"En la perversi¨®n del bien tambi¨¦n est¨¢ la maldad"
Soy el que nunca ser¨¢ lo que quer¨ªa ser"..., y la voz baja de Gonzalo Hidalgo Bayal apenas se oye en la espiral de barullo en que se ha ido convirtiendo la plaza de Tirso de Molina, de Madrid, a la una de la tarde de este s¨¢bado septembrino donde los puestos de flores alegran la respiraci¨®n.
"Soy el que nunca ser¨¢ lo que quer¨ªa ser", es el coraz¨®n palpitante de Conversaci¨®n (Tusquets), el libro de cuentos con el cual este escritor de C¨¢ceres (Higuera de Albalat, 1950) celebra 25 a?os de su primer t¨ªtulo. La idea de la frase, rescatada de uno de sus relatos, la contin¨²a el autor sentado en una de las 14 mesas de la terraza: "Como si yo quisiera demostrar que cuando se triunfa en algo que no es lo que se pretende no hay satisfacci¨®n ni felicidad ninguna". As¨ª piensa este autor discreto y t¨ªmido, pero seguro, que tard¨® veinte a?os en ser reconocido como lo que quer¨ªa ser; y, ahora, con su quinto libro desde 2006, entre t¨ªtulos recuperados y novedades como esta, nadie duda de su maestr¨ªa.
"Probablemente la literatura sea una forma de conciencia del lenguaje. El lenguaje es la mejor elecci¨®n posible"
"Cualquier pasi¨®n tiene que ser muy trabajosa, y tener dos pasiones, posiblemente, sea excesivo"
Los cinco cuentos de Conversaci¨®n son una gran puerta al universo Hidalgo Bayal; la feliz conjunci¨®n de temas cotidianos impregnados de filosof¨ªa y conflictos morales o intelectuales en un flujo narrativo realista y descriptivo. Un di¨¢logo con el lector donde prevalece el impulso de contar, de alguien por ser escuchado; mientras una ausencia presente determina el destino de los personajes en duelo perpetuo con lo que quieren ser en realidad.
No es el caso de Hidalgo Bayal. Ahora, m¨¢s que nunca, ¨¦l es lo que quer¨ªa ser. Un lector y un escritor con todo el tiempo del mundo, "incluso para no hacer nada". Acaba de jubilarse como profesor de instituto en Plasencia. Lo dice en el barrio donde a finales de los sesenta empez¨® la andadura que lo traer¨ªa hasta este presente. All¨ª, a las doce de un d¨ªa azul, sentado en la terraza con su bl¨¦iser negro, rodeado del tintineo de las cucharillas, los vasos y alg¨²n chirrido de las sillas met¨¢licas que orquestan la evocaci¨®n de su vida de manera pausada.
Escuch¨¦moslo: "Cuando llegu¨¦ a Madrid ten¨ªa unos 18 a?os y necesitaba ganar dinero. Un se?or estaba montando una editorial, que creo que pirateaba cosas de Espasa y vend¨ªa en fasc¨ªculos. Estuve con ¨¦l mi primer mes. Luego pas¨¦ a empaquetar medicinas. Mi tarea era poner los sellos del colegio de hu¨¦rfanos. Aunque viv¨ªa en San Bernardo, ven¨ªa a comer a este restaurante todos los d¨ªas. A Madrid vine a estudiar preu, en 1969 o 1970, despu¨¦s hice Filolog¨ªa Rom¨¢nica y Ciencias de la Imagen en la Complutense. No s¨¦ si la editorial lo mantiene en la solapa, pero yo lo pon¨ªa".
"En 1979 fui a dar clases de lengua y literatura a un instituto de Plasencia, luego dos en el instituto de Coria, y volv¨ª a Plasencia; hasta el 1 de septiembre porque ped¨ª la jubilaci¨®n anticipada... Ahora supongo que puedo escribir. Cuando estaba en el instituto tambi¨¦n lo hac¨ªa, pod¨ªa sacar tres o cuatro horas diarias. Al principio solo daba clase en el horario nocturno, as¨ª es que por las ma?anas escrib¨ªa y por las tardes le¨ªa".
