glenn Kotche. Hay incluso uno que hasta lleva all¨ª desde el principio (el bajista John Stirratt).
Pero saben, todo el mundo sabe, qui¨¦n manda aqu¨ª. Pormucho que en el transcurso de la entrevista, celebrada durante una ma?ana gris y sofocante de mediados de julio, el aludido negase dando sorbos a una cerveza de jengibre esta y otras convenciones fijadas en torno a su persona por el gran relato de la mitolog¨ªa del rock. "No ha habido demasiada estabilidad en el grupo, eso es cierto, pero esta formaci¨®n ha permanecido m¨¢s tiempo que ninguna anterior. No lamento ninguna de las cosas que nos han llevado a este punto. Cr¨¦ame, necesito el trabajo en equipo y soy bastante democr¨¢tico".
Tiene fama Tweedy de tipo atormentado, de ambicioso y de fr¨ªo en sus sentimientos. De ser la clase de persona que antepone lo suyo (la m¨²sica) a todo lo dem¨¢s y que se calla los problemas hasta ese preciso instante en el que dejan de tener soluci¨®n. La prensa adora recordarle las tormentosas pruebas a las que la vida le ha sometido: la infancia y la adolescencia mal llevadas en Belleville, peque?o pueblo sin inter¨¦s del sur del Estado de Illinois; la pronta decepci¨®n de verse abandonado por su contraparte en Uncle Tupelo, Jay Farrar; la muerte de su mano derecha enWilco, Jay Bennett, varios a?os despu¨¦s de que Tweedy lo expulsase del grupo en un episodio un tanto turbio de su historia... Pero ¨¦l, padre de dos hijos adolescentes y enamorado de la misma mujer desde hace 20 a?os, insiste en restar dramatismo al asunto. Tambi¨¦n a aquel cap¨ªtulo de principios de la d¨¦cada pasada en el que acab¨® enganchado a los analg¨¦sicos. Los necesitaba para sobrellevar las terribles migra?as a las que los cr¨ªticos musicales con tendenciasmetaf¨®ricas achacaron los arranques de ruidismo que hicieron de Wilco otra cosa. "Ya no los tomo", asegura. "No fumo, ni bebo. Todav¨ªa sufro migra?as ocasionalmente. Pero no existe ning¨²n vicio asociado a ellas que las empeore".
Los fans que corrieron el fin de semana pasado a la web de la banda para escuchar el nuevo ¨¢lbum (Wilco siempre se ha distinguido por la atenci¨®n a sus fieles y el sabiomanejo de las herramientas tecnol¨®gicas) ya sabr¨¢n que The whole love resume los logros de sus predecesores: planteamiento y desenlace largos, coqueteos con los sintetizadores, punteos, letras organizadas en cortos fraseos circulares, devaneos de puro hedonismo... Que esta no ser¨¢ una de esas veces como s¨ª lo fueron Sumerteeth (1999) o Yankee hotel foxtrot (2002)en las que Tweedy rompe la baraja para espanto de los puristas y coloca a la banda en un lugar insospechado y retador.
Muy al contrario, sostiene que ha hecho un disco "sin tensiones" de "t¨ªtulo feliz" (?el amor al completo?). "No comparto la idea de que la creatividad nazca del tormento", explica. "Mucho del gran arte ha sido creado a pesar de la miseria y no gracias a ella. No estoy feliz todo el tiempo, pero tampoco permanentemente sufriendo. Me parece que la gente compra esas terribles historias acerca de m¨ª porque hacen que las cosas suenen m¨¢s heroicas".
El empe?o promocional de permitir la entrada a la prensa en el santuario de la banda parece responder a un intento de humanizar las circunstancias que rodean al hecho creativo de Wilco. "Nos gusta que ve¨¢is a Jeff con tiempo suficiente y en su h¨¢bitat natural", dec¨ªa amodo de bienvenida al loft una entusiasta Deb Bernardini, veterana trabajadora de la oficina de Tony Margherita, representante de Uncle Tupelo primero y de Wilco despu¨¦s. Fiel amigo de Tweedy desde los tiempos de Saint Louis de finales de los ochenta, se conocieron cuando ambos trabajaban de d¨ªa en una tienda de discos llamada Euclid y, por la noche, frecuentaban el s¨®tano del Cicero's, epicentro de escena de punk rock de la ciudad. Podr¨ªa ser que esta vez haya m¨¢s en juego que en anteriores ocasiones. Despu¨¦s de todo, este disco es el de la emancipaci¨®n de Wilco.
