WikiLeaks, errores y desprop¨®sitos
Assange pone en peligro vidas con la publicaci¨®n en bruto y sin editar del 'Cablegate'. El l¨ªder de WikiLeaks, su ex socio alem¨¢n y un periodista de 'The Guardian', que desvel¨® una contrase?a por error, protagonizan esta enrevesada historia
Widney Brown es una luchadora por los derechos humanos con una larga trayectoria a sus espaldas. Trabaj¨® durante nueve a?os en Human Rights Watch antes de unirse a Amnist¨ªa Internacional, donde ahora es una de sus m¨¢s altas ejecutivas, la directora de Pol¨ªtica y Leyes Internacionales. Est¨¢ profundamente preocupada por la publicaci¨®n en bruto del Cablegate. La decisi¨®n de WikiLeaks de liberar la semana pasada todos los cables del Departamento de Estado sin proteger la identidad de determinadas personas supone que, por ejemplo, reg¨ªmenes dictatoriales conozcan en estos momentos la identidad de activistas de derechos humanos que ofrecieron informaci¨®n sobre esos reg¨ªmenes para ayudar a combatirlos. "No poner vidas en peligro es un principio fundamental", dice Brown por tel¨¦fono desde su oficina en Nueva York. "Los periodistas lo tienen claro, los investigadores de derechos humanos lo tienen claro y WikiLeaks necesita tenerlo claro".
Assange: "Nuestra obligaci¨®n es maximizar el impacto beneficioso de la liberaci¨®n de informaci¨®n"
"En ¨²ltima instancia, WikiLeaks tiene una responsabilidad por lo ocurrido", afirma Brown, de Amnist¨ªa Internacional
La historia de c¨®mo el gran portal de las filtraciones lleg¨® hasta el punto de publicar los cables en bruto es un culebr¨®n en toda regla repleto de claroscuros y versiones contradictorias. Fuera cual fuera el motivo por el que Assange decidi¨® publicarlos, el hecho es que decidi¨® publicarlos. "Necesitan comprender que la libertad de informaci¨®n es importante", dice Brown, "pero no causar da?os tambi¨¦n".
La noticia saltaba en los ¨²ltimos d¨ªas de agosto: WikiLeaks empezaba a liberar los Papeles del Departamento de Estado en bruto. Las agencias informaban el 30 de agosto de la publicaci¨®n de los primeros 130.000 cables. Se?alaban que periodistas, activistas y acad¨¦micos de todo el planeta pod¨ªan ser v¨ªctimas de represalias a partir de ese momento. Entre las fuentes que quedaban al descubierto, se citaba el caso de un funcionario de Naciones Unidas en ?frica Occidental y el de un activista de los derechos humanos en Camboya. ?C¨®mo es posible que una organizaci¨®n que lucha por los derechos humanos hiciera semejante cosa? Es la pregunta que recorri¨® todos los foros. Y en la prensa han aparecido todo tipo de respuestas a esa pregunta, en un maremagno de informaciones contradictorias. Lo mejor, preguntar al que lo hizo. ?Por qu¨¦?
Jueves 8 de septiembre, seis de la tarde. Assange descuelga el tel¨¦fono desde la mansi¨®n de Ellingham Hall, Norfolk, Reino Unido, donde pasa sus d¨ªas de arresto domiciliario. Est¨¢ satisfecho por el impacto que est¨¢ teniendo la publicaci¨®n de los cables a escala global. "Cada dos minutos hay una nueva revelaci¨®n", cuenta. "Est¨¢ habiendo grandes resultados gracias a liberaci¨®n del material. En todos los pa¨ªses, la corrupci¨®n ha salido a la luz".
-Ese es el efecto positivo de la liberaci¨®n. ?Pero qu¨¦ ocurre si se pierde una vida humana por revelar la identidad de un informante?
-El balance final es complejo. Durante una revoluci¨®n hay agitaci¨®n pero tambi¨¦n posibilidades de salvar el destino de muchos.
Hay dos versiones radicalmente opuestas sobre lo que ha ocurrido. La de Julian Assange y la de David Leigh, jefe de periodismo de investigaci¨®n de The Guardian y autor del libro WikiLeaks y Assange. No coinciden en casi nada, salvo en sembrar claroscuros sobre la actuaci¨®n de Daniel Domschei-Berg, el ex socio de Assange que abandon¨® la organizaci¨®n hace un a?o.