Sus palabras empiezan a bregar por abrirse paso entre el aumento del murmullo. A la mesa de al lado llegan seis muchachos y uno de ellos parece continuar la charla que tra¨ªan cuando dice que "... la gran complejidad de la naturaleza humana es que creemos conocernos, pero todo es un espejismo del cerebro...". Hidalgo Bayal contin¨²a su conversaci¨®n sobre su periplo inicial infructuoso por varias editoriales, Seix Barral, Anagrama, Alfaguara...
"Primero publiqu¨¦ un librito de poes¨ªa, Certidumbre de invierno (en 1986), pero ya ten¨ªa escrita M¨ªsera fue, se?ora, la osad¨ªa, que sali¨® en 1988. Fue un librito de 17 poemas, no cab¨ªan m¨¢s. Me dijeron que 16, pero pudieron ser 17 colocando algunas citas en p¨¢gina par. M¨ªsera fue, se?ora, la osad¨ªa fue la primera obra que escrib¨ª con intenci¨®n de publicar. La termin¨® editando el Servicio de Publicaciones de la Diputaci¨®n de Badajoz, gracias a mi amigo ?ngel Campos P¨¢mpano, traductor de Pessoa y fundador de la revista Espacio Escrito. Luego publiqu¨¦ El cerco oblicuo, que tambi¨¦n hizo el circuito de las editoriales, hasta que la edit¨® Calambur en 1993".
"M¨¢s tarde ?ngel Campos fund¨® en Badajoz Libros del Oeste, y supe que ya ten¨ªa editorial, peque?ita, pero donde publicar¨ªa lo que yo daba por bueno sin demasiadas objeciones. Publiqu¨¦ un par de ensayos y Paradoja del interventor. Entonces, en 2004, Rafael Conte public¨® una cr¨ªtica en Babelia y a partir de ah¨ª hubo llamadas. As¨ª llegu¨¦ a Tusquets. Es cuando ellos recuperan, en 2008, Campo de amapolas blancas y se me empieza a conocer m¨¢s. Luego con novedades como El esp¨ªritu ¨¢spero".
"Este ¨²ltimo, Conversaci¨®n, se lo mand¨¦ har¨¢ un a?o o dos. Les ped¨ª que lo retrasaran todo lo que pudieran para no agobiarme y tener que escribir otro. No es porque ellos me metieran presi¨®n, nunca me han dicho nada, pero yo s¨ª me la crear¨ªa". "El orden de los relatos es cronol¨®gico. La idea pretend¨ªa que cada uno fuera m¨¢s largo que el anterior al tiempo que ahondara m¨¢s, que fuera un poco m¨¢s all¨¢ del procedimiento narrativo. El tempo, esa manera de escribir, de contar historias o no contarlas y hacer que se piense a partir de la historia es donde me encuentro no dir¨¦ m¨¢s c¨®modo, pero donde s¨ª creo que estoy haciendo algo que me satisface".
El rumor de la terraza se va haciendo m¨¢s mestizo y ascendente, y la voz de Hidalgo Bayal se ahoga por momentos. En la mesa de los seis muchachos la conversaci¨®n va de que "... debido a que el hombre piensa las cosas es que ocurre todo, de ah¨ª nacen las neurosis...". Para entonces, el autor cacere?o ha entrado en las claves de su literatura:
"El modo en el que surgen las historias es muy extra?o. A veces por una imagen. Otras provienen de una intuici¨®n y algunas como Aquiles y la tortuga parten de una idea. La frase 'soy el que nunca ser¨¢ lo que quer¨ªa ser', es de este relato. Como si yo quisiera demostrar que...". "... Esta otra frase que mencionas la comparto: 'As¨ª como sobre la columna decapitada no se sostiene hoy el templo pero s¨ª se sostiene la cultura occidental; as¨ª tambi¨¦n una frase rota de Her¨¢clito o Parm¨¦nides no sostiene nada m¨¢s que vagamente el pensamiento de sus autores, pero fundamenta los s¨®lidos muros y el edificio entero del saber del mundo'. Es as¨ª. Aunque no sea experto en esas cuestiones, gran parte del pensamiento occidental se basa en esa especie de ra¨ªces rotas de los presocr¨¢ticos. Tampoco sabr¨ªa llevarlo m¨¢s a all¨¢...".