Terminado el contrato con su sello, Nonesuch, Margherita y los suyos han creado su propia compa?¨ªa, dBpm (acr¨®nimo imposible de decibelios porminuto). Sus referencias, que no solo incluir¨¢n a Wilco, las distribuir¨¢ en todo el mundo ANTI-, casa de TomWaits y de leyendas recientemente rescatadas como Bettye LaVette o Mavis Staples (el inicio de la relaci¨®n de Tweedy con ellos est¨¢ en sus labores como productor del ¨²ltimo disco de la dama del g¨®spel soul). "Es un sello dirigido por artistas, que fue creado por un tipo con una banda de punk [Brett Gurevitz, guitarrista de Bad Religion], demodo que haymucha identificaci¨®n", explica Jeff. "Es la primera vez que tengo lamisma edad que los tipos que fundaron el sello para el que trabajo. Hay una gran diferencia en tratar con la generaci¨®n del punk rock". Conviene aclarar que en este contexto punk no equivale a perforarse la piel con imperdibles ni a dar rienda suelta al nihilismo sino m¨¢s bien a votar izquierdista, comportarse debidamente, fomentar el h¨¢ztelo t¨² mismo y la independencia de la industria. "Hemos dejado simplemente de ver el sentido a que un sello, cualquier sello, se quede con el 80% de la tarta sin hacer nada o no demasiado en realidad. Los n¨²meros son muy elocuentes. La industria del disco siempre se ha basado en la estafa. Ese es su modelo de negocio".
El estreno discogr¨¢fico no es la ¨²nica novedad en The whole love. El ¨¢lbum es tambi¨¦n el primer trabajo ¨ªntegramente registrado en el loft. Y el lugar, despu¨¦s de todo, no resulta tan dram¨¢tico en las tres dimensiones y en color como en I am trying to break your heart (2002), pel¨ªcula que documenta en desconsolado blanco y negro la ag¨®nica grabaci¨®n de la que casi una d¨¦cada despu¨¦s a¨²n seamuy probablemente su gran obra, Yankee hotel foxtrot.
El filme cuenta la desgraciada y rocambolesca historia con final feliz de una banda que est¨¢ a punto de dar el salto, de convertirse en lo mejor que le ha pasado al buen rock estadounidense desde el ¨¦xito de R.E.M. con un disco que su compa?¨ªa (Reprise, que fund¨® Sinatra y hoy es filial de Warner) rechaza por su escasa comercialidad y su compromiso experimental. Es el principio de un calvario que acaba con la banda en un callej¨®n creativo sin aparente salida, el disco colgado gratis en Internet por pura desesperaci¨®n, las migra?as de Tweedy en ca¨ªda libre, la expulsi¨®n de dos de losmiembros del grupo (Ken Coomer y Jay Bennett), el replanteamiento del ¨¢lbum y la aparici¨®n de una nueva compa?¨ªa (Nonesuch, ir¨®nicamente, tambi¨¦n propiedad de la vieja Warner) que acaba por editarlo con ¨¦xito (conmediomill¨®n de ejemplares, es todav¨ªa el m¨¢s vendido de la banda). Aquella jugada fue interpretada entonces como uno de los primeros s¨ªntomas inequ¨ªvocos del declive de la industria en la era de las fusiones empresariales.
La pel¨ªcula es tambi¨¦n el retrato de los ¨²ltimos d¨ªas en Wilco de Jay Bennett, hombre decisivo en los primeros tiempos de la banda y a quien se ve reclamar algo hist¨¦ricamente mayor protagonismo en el seno de una estructura a punto del colapso. "Me ha tocado expulsar a dos miembros en mi vida. Con Ken lament¨¦ no haberlo hecho personalmente. Con Jay s¨ª lo hice, y era lo que deb¨ªa hacer. No result¨® f¨¢cil, perome parece lo demenos, se trata de saber hacer lo correcto en cada momento y no tanto del modo en el que lo comunicas. Todos pensamos que fue lo correcto". Todos, menos el propio Bennett, que lleg¨® a demandar en los tribunales a Tweedy derechos de imagen por su protagonismo en el documental ("aquello ya se archiv¨®", dice Jeff) y languideci¨® creativamente hasta su muerte en 2009 por una sobredosis accidental de los analg¨¦sicos con los que combat¨ªa sus terribles dolores de cadera.
