El regreso de Obama
Los lectores de estas notas de prensa saben que nunca he ocultado mi simpat¨ªa por el presidente Barack Obama. Es una rareza pol¨ªtica, cierto. Un hombre pragm¨¢tico con ideas, cultura y c¨¢lculo.
Un ejemplo. En 2009, Obama habl¨® en la Universidad de El Cairo y subray¨® los principios compartidos por los pueblos de Egipto y Estados Unidos, principios de justicia y progreso, tolerancia y dignidad humana. Reconoci¨® que estos valores solo se obtienen con paciencia. Que la democracia es la fe en el derecho de todos a la libertad de pensamiento, la confianza en el derecho y la administraci¨®n de la justicia. Que los Gobiernos no deben robarle a la gente y que la gente debe tener la libertad de vivir como desee. Conden¨® la supresi¨®n de derechos por la autoridad. El poder no se conserva con la coerci¨®n, sino con el consentimiento de los gobernados.
No habla solo para el momento, como los malos pol¨ªticos, sino para el porvenir, como los grandes estadistas
La pol¨ªtica de impuestos no puede ser dictada por las grandes corporaciones
Y corresponde a los j¨®venes rehacer el mundo.
Esto, dicho en el Egipto de Hosni Mubarak, resuena muy prof¨¦ticamente, no solo en Egipto, sino en T¨²nez, Libia, Yemen y Siria.
Quiero indicar que Barack Obama no habla solo por el momento -como los malos pol¨ªticos- sino para el porvenir -como los grandes estadistas-. Lo que dijo en El Cairo lo comprueba. Sus palabras ante el Congreso el pasado d¨ªa 8 de septiembre tambi¨¦n.
En su mensaje al Congreso el pasado 8 de septiembre, Obama concluy¨® una etapa de la presidencia e inici¨® otra. Inici¨® y retorn¨®. El tono del mensaje es el de una campa?a presidencial, prevista para el oto?o del 2012. Pero tambi¨¦n es el de un Gobierno para un pueblo que, dijo el presidente, no puede esperar 14 meses a que se atiendan sus problemas.
Esta postura define a Obama. Electo en 2008 por una mayor¨ªa que incluy¨® a la extrema izquierda de su propio partido, el dem¨®crata, al centro del mismo, a casi todo el centro no partidista y a muchos miembros del ala izquierda del Partido Republicano, Obama culmin¨® la primera parte de su presidencia con la Ley de Salud P¨²blica en un pa¨ªs que, a diferencia de la Europa occidental, carec¨ªa de ella. Bast¨® para que la derecha calificara a Obama de "socialista", a veces de "comunista", y afloraran las m¨¢s absurdas mentiras sobre su persona: no era norteamericano, naci¨® en ?frica, sus documentos de identidad eran falsos.
La Ley de Salud alert¨® a la extrema derecha y la organiz¨® en torno al Tea Party, as¨ª llamado en recuerdo del acto de la revoluci¨®n norteamericana que en 1773 arroj¨® al mar un cargamento de t¨¦, en protesta contra los impuestos coloniales. Marginada la analfabeta gobernadora de Alaska, Sarah Palin, por pol¨ªticos ultraconservadores de ideolog¨ªa cercana al fascismo, el Tea Party gan¨® elecciones, amedrent¨® al centro republicano y le plante¨® a Obama una nueva situaci¨®n: negociar con el enemigo. La tradici¨®n bipartidista norteamericana se esfum¨® en el mano a mano del presidente Oba-ma y la extrema derecha. La habilidad del presidente consisti¨® en reconocer los hechos y buscar, a prop¨®sito, terreno com¨²n con la oposici¨®n. Negoci¨® hasta el cansancio. Su disposici¨®n negociadora fue considerada debilidad.