"Hace poco le¨ª un libro que defend¨ªa que si el mundo o el pensamiento occidental, en lugar de haberse acogido a lo f¨¢cil, a Arist¨®teles, lo hubiera hecho a lo oscuro, a Parm¨¦nides, otro hubiera sido el pensamiento y la vida de Occidente. No s¨¦ si ser¨¢ verdad pero indica que los fundamentos est¨¢n en esos fragmentos que cito".
"... Tambi¨¦n puede ser verdad lo que acabas de leer del libro: 'Quiz¨¢ las personas que sienten en alg¨²n momento la pasi¨®n del conocimiento y la ansiedad de la filosof¨ªa, no sientan nunca una verdadera pasi¨®n amorosa'. No lo podr¨ªa demostrar pero s¨ª es cierto. Cualquier pasi¨®n tiene que ser muy trabajosa, y tener dos pasiones, posiblemente, sea excesivo. Tampoco he procurado averiguarlo pero no hay grandes hombres del conocimiento que hayan tenido tambi¨¦n grandes pasiones amorosas. Pueden haber tenido satisfacciones secundarias, pero alimentar dos grandes pasiones debe ser dif¨ªcil, aunque no sea... vivir plenamente. Lo m¨¢s probable es que la mayor¨ªa no estemos ni en la una ni en la otra y que combinemos pasiones medianas. Tal vez eso sea lo aristot¨¦lico".
"... En cuanto a la cita: 'Hablo, como comprender¨¦is, desde un punto de vista literario, el ¨²nico punto de vista en que se sostienen las verdades', tendr¨ªa dos comentarios. Uno, que en un aspecto ret¨®rico, narrativo, el narrador se cura en salud porque no puede saber algunas de las cosas. Pero por otra parte, habr¨ªa que establecer alg¨²n tipo de identificaci¨®n entre literatura y verdad. La literatura puede ser ficci¨®n, pero no necesariamente la ficci¨®n tiene que ser mentira".
"Alguna vez he utilizado definiciones de este tipo sobre qu¨¦ es la cultura, la verdad, el bien o la belleza. Tal vez lo literario tambi¨¦n tenga que ser verdadero. Se puede prestar a muchas interpretaciones. No me gusta el sintagma de 'la verdad de las mentiras'. Todo lo que se escribe (salvo que sean series de encargo, y aun as¨ª lo dudo) tiene un fondo de verdad. En cualquier historia. Luego hay ornamentos ret¨®ricos necesarios. Al fin y al cabo, probablemente la literatura sea una forma de conciencia del lenguaje. El lenguaje no es solo cuesti¨®n de enlazar sintagmas afortunados, sino una forma de elecci¨®n, la mejor elecci¨®n posible. Y la mejor elecci¨®n tiene que ser verdadera y clara, si no hay trampas. Uno puede caer en trampas de una manera insensata".
"... ?Ah! Eso de que en la perversi¨®n del bien tambi¨¦n est¨¢ la maldad, o el bien como arma, se da. Utilizar el bien, comportarse bien con mala idea, no es algo tan extra?o. Ni somos completamente buenos ni completamente malos. Y muchas bondades probablemente tengan una justificaci¨®n secundaria. Ah¨ª lo que pasa es que se llega a un cierto extremo". "Esta ma?ana estaba tomando notas para una historia que estoy elaborando. Pensamos que cuando alguien huye, desaparece o se va de casa tiene que haber ocurrido algo negativo. Y la idea que he desarrollado es que puede ser todo lo contrario; en El esp¨ªritu ¨¢spero, uno de los personajes dice que la misi¨®n de cada uno en esta vida es encontrar su propio dolor. A veces huir, desaparecer, irse, no tiene que deberse necesariamente a algo negativo, sino a no poder soportar una especie de sensaci¨®n de plena satisfacci¨®n, que ya en s¨ª misma ser¨ªa como negativa. Algo as¨ª. Un poco enrevesado, no lo tengo a¨²n claro, pero he estado escribiendo sobre eso esta ma?ana".
En la terraza, el ligero aroma de las flores ha sido desplazado por el de las primeras comidas de la tarde. Y el murmullo de las conversaciones de las 14 mesas sigue su ascenso en espiral, donde se cuela la voz de uno de los muchachos de al lado: "No estamos preparados para ser libres... es por la forma como funciona el cerebro...". Hidalgo Bayal ya se ha levantado y se aleja por las calles que hace cuarenta a?os lo trajeron aqu¨ª, a moldear lo que quer¨ªa ser.
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