Cuando pas¨® lo que pas¨®, extra?¨® a muchos la frialdad de Tweedy. "Lo primero y obvio es que lo que sucedi¨® con Wilco no tuvo que ver con la triste historia de su muerte", dice ahora. "Y lo segundo: considero mucho peor sobreactuar y lamentar con exceso que quedarse corto. Nuestra relaci¨®n era la que era, su muerte no vino a cambiar nada. A veces lamento haber permitido que se rodase ese documental, pese a que a¨²n siento que no tenemos realmente nada que ocultar. Pero es que obr¨® efectos absurdos sobre la gente, que pas¨® a pensar que yo era el tipo del filme. Y todo se acentu¨® con aquel libro, otro ejercicio de desnudez que no le¨ª. Esa vez prefer¨ª esperar a la pel¨ªcula", a?ade entre risas. Tweedy se refiere al trabajo del periodista del Chicago Tribune Greg Kot (que no quiso terciar en este reportaje) en la temprana biograf¨ªa Wilco: Learning how to die (Broadway , 2004). El libro se detiene con minuciosidad en los tiempos de Uncle Tupelo, cuando Tweedy y Jay Farrar eran dos pobres chicos que pusieron la primera piedra de lo que se llam¨® country alternativo con el cl¨¢sico No depression (1990) desde la descorazonadora Belleville, localidad de clase baja a 500 kil¨®metros de Chicago con un hospital y una iglesia por toda atracci¨®n tur¨ªstica. Reproducir el viaje que emprend¨ªa la banda cada d¨ªa en coche desde el piso que compart¨ªan en la ciudad natal de Tweedy rumbo a Saint Louis, en cuya escenamusical echaron los dientes, conduce al desprevenido visitante a trav¨¦s del gueto al este de la ciudad, un lugar en ruinas golpeado por una crisis estructural que bien pudo inspirar la decisi¨®n de apropiarse de la canci¨®n de The Carter Family, grupo de folk de los a?os treinta, que titul¨® su debut: "Ir¨¦ a donde no existe la depresi¨®n / a mejores tierras donde acaben mis preocupaciones".
Uncle Tupelo se disolvi¨® en 1994 tras una fr¨ªa llamada telef¨®nica al representante de la banda de Farrar, el chico de la voz de oro y tremendo ¨¦xito con las chicas que acabar¨ªa fundando Son Volt. Tweedy a¨²n sigue dolido por aquello, pese a que circula una versi¨®n que achaca la ruptura a su excesivo inter¨¦s por la novia de Farrar. "Si estuviese pensando el resto del d¨ªa con mucha concentraci¨®n no creo que hallase ninguna raz¨®n para ver a Jay Farrar de nuevo. Creo que despu¨¦s de ¨¦l y de Bennett deber¨ªa evitar a los tipos llamados Jay en el futuro".
La g¨¦lida soberbia de Tweedy parece provenir de haberse sabido capaz de superar los reveses hasta convertirse en un artista respetable y en la clase de hombre de familia que tolerar¨ªa el roquero cabreado con elmundo que una vez fue. Es padre de dos hijos de 15 y 11 a?os, con Sue Miller, su novia de los primeros tiempos en Chicago ("el amor est¨¢ bien, pero el secreto de una larga relaci¨®n es odiar las mismas cosas"). Vive a un kil¨®metro de su lugar de trabajo, piensa pese a todo seguir votando a Obama, al que conoci¨® personalmente cuando el gran hombre solo era un pol¨ªtico del sur de Chicago y est¨¢ convencido de que el rock puede ser sin complejos una cosa de adultos. "Estamos m¨¢s obsesionados con la juventud que ninguna generaci¨®n precedente. Si hay algo revolucionario acerca de Wilco es la idea de que nos importa una mierda ser maduros. Hay algo sensacional en descubrir que no te embarga la mala hostia de la juventud. Ese todo o nada, esa tendencia a despreciar a la porci¨®n de la humanidad que conduce monovol¨²menes o escucha a Tom Jones. Adem¨¢s, no encuentro demasiadas bandas j¨®venes que se esfuercen en ser honestas. Lamayor¨ªa solo suena como una versi¨®n chunga de alg¨²n artista de los ochenta. Los ves y dices: 'Esta es la lamentable copia de Human League' o 'he aqu¨ª a los p¨¢lidos Dexys Midnight Runners".