Los acuerdos con John Boehner, jefe de la mayor¨ªa republicana en la C¨¢mara de Representantes (diputados), fueron derrotados porque Boehner cedi¨® ante el Tea Party, cuya misi¨®n es desacreditar al presidente Obama, sin concesiones. Obama se empe?¨® en cumplir al pie de la letra la voluntad negociadora, incluso cedi¨¦ndole a la derecha en algunos puntos. Resultado: la aprobaci¨®n p¨²blica de Obama descendi¨® del 70% a menos del 50%. Pero el presidente, midiendo sus tiempos, cumpli¨® hasta agotar la ¨¦tica negociadora. El jueves pasado entendi¨® que por ese camino no lograr¨ªa nada, que el Tea Party votar¨ªa en contra de las propias proposiciones del Tea Party si llevaban el sello de Obama y que los republicanos moderados hab¨ªan sucumbido al terrorismo de los teteros.
El jueves pasado, Obama convoc¨® al Congreso en lo que algunos consideraron un recurso electoral. No hubo tal. El pueblo norteamericano no puede esperar 14 meses a que se resuelvan sus problemas y la lista de estos es larga y es importante.
Hay una crisis econ¨®mica junto con una crisis pol¨ªtica, dijo Obama. De all¨ª la urgencia de actuar, dejando atr¨¢s un proceso negociador que el presidente dio por concluido. Hay que re-definir la narrativa pol¨ªtica. Hay que redefinir las responsabilidades de cada quien. Hay que reducir el d¨¦ficit. Los m¨¢s ricos deben pagar mayores impuestos. Hoy, el multimillonario Warren Buffet paga menos taxaci¨®n que un empleado postal. Lo admite el propio Buffet y pide, como otros Midas americanos, pagar m¨¢s. Piensa en su propio beneficio, no en el de una ideolog¨ªa de extrema derecha. La pol¨ªtica de impuestos no puede ser dictada por grupos de presi¨®n (lobbies) que solo sirven a las grandes corporaciones.
Pero el gran tema del mensaje fue el empleo. M¨¢s empleos para la infraestructura deca¨ªda. M¨¢s y mejores transportes. M¨¢s y mejores escuelas. La educaci¨®n como base del desarrollo. El desarrollo basado, a su vez, en el empleo. La educaci¨®n, el desarrollo y el empleo como condiciones para que el trabajo no emigre (Obama nacionalista). El soldado norteamericano lucha por el pa¨ªs en el extranjero y luego debe luchar para obtener un puesto de trabajo en los Estados Unidos. El trabajo debe crearse en Norteam¨¦rica. La tecnolog¨ªa puede marcharse a donde guste. Hay que crear los incentivos para que permanezca y cree empleo en los Estados Unidos.
Dudo que Obama frene las fuerzas de la globalizaci¨®n. Lo que hizo es recordar la lista de tareas que, en el mundo globalizado, le corresponde cumplir al Gobierno. Comunicaciones. Escuelas. Administraci¨®n p¨²blica. Y no solo al nivel nacional. Obama puso la pelota en las canchas de los Estados de la Federaci¨®n, en los municipios de los Estados. ?Seguir¨ªan estos al Tea Party negativo, negando sus propias prioridades y necesidades locales?
Franklin D. Roosevelt aplic¨® medidas radicales para sobrellevar la crisis del a?o 1929 y sus secuelas. El ahora no es tan cr¨ªtico como el ayer. Pero puede serlo si no se act¨²a hoy. El presidente Harry S. Truman acus¨® al Congreso de obstruir y exclam¨®: "give'em Hell". Truman tuvo que hab¨¦rselas con un Congreso adverso (el senador Robert Taft), un general insumiso (Mac Arthur) y un demagogo delirante (McCarthy) y a todos les dio su porci¨®n del infierno.
Bajo esta luz, la oposici¨®n a Obama es menor. Pero el presidente ha denunciado el "circo pol¨ªtico" del Congreso, ha dictado los t¨¦rminos de un programa de seguridad con equidad y le ha ordenado al Congreso: aprueben de inmediato esta medida o ir¨¦ directamente al pa¨ªs, de Estado en Estado, de municipio en municipio. Obama con la naci¨®n en contra de los extremistas de derecha, minoritarios y terroristas, del Congreso. Ahora. Ya.
Una lucha decisiva, de aqu¨ª a noviembre del 2012.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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