Julian Assange sostiene que se ha visto obligado a publicar los cables. Confirma que desde hace tiempo, su organizaci¨®n ha colgado en el ciberespacio copias del material sensible en su posesi¨®n para que, en caso de ataque a la organizaci¨®n, la liberaci¨®n de una contrase?a sirviera para que cientos de miles de personas pudieran acceder a los datos. Seg¨²n su versi¨®n, el jefe de investigaci¨®n de The Guardian es el malo de esta pel¨ªcula porque desvel¨® una contrase?a que daba acceso a los papeles del Cablegate en el libro que public¨® el pasado mes de febrero. "Nuestro sistema habr¨ªa sido seguro si The Guardian no hubiese desvelado la contrase?a", explica. "David Leigh, que es el cu?ado del director del peri¨®dico, lo hizo como resultado de su estupidez y malicia". Seg¨²n su versi¨®n, el otro malo es el alem¨¢n Daniel Domscheit-Berg, su antiguo socio, que abandon¨® WikiLeaks llev¨¢ndose el sistema de recepci¨®n de filtraciones de la plataforma y la informaci¨®n que hab¨ªa en ese momento en el sistema. El disidente alem¨¢n, sostiene Assange, sab¨ªa c¨®mo llegar a la base de datos y c¨®mo destriparla con la contrase?a. Para demostrar que WikiLeaks es una plataforma poco segura, pas¨® informaci¨®n a un periodista del semanario Der Freitag. A mediados de agosto WikiLeaks detect¨® que esa informaci¨®n empezaba a circular con fuerza en Internet.
-?Pero por qu¨¦ decidi¨® publicarlos sin editar?
-Nuestra obligaci¨®n es maximizar el impacto beneficioso de la liberaci¨®n de la informaci¨®n que se nos facilita. Las reformas estaban en peligro. La informaci¨®n ya estaba en la red. Las agencias de inteligencia y los gobiernos que necesitan ser reformados ya pod¨ªan acceder al material. Era importante que la prensa pudiera tener la versi¨®n original. Nuestra obligaci¨®n es maximizar las reformas y minimizar da?os.
-?No es m¨¢s importante minimizar da?os que maximizar reformas?
-Los dos son importantes.
La versi¨®n del jefe de investigaci¨®n de The Guardian es bien distinta. En conversaci¨®n telef¨®nica desde la redacci¨®n del rotativo brit¨¢nico en Londres, zanja la cuesti¨®n de un plumazo: "Assange nos asegur¨® que la contrase?a estar¨ªa muerta una vez nos descarg¨¢ramos los papeles". Explica que Assange le dijo que los archivos ser¨ªan eliminados del servidor una vez se descargara el material. "Nosotros no publicamos claves que puedan resultar peligrosas", argumenta Leigh. Relata que el editor australiano no elimin¨® los archivos del servidor, como se suele hacer en estos casos. Que, en un descuido imperdonable, volvi¨® a usar la misma contrase?a para encriptar los mismos archivos. "Cuando escribimos el libro pensamos que esa contrase?a hab¨ªa quedado completamente obsoleta", dice Leigh. El periodista brit¨¢nico considera que Assange ha sido negligente en la protecci¨®n de informaci¨®n delicada que le fue transferida.
T¨¦cnicos consultados por este peri¨®dico confirman que lo normal, en el manejo de unos archivos delicados que uno aloja temporalmente en un servidor para que alguien acceda a ellos mediante una clave, es eliminar r¨¢pidamente esos documentos del servidor para evitar problemas.
A David Leigh le sorprende sobremanera que Assange no mencionara el tema de la contrase?a el pasado 4 de agosto, cuando se reuni¨® con el director de The Guardian, Alan Rusbridger, para recomponer relaciones. Que no dijera nada en los siete meses que han transcurrido desde la publicaci¨®n del libro y que ahora cargue contra el rotativo brit¨¢nico de manera tan feroz.