Entre los proyectos para este oto?o del (a¨²nmayor) descontento est¨¢ alimentar The Racoonists, la banda paralela que mantiene con sus dos hijos y que acaba de estrenarse con un sencillo compartido con Deerhoof (uno de los grupos favoritos delmayor, elmuy creativo Spencer) e iniciar una gira de Wilco que recalar¨¢ en cuatro ciudades de la pen¨ªnsula (Madrid, donde se agotaron las entradas hacemeses, Barcelona, San Sebasti¨¢n y Vigo). Espa?a siempre ha sido una de sus plazas predilectas, un lugar donde, por razones que nadie es capaz de aclarar, abundan los fans de la banda m¨¢s que en otros pa¨ªses. "Me congratula saberme el veh¨ªculo para la creaci¨®n de una comunidad", explica Tweedy. "Pero creo, como Groucho Marx, que no ser¨ªa miembro de un club queme aceptase como socio. He pensado mucho sobre por qu¨¦ tenemos tanto ¨¦xito en Espa?a. Y creo que es porque hay una traza de tristeza en lo que Wilco hace. La misma, en cierto modo, que la de los espa?oles al observar el mundo. Una melancol¨ªa subyacente. No es pesimismo, es simple desconfianza en la condici¨®n humana. La certeza de que, antes o despu¨¦s, todo se puede joder".
The whole love (PIAS) se publicar¨¢ el 26 de septiembre. Wilco actuar¨¢ en Madrid (1 de noviembre), Barcelona (2 de noviembre), San Sebasti¨¢n (3 de noviembre) y Vigo (4 de noviembre). www.wilcoworld.net
'Summerteeth' (Reprise, 1999)
Las canciones del primer gran salto adelante de la banda se compusieron en la interminable gira del anterior disco. No disfrutan, con todo, de la espontaneidad que ese origen podr¨ªa hacer pensar. Este se suele considerar el ¨¢lbum en el que eclosion¨® el tr¨ªo creativo formado por Jay Bennett, Jeff Tweedy y... el ProTools. El software les permiti¨® embellecer con arreglos un disco de fondo sombr¨ªo. Descoloc¨® a los fans de Wilco de toda la vida y cosech¨® excelentes cr¨ªticas.
'Being there' (Reprise, 1996)
Como un boxeador sonado al que le cuesta reponerse de un contundente KO, Jeff Tweedy tard¨® en levantarse tras la separaci¨®n de Uncle Tupelo. Con este, su segundo ¨¢lbum, Wilco entreg¨® un disco doble (a precio de sencillo, gracias a la financiaci¨®n de la banda), con el que recuper¨® la confianza con unas razonables ventas. Parten del country rock de su debut para divertirse con nuevos instrumentos, permitirse ba?os de psicodelia y en general pasar un buen rato.
'Yankee hotel foxtrot' (Nonesuch, 2002)
Uno de los mejores discos surgidos de las cenizas del 11-S, fue el ¨¢lbum de la catarsis con el que Wilco, con la inestimable ayuda de Jim O'Rourke, traz¨® el retrato de las tensiones y la incertidumbre del nuevo milenio. Con esta emocionante colecci¨®n de canciones, Tweedy se despidi¨® de los talibanes del country alternativo para entrar en la historia del rock. Los fans de los nuevos Wilco a¨²n peregrinan al centro de Chicago para visitar el icono de la portada, la enigm¨¢tica silueta de las Marina Towers.
'Sky blue sky' (Nonesuch, 2007)
Tras la nerviosa y chirriante carta enviada desde los abismos de la migra?a y la adicci¨®n a los analg¨¦sicos que fue el anterior disco, A ghost is born (2004), Jeff Tweedy hall¨® la luz al final del t¨²nel con el sexteto (tras la incorporaci¨®n de Pat Sansone y Neils Cline) que a¨²n lo acompa?a. Sky blue sky es el disco en el que la banda se encuentra con espontaneidad y despreocupaci¨®n con el rock de toda la vida y hasta se deja mecer por punteos de inspiraci¨®n jazz¨ªstica.
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