Majestuoso Cares
El abrupto desfiladero que une Le¨®n con Asturias atrae cada a?o a 200.000 visitantes a los Picos de Europa. Una ruta vertiginosa
Siete de cada diez accidentes en la monta?a asturiana ocurren en la garganta del Cares. No es extra?o porque estos 13 kil¨®metros de los Picos de Europa son transitados cada a?o por 200.000 personas. Pocas rutas de excursi¨®n sufren un tr¨¢fico as¨ª. Tampoco es extra?o: los 200 metros de ca¨ªda vertical sobre el r¨ªo confieren al itinerario unos tintes de colosal e irresistible belleza.
Pero ?es peligroso el trayecto? S¨ª. No. Depende. Si usted no est¨¢ en buena forma f¨ªsica, no deber¨ªa hacerlo bajo un sol de verano. Los "golpes de calor" son frecuentes en este estrecho desfiladero al que el helic¨®ptero de rescate no llegar¨¢ antes de media hora y con dificultades si la densidad del aire es muy baja. Lleve calzado apropiado, no unas sandalias o unos tacones bajos, tampoco las botas de la escaladora Edurne Pasab¨¢n, pero por lo menos unos tenis o calzado liviano de monta?a porque la piedra caliza del Cares es altamente deslizante en caso de humedad. No pose para la fotograf¨ªa en el lado vertiginoso de la senda. Un fallo de menisco o un mareo en ese momento ser¨¢n fatalmente irreversibles. No intente atajar por los caminos de cabras si no est¨¢ preparado. Un mal pie y nadie podr¨¢ hacer nada por usted. Por lo dem¨¢s, si sigue estas y otras precauciones b¨¢sicas, la jornada ser¨¢ emocionante e inolvidable.
La divina garganta, como se conoce a este tajo que parte en dos el macizo de los picos, es la distancia m¨¢s corta entre las localidades de Ca¨ªn (Le¨®n) y Poncebos (Asturias): 13 kil¨®metros. Por carretera son casi cien. El sendero propiamente dicho comenzaba hasta hace poco en el municipio leon¨¦s de Posada de Valde¨®n. Pero una pista -estrecha y peligrosa- permite ahora llegar en coche hasta Ca¨ªn y ahorrarnos dos horas de marcha. Quiere esto decir que tiene ante usted 26 kil¨®metros de recorrido en ida y vuelta. Si decide que es mucha ca?a, se le ofrecen tres opciones: pagar un taxi en la meta para recuperar su veh¨ªculo aparcado en el otro extremo, establecer una cita a mitad de la ruta con amigos que caminan en sentido inverso e intercambiar las llaves de los coches estacionados en la salida y en la llegada, o bien concertar un recorrido en todoterreno cuyo conductor lo llevar¨¢ hasta el inicio y lo recoger¨¢ al final. El caso es que son las diez de la ma?ana, y usted comienza a andar el desfiladero saliendo del pueblo de Ca¨ªn, con su bast¨®n, su botella de agua y algo de comer para el camino.
Los habitantes de Ca¨ªn tienen fama de ser los mejores escaladores de los Picos de Europa. Hasta hace poco, la Guardia Civil recababa su ayuda en los rescates peligrosos. Algunos de ellos murieron hace un siglo en la construcci¨®n del canal de aguas r¨¢pidas que lleva el agua del Cares hasta la central el¨¦ctrica de Camarme?a, en Asturias. Otros esperaron a hacerlo en los a?os cincuenta durante la excavaci¨®n de la senda en la roca viva. Un dicho bastante negro asegura que "los de Ca¨ªn no mueren, se despe?an".
Ese parece ser el destino de quien habite estos riscos que cierran la mirada al cielo sobre nuestras cabezas. Al principio, el r¨ªo circula a nuestro lado, se deja tocar. De hecho, nada impide en verano un ba?o estimulante en alguna de sus pozas. Un remanso, un salto de agua, rampas para que desoven los salmones, subestaciones el¨¦ctricas. Comienza la ingenier¨ªa.
