Angela Merkel y el hombre invisible
Cuentan -pero estas cosas no hay quien te las confirme- que el ministro de Exteriores Guido Westerwelle salud¨® una vez al marido de la canciller alemana con un amable "buenos d¨ªas, herr Merkel". Al interpelado le sent¨® fatal. La tradici¨®n dicta que las mujeres alemanas adopten el apellido del esposo, pero Angela Merkel y Joachim Sauer se casaron tras sendos divorcios. Angela, nacida Kasner en 1954, lleva el apellido de Ulrich Merkel, el hombre con el que estuvo casada entre 1977 y 1981. En 1998, la mujer m¨¢s poderosa del mundo se convirti¨® en la esposa del profesor de qu¨ªmica Sauer. ?l es una eminencia en su campo y catedr¨¢tico en la Universidad Humboldt de Berl¨ªn, y se mantiene tan lejos de la vida p¨²blica como le permite su papel de consorte pol¨ªtico. A diferencia de otras parejas de mandatarios m¨¢s medi¨¢ticas, Sauer ni siquiera solaza a los ciudadanos con alguna ocurrencia disparatada de vez en cuando. Nadie sabe qu¨¦ opina sobre casi nada.
Cuentan que le sent¨® fatal que un ministro se dirigiera a ¨¦l como 'herr' merkel
?Cabe imaginar que un romance entre ellos acabara con sus respectivos matrimonios?
En 1993, el cardenal Joachim Meisner se quej¨® en el diario Bild sobre cierta ministra democristiana que "convive fuera del matrimonio". Merkel llevaba entonces la cartera de Mujer y Juventud. La propia canciller cuenta en su libro Mi camino que, tras leer las cr¨ªticas, viaj¨® a Colonia "para explicarle por qu¨¦ es conveniente ser precavido cuando uno ya estuvo casado". Hablaba por los dos. Nacido en 1949, Sauer pas¨® 16 a?os casado con una colega qu¨ªmica. En 1985 se divorci¨® de la madre de sus dos hijos. Llevaban separados desde 1983. Cuenta el bi¨®grafo Gerd Langguth que "Merkel era una hu¨¦sped ocasional en casa de los Sauer". Se hab¨ªan conocido en la Academia de las Ciencias de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, en el Instituto Central de Fisicoqu¨ªmica. Seg¨²n testimonios de la ¨¦poca, un lugar gris y mal dotado, porque a las autoridades de la RDA les interesaban poco las investigaciones sin aplicaci¨®n pr¨¢ctica.
Con ocasi¨®n de la boda en 1998, una revista cont¨® que la entonces secretaria general de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana y el catedr¨¢tico Sauer se conoc¨ªan "desde hace 17 a?os". Es decir, desde antes de que el novio se separara de su anterior esposa. Desde el mismo a?o en el que Merkel se divorciaba de Ulrich. ?Cabe imaginar que un romance entre dos cient¨ªficos que trabajaban juntos y rondaban la treintena acabara con sus respectivos matrimonios? Como dice Langguth, un democristiano nada aficionado a las elucubraciones, "es comprensible que Merkel no se pronuncie al respecto". Pero cabe. La f¨ªsica de formaci¨®n agradecer¨ªa en 1986 al doctor Sauer la "lectura cr¨ªtica" de su tesis doctoral.
Los medios alemanes son tradicionalmente respetuosos con la vida privada de sus pol¨ªticos. La opini¨®n p¨²blica no espera espect¨¢culos como el de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni. La demanda de historias del coraz¨®n queda cubierta con la abundante y variopinta aristocracia alemana, as¨ª como por un inabarcable olimpo de famosos de toda cala?a: deportistas, actores, m¨²sicos o estrellas fugaces de la telebasura. Hay excepciones como el acaudalado bar¨®n Karl-Theodor zu Guttenberg y su rubia baronesa Stephanie, nacida condesa de Bismarck. Con gran ¨¦xito de p¨²blico, el matrimonio tendi¨® puentes entre el oropel aristocr¨¢tico y la alta pol¨ªtica. Tanto m¨¢s estrepitosa fue su ca¨ªda. Achim, que es como Merkel llama a su esposo, es mucho m¨¢s precavido. Muy en su estilo, ella resume el caso: "Mi esposo es cient¨ªfico y quiere seguir siendo cient¨ªfico". Pasa por uno de los mayores expertos en qu¨ªmica cu¨¢ntica, seguro de s¨ª mismo e implacable en sus juicios.
Este a?o, Sauer ofreci¨® una entrevista a la Fundaci¨®n Humboldt donde recuerda sus a?os bajo el r¨¦gimen de la RDA: "Se trataba de poder mirarse al espejo con dignidad sin que a uno le costara el puesto de trabajo". Solo en una ocasi¨®n respondi¨® Sauer a un periodista con micr¨®fono. Le preguntaron si est¨¢ orgulloso. "?De la mujer? Hay razones para estarlo, por sus ¨¦xitos profesionales". Tanta fue la sorpresa de Merkel que, antes de subirse al coche oficial, se gir¨® hacia el reportero para certificar: "Vaya que ha tenido usted suerte".
El enigma de la vida p¨²blica del profesor
Aunque mantiene una planta bien presentable a sus 62 a?os, Joachim Sauer no termina de lucir cuando le retratan entre las parejas de los l¨ªderes mundiales (en la imagen, entre Laura Bush y Cherie Blair en una reuni¨®n del G-8 en Alemania en 2007). Siempre el mismo peinado, siempre con sus americanas oscuras o grises. El hijo del pastelero de Hosena (2.000 habitantes, Alemania oriental) no despeja la gran duda que se plantean millones: ?disfruta en semejante compa?¨ªa o m¨¢s bien le aburre la charleta insulsa de los actos oficiales?
Babelia
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