Un secretario muy imaginativo
La Generalitat de Catalu?a debe tener en alg¨²n despacho de su departamento de Empresa y Empleo un artilugio para detectar cu¨¢ndo los ciudadanos hacen vacaciones. Probablemente sea un equipo de ¨²ltima generaci¨®n, altamente sofisticado y terriblemente infalible. Tambi¨¦n es probable que ese equipo s¨®lo lo sepa manejar una persona, muy cualificada para no equivocarse de bot¨®n. Esa persona no puede ser otra que el se?or Enric Colet, secretario general del departamento arriba citado. El problema es que yo he visto por TV-3 c¨®mo un perceptor (por decirlo de alguna manera) de la renta m¨ªnima (RMI) mostraba su cartilla de ahorros con s¨®lo 12 euros. Y todav¨ªa no hab¨ªa percibido su prestaci¨®n. Tener s¨®lo 12 euros un 25 de julio no puede significar otra cosa que esta persona no har¨¢ vacaciones. No s¨¦ si la m¨¢quina detectora de los que no har¨¢n vacaciones que manipula con tanta sensibilidad Enric Colet tambi¨¦n registra su grado de pobreza. A m¨ª el se?or de los 12 euros me pareci¨® muchas cosas a la vez: pobre, que no har¨¢ vacaciones y que probablemente no las haga nunca, adem¨¢s de seguir siendo pobre de solemnidad hasta el fin de sus d¨ªas. Pero mucho me temo que al secretario eso le importe un bledo.
Despu¨¦s de tantos a?os de ¨¦xtasis financiero, hay palabras que dejaron de usarse. Una de ellas es 'pobreza'
Se habl¨® de fraude. Aunque hay voces autorizadas que dicen que la bolsa de fraude en este cap¨ªtulo es irrelevante. Por eso creo que castigar a todo un colectivo necesitado de cobrar alguna prestaci¨®n para sobrevivir es un aut¨¦ntico desprop¨®sito moral. Para poder decir lo que dijo Colet, hay que tener o ese artilugio adivinatorio o una gran imaginaci¨®n. Yo me inclino por su talento inventivo. Afirmar que "esa gente no hace vacaciones" exige urdir una historia del tipo: esa gente es pobre y por lo tanto no hace vacaciones, as¨ª que pueden estarse en su casa las 24 horas del d¨ªa esperando que mis jefes decidan cu¨¢ndo les dar¨¢ la real gana de enviarles lo que por derecho les corresponde. Y para tocarles un poquito m¨¢s las narices, mis jefes rompen el mecanismo de transferencia bancaria que sol¨ªa ser habitual hasta que decidieron cambiarlo por otro m¨¢s eficaz y solidario, y se les manda un cheque por correo. Claro que para que lo reciban tienen que estarse en casa. Vivir una espera crucial en su dom¨¦stica vida sin vacaciones. Ansiar la llegada del cartero como cuando eran peque?os y esperaban la llegada imposible de los Reyes Magos. Enric Colet no debe haber le¨ªdo ese fabuloso relato de Garc¨ªa M¨¢rquez titulado El coronel no tiene quien le escriba. Si lo hubiera le¨ªdo, sabr¨ªa qu¨¦ es esperar a un cartero. Lo que se sufre, sobre todo si s¨®lo te quedan 12 ag¨®nicos euros y el cartero, con el permiso de los jefes del secretario Colet, promete traerte 400.
?Qu¨¦ tenemos entonces? Pues a un secretario general que no ha le¨ªdo a Garc¨ªa M¨¢rquez, tal vez porque considera que su imaginaci¨®n se basta a s¨ª misma para urdir historias infinitamente m¨¢s tristes que las del Nobel colombiano, que ya es decir. Aunque parezca imposible, resulta que los que no hacen vacaciones en el relato de secretario general de Empresa y Ocupaci¨®n se parecen bastante a los pobres de Dickens. Pero sucede que eso ¨¦l no lo sabe, porque parece que tampoco ha le¨ªdo al novelista ingl¨¦s. Si lo hubiera le¨ªdo, no hubiera afirmado con tanta humillante displicencia lo que afirm¨®. Y si se hubiera puesto en la piel de esa gente que esper¨® al milagroso cartero que no llegaba, tal vez su imaginaci¨®n hubiera acertado a visualizar a la gente que no hace vacaciones y no tiene un duro en su cartilla de ahorro. "Esa gente no hace vacaciones". Cu¨¢nta raz¨®n tiene Colet, que tuvo que improvisar sus compasivas declaraciones precisamente porque sus superiores, los consejeros Francesc Xavier Mena y Josep Llu¨ªs Cleries, hac¨ªan vacaciones. Despu¨¦s de tantos a?os de ¨¦xtasis financiero, hay palabras que dejaron de usarse. Una de ellas es la palabra pobreza. Como si borrando la palabra desapareciera su contenido. Por eso el se?or Enric Colet tuvo que hacer acopio de tanta imaginaci¨®n.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario
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