Oculto en la monta?a
Pronto uno de los cursos del Cares se hace invisible, circula oculto dentro de la monta?a y de vez en cuando reaparece para recordarnos que aquello es obra del hombre. Entre canales y respiraderos este caudal llegar¨¢ a Asturias para alimentar turbinas. El otro Cares, el natural e intocable, comienza a alejarse de nuestra senda. Pronto estar¨¢ doscientos metros m¨¢s abajo. Y cuando lleguemos a los puentes de los Rebecos y de Bol¨ªn, ser¨¢ un hilo de agua encajonado entre paredes verticales. El abismo propiamente dicho. El vac¨ªo bajo nuestros pies.
Al final de una serie de t¨²neles oscuros y h¨²medos, horadados en la roca, nos espera una cabra montesa. Parece puesta adrede all¨ª. Como si formara parte de la organizaci¨®n. Definitivamente, despu¨¦s de tanto visitante, ya ha perdido el respeto a los humanos. Se deja piropear, tocar, fotografiar. Solo le falta pedir una propina. Un d¨ªa de estos lo har¨¢.
Conforme caminamos hacia Asturias, se abre el desfiladero. Estamos en el coraz¨®n de los Picos de Europa. Intuimos, porque otra cosa es imposible, el famoso Naranjo de Bulnes, el pico Urriellu, unos kil¨®metros a nuestra derecha. La trocha que pisamos no mide m¨¢s de metro y medio en algunos puntos. Y al lado, el precipicio. Cuando coincides con excursionistas que vienen de frente, se hace dif¨ªcil ceder la mano. Todos quieren el carril de la pared. Las mujeres y los ni?os primero.
El caser¨ªo Culiembro es justo el punto medio entre Ca¨ªn y Poncebos. Un buen sitio para descansar y echar un bocado. A la izquierda, un sendero todav¨ªa peor que el nuestro -el GR-202- trepa por la monta?a y muestra su reto tentador: Covadonga, a nueve horas. Otro d¨ªa.
Alimoches en el aire
Ahora encaramos un buen desnivel de bajada. Quienes vienen desde Asturias suben desfondados. En el cielo, una cuadrilla de alimoches otea el panorama. Aves carro?eras pero de bello plumaje, con un pelo tieso en la coronilla que las hace incluso simp¨¢ticas. Pasan de largo o se encaraman en las copas de los pocos madro?os, hayas y encinas que crecen entre las pe?as desafiando las leyes de la gravitaci¨®n, sin m¨¢s nutriente que unas cuantas gotas de lluvia al a?o.
Mientras nos acercamos a Poncebos, por Los Collaos, comprendemos la raz¨®n de tantos accidentes. Aqu¨ª la ruta se divide en dos. A veces, unos amigos cogen la de arriba y otros la de abajo. A los pocos minutos, la diferencia es de varios cientos de metros, y los de abajo intentan atajar monta?a a trav¨¦s. Entonces caen.
La garganta del Cares es un paisaje majestuoso y desolador. Una minidosis del veneno que llevan los monta?eros en su sangre. Al final no es m¨¢s que un paseo compartido con otros muchos andarines, pero a pocos cent¨ªmetros de la huella que dejamos en la senda se encuentra la arista insondable del vac¨ªo. Y eso convierte esta caminata en una verdadera pugna contra todos nuestros v¨¦rtigos.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Turismo de Asturias (www.asturias.es; 902 30 02 02). Incluye informaci¨®n sobre alojamientos y restaurantes por toda la provincia.
? Turismo de Castilla y Le¨®n (www.turismocastillayleon.com; 902 20 30 30).
? Parque Nacional de Picos de Europa (http://reddeparquesnacionales.mma.es).
? Federaci¨®n espa?ola de deportes de monta?a y escalada (www.fedme.es). Son quienes mantienen las rutas GR (gran recorrido).
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