Seg¨²n el veterano periodista brit¨¢nico, todo este embrollo tiene su origen este verano, a mediados de agosto, cuando Daniel Domscheit-Berg es expulsado del foro Chaos Computer Club, conocida organizaci¨®n de hackers. Algunos miembros de esta comunidad acusaban al alem¨¢n de no devolver el material que se llev¨® de WikiLeaks cuando abandon¨® la organizaci¨®n hace un a?o. "Entonces, Domscheit-Berg decide vengarse", explica Leigh. Como sabe c¨®mo se puede acceder a los cables y quiere demostrar que WikiLeaks es una organizaci¨®n que no maneja bien las filtraciones, da algunas claves a un periodista del semanario alem¨¢n Der Freitag para que pueda comprobar que lo que dice es cierto.
Seg¨²n Leigh, al menos otros dos exvoluntarios de WikiLeaks, Sm¨¢ri McCarthy y Herbert Snorrason, sab¨ªan desde hace tiempo donde estaban alojados los archivos y la clave para desencriptarlos. "Cuando Julian se entera de lo de Der Freitag, entra en p¨¢nico", relata Leigh. A partir de ese momento, disemina pistas por la Red para que la gente pueda relacionar los archivos encriptados y la clave, para as¨ª provocar el verse obligado a publicar los cables sin editar.
James Ball, ex miembro de WikiLeaks que ahora trabaja en The Guardian, sostiene que Assange ten¨ªa el plan de publicar los cables sin editar desde el principio. Assange lo niega. "Nunca he defendido la transparencia total", dice airado por tel¨¦fono el australiano. "Eso es mentira", replica Leigh. Y recuerda que en los primeros d¨ªas de la relaci¨®n con The Guardian, Assange defend¨ªa la publicaci¨®n de los cables sin editar. "Es un mentiroso psicopatol¨®gico", dice Leigh. "Nos ha mentido ya tantas veces sobre tantas cosas..."
Desde Berl¨ªn, Daniel Domscheit-Berg se defiende v¨ªa correo electr¨®nico. Niega que su manera de proceder obedeciera a un deseo de venganza. Coincide con Leigh en que probablemente fue Assange el que disemin¨® pistas por la Red. "S¨ª, esa es mi impresi¨®n", nos cuenta. "El periodista de Der Freitag no dio suficiente informaci¨®n para que alguien encontrara el archivo. Y yo no he dicho a ning¨²n otro reportero donde estaba el archivo". Domscheit-Berg insiste en que pas¨® informaci¨®n al periodista alem¨¢n para que pudiera comprobar que WikiLeaks no es un sitio seguro. "Durante meses he sido criticado y me han llamado mentiroso por decir que estaba gravemente preocupado con la seguridad de WikiLeaks y su capacidad para controlar los datos". Ese es el motivo, dice, por el cual a¨²n no ha devuelto parte de la informaci¨®n que se llev¨®.
Son varias las voces que acusan a la plataforma de Assange de no haber conseguido manejar bien la situaci¨®n, de no haber sabido cumplir con una de sus prioridades: la protecci¨®n de las fuentes. Bradley Manning, el soldado americano que, presuntamente, pas¨® los documentos a la plataforma de Assange, sigue en la c¨¢rcel. Y los nombres de informantes y fuentes a lo largo y ancho del planeta han acabado siendo desvelados.
"En ¨²ltima instancia, WikiLeaks tiene una responsabilidad por lo que ha ocurrido", dice Widney Brown, de Amnist¨ªa Internacional. "Nosotros creemos en la libertad de informaci¨®n pero tambi¨¦n creemos que se debe divulgar informaci¨®n de manera responsable". Brown recuerda que ya se produjeron desencuentros entre miembros de Amnist¨ªa Internacional y de WikiLeaks cuando se publicaron los Papeles de Afganist¨¢n. "No quer¨ªan tomarse el tiempo de editar los cables. Ahora los temores que ten¨ªamos desde un principio se han confirmado. No se han tomado el tiempo de editarlos y han puesto en riesgo la vida de personas con esta publicaci¨®n".
Assange dice que ha aprendido algunas cosas de este ¨²ltimo lanzamiento. Que los medios tradicionales son importantes como gran amplificador, pero que luego es vital que la informaci¨®n llegue a la gente. Eso es lo que sostiene.
-?Considera necesaria la edici¨®n de los cables?
-Al principio, en diciembre, cuando no todo el mundo estaba avisado, la edici¨®n era necesaria. Ahora que el Departamento de Estado norteamericano tiene un programa de notificaci¨®n a los informantes, no tenemos claro que la edici¨®n sea ya necesaria, pero preferir¨ªamos hacer lo que podamos.
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