El debate de la independencia sigue
El cese de ETA pone fin al lastre que el terrorismo supon¨ªa para la defensa democr¨¢tica de la soberan¨ªa vasca - PNV y Batasuna pugnar¨¢n en las urnas
"Bienvenidos a la democracia, aunque con a?os de retraso". Con estas palabras recibieron a la izquierda abertzale los principales partidos tras el aval que otorg¨® a Bildu el Tribunal Constitucional. La sensaci¨®n de haber perdido un tiempo muy valioso es la que se impone entre la mayor¨ªa social de Euskadi tras cuatro d¨¦cadas largas de terrorismo que, m¨¢s all¨¢ de sangre y dolor, no han generado r¨¦dito pol¨ªtico alguno. La desaparici¨®n de ETA y su actividad armada, por el contrario, difuminan el lastre moral hasta la fecha hab¨ªa cerrado puertas al soberanismo, al tiempo que despeja el horizonte a la reivindicaci¨®n democr¨¢tica de una independencia que sigue siendo anhelo de muchos vascos y permanece en el centro del debate.
La uni¨®n 'abertzale' ha puesto fin a la sopa de letras del independentismo
La batalla de las generales es solo el avance de la de 2013, el verdadero reto
Al margen de los pasos dados por la propia organizaci¨®n armada, los acontecimientos pol¨ªticos se han sucedido a un ritmo vertiginoso en Euskadi estos dos ¨²ltimos a?os. Si en 2009 fue la suma de PSE y PP la que permiti¨® relevar por primera vez al PNV en el Gobierno aut¨®nomo, en mayo fue Bildu la coalici¨®n que lanz¨® un aviso a navegantes al ganar con solvencia las elecciones municipales y forales, en un escenario ya de apuesta exclusiva por las v¨ªas pac¨ªficas, y alcanzar con la Diputaci¨®n de Gipuzkoa su mayor cota de poder. Otro hecho sin precedentes que devolvi¨® al nacionalismo, con sus distintos grados de exigencia, el peso dominante entre la sociedad vasca.
Atr¨¢s queda ya la sopa de letras y siglas en la que se hab¨ªa sumido la reivindicaci¨®n soberanista a?os atr¨¢s con partidos minoritarios, como Alternatiba o Hamaikabat, y otros venidos a menos, como EB o EA. La uni¨®n del primero y el cuarto junto a la antigua Batasuna en Bildu, coalici¨®n con la que tambi¨¦n ha comenzado a estrechar lazos Aralar, ha propiciado el resurgimiento pol¨ªtico de la izquierda vasca y la presumible simplificaci¨®n de un hasta ahora complejo escenario pol¨ªtico que, a corto plazo, podr¨ªa presentarse ante los ciudadanos con solo cuatro grandes opciones ideol¨®gicas entre las que elegir.
Junto al denominado polo abertzale, por la hegemon¨ªa soberanista pugnar¨¢ el nacionalismo m¨¢s moderado de un PNV que, tras contribuir de forma decisiva a la paz y al propio regreso de Batasuna a las urnas con sus negociaciones en Madrid, ha rescatado el reto pol¨ªtico de un "nuevo estatus" para Euskadi que, si bien con otros matices ideol¨®gicos, ya abander¨® el anterior lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe. Un gui?o identitario que la formaci¨®n liderada por I?igo Urkullu pretende esgrimir como s¨ªmbolo diferencial. Frente a estas dos opciones, mayoritarias en teor¨ªa, permanecer¨¢ la alternativa constitucionalista, dividida en dos sensibilidades: la progresista del PSE y la conservadora del PP. Es ante un marco sin violencia cuando las otrora irreconciliables posturas podr¨ªan desembocar en futuros entendimientos en clave de izquierdas y derechas que amenazar¨ªan con desnivelar a un lado u otro la balanza. "Todas las opciones est¨¢n abiertas", reconoce un destacado dirigente vasco.
Es el supuesto que ya augur¨® la izquierda abertzale al impulsar la unidad del espectro soberanista, inicialmente en el marco del denominado Acuerdo de Gernika, como ¨²nica salida posible a su ostracismo pol¨ªtico y a su regresi¨®n social, propiciada sobre todo por la persecuci¨®n judicial y policial a todo su entramado de organizaciones en los ¨²ltimos tiempos. Fue una decisi¨®n motivada, adem¨¢s, por un creciente convencimiento interno de que la estrategia militar no era el camino id¨®neo para obtener reivindicaciones pol¨ªticas, y propiciada, en este sentido, por el propio proceso terminal de una banda terrorista cuyo desarraigo entre la poblaci¨®n ha sido cada vez m¨¢s evidente, incluso entre quienes en ¨¦pocas pasadas defendieron o justificaron en alguna medida sus postulados terroristas.
El anhelado desmarque abertzale de la violencia se reflej¨® de forma contundente en los comicios de mayo, con unos resultados para Bildu que ni siquiera los integrantes m¨¢s optimistas de la coalici¨®n esperaban. El acceso a numerosas Alcald¨ªas del Pa¨ªs Vasco y Navarra, as¨ª como a la Diputaci¨®n guipuzcoana, supuso un espaldarazo a la propia apuesta democr¨¢tica. Y la asunci¨®n de las responsabilidades de gobierno se ha convertido en el icono de un cambio que, quienes lo han propiciado, aseguran que "ya no tiene marcha atr¨¢s", pese a los "palos en las ruedas" que, en su opini¨®n, en ocasiones se han puesto desde el Ejecutivo central.
Falta por conocer si su tir¨®n se mantendr¨¢ en las pr¨®ximas citas del calendario electoral. No son pocos los analistas pol¨ªticos que lo ponen en entredicho, al atribuir los buenos resultados abertzales de los comicios municipales a un respaldo puntual de la ciudadan¨ªa a su apuesta democr¨¢tica, as¨ª como al hartazgo generalizado ante la gesti¨®n de los grandes partidos, por lo que estiman que no se prolongar¨¢ en el tiempo. En el PNV, por si acaso, han encendido las luces de alarma y han comenzado a perfilar a la antigua Batasuna como principal rival pol¨ªtico en Euskadi. Por eso le han dirigido sus mensajes m¨¢s incisivos de las ¨²ltimas semanas, en lo que se antoja como una estrategia que se consolidar¨¢ durante la campa?a de las generales, hasta la jornada de reflexi¨®n previa al 20-N.
El horizonte nacionalista, sin embargo, tiene centrada ya su mirada en 2013, cuando est¨¢ prevista la celebraci¨®n de las auton¨®micas que perfilar¨¢n el color del nuevo Gobierno vasco. Es la joya de la corona para un PNV que, con sus maniobras en Madrid, ha priorizado la consecuci¨®n de la paz al inter¨¦s partidista y se ha visto condenado, quiz¨¢ como consecuencia, a su m¨ªnima cuota de poder institucional en Euskadi. Su recuperaci¨®n pol¨ªtica pasa por un regreso a Ajuria Enea que, crecida como nunca antes, tratar¨¢ de impedir una izquierda abertzale que siempre ha ambicionado poder disputar la hegemon¨ªa en Euskadi al partido que fund¨® el ide¨®logo del nacionalismo vasco, Sabino Arana. Un sue?o que parece tocar con las manos.
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