Lo probamos todo... ?sin comprender nada?
La cultura del picoteo resume un libro en un tuit, un disco en una canci¨®n y la informaci¨®n en un titular - Lo digital lleva a una forma de consumir fragmentaria
?Cu¨¢nto vale lo que no nos cuesta nada? ?Qu¨¦ importancia le damos a las cosas que logramos sin ning¨²n esfuerzo? En estos tiempos l¨ªquidos en los que si tienes 10 minutos y un ordenador puedes conseguir casi cualquier cosa sin ir a buscarla a ninguna parte, porque basta con pulsar dos teclas para que Internet te ponga en la mano el disco, la noticia o la imagen que estuvieras buscando, parece que es m¨¢s f¨¢cil desear las cosas que quererlas y que a fuerza de acumular titulares, citas y res¨²menes nos arriesgamos a sustituir el conocimiento por la simple curiosidad, que es un buen punto de partida, pero un mal destino. Importa m¨¢s probar que elegir y estar al tanto de lo que sucede que tener una opini¨®n sobre ello, lo cual en muchos casos nos vuelve a la vez insustanciales e insaciables. ?Se puede considerar informada una persona que lee los teletipos que le van llegando a su tel¨¦fono m¨®vil? ?O¨ªr dos canciones de cada CD que se edita te convierte en mel¨®mano? ?Coleccionar frases c¨¦lebres te vuelve un amante de la filosof¨ªa?
El s¨ªndrome de Di¨®genes 2.0 define al que necesita acumular descargas
Hay menos fidelidad porque los contenidos te buscan, no al rev¨¦s
Existen respuestas inmediatas, pero no tiempo ni espacio para reflexionar
Spotify ha sido un punto de ruptura: no hace falta poseer para disfrutar
Hace poco, el novelista Manuel Vicent public¨® una biograf¨ªa del anterior duque de Alba, titulada Aguirre, el magn¨ªfico, que fue criticada por su viuda en un art¨ªculo enviado a este peri¨®dico. A los pocos d¨ªas, otro diario sac¨® una p¨¢gina entera en la que se reproduc¨ªan "los 10 p¨¢rrafos m¨¢s pol¨¦micos de la obra que ha irritado a la duquesa". Despu¨¦s de eso, ?ya no hace falta leer el texto completo para poder decir que uno sabe lo que se cuenta en ¨¦l?
Algunas personas creer¨¢n que lo fragmentario es la ¨²nica opci¨®n en este mundo en el que ya no ganan los m¨¢s fuertes, sino solo los m¨¢s r¨¢pidos y la paciencia ha sido sustituida por la velocidad; otras ver¨¢n en ello la negaci¨®n de la propia cultura, que no consiste en tantear la superficie de las cosas, sino en profundizar en ellas, y su suplantaci¨®n por una poscultura que, como escribe el profesor Javier Gom¨¢ en su obra Ingenuidad aprendida, es el ¨²ltimo recurso de unas sociedades en decadencia "cuya ¨²nica identidad reside, tras el ocaso de Occidente, el eclipse de las ideolog¨ªas, la muerte de Dios y el fin de la historia, en ser posterior a lo anterior: cultura posmoderna, posindustrial, poshist¨®rica...". No parece gran cosa, porque una secuela no puede ser un buen punto de partida.
"Es cierto que en Internet ya no se navega, solo se surfea", dice el director de cine Fernando Le¨®n de Aranoa, "porque el usuario se ha vuelto promiscuo: al menor indicio de decepci¨®n, cambia de ola. Hay menos compromiso, menos fidelidad y por a?adidura una mayor pasividad, porque ahora son los contenidos los que salen en tu busca, y no al rev¨¦s. Eso lo cambia todo, empezando por el periodismo, porque como la volubilidad es una amenaza continua, los titulares de los peri¨®dicos se vuelven promesas, ganchos, son un ejercicio de seducci¨®n que busca m¨¢s atraer al lector que enunciar la noticia. ?Afectar¨¢ esto tambi¨¦n a la m¨²sica, al cine? ?Se convertir¨¢n los primeros actos de las pel¨ªculas en imanes que garanticen la descarga completa del producto? ?Empezar¨¢n un d¨ªa las canciones por el estribillo? No s¨¦, pero, de momento, los est¨ªmulos e impresiones han reemplazado a la reflexi¨®n y el an¨¢lisis. Supongo que quienes logren articular la informaci¨®n, que parece tan inabarcable, ser¨¢n los gur¨²s del futuro".
El mundo de la m¨²sica es, por ahora, la mayor v¨ªctima cultural de la Red, y sus consumidores, habitantes de un mundo en el que vivimos de una parte "sitiados por la abundancia", como dice el ensayista Marek Sobczyk en su libro reci¨¦n publicado De la fatiga de lo visible, y de otra hipnotizados por la pirater¨ªa, que al ponerle el cartel de gratis a los productos culturales les quita todo su valor, son los que m¨¢s han cambiado, normalmente, para entregarse a la voracidad, porque las descargas legales y, sobre todo, ilegales hacen que casi todo el mundo tenga en su ordenador o su mp3 100 veces m¨¢s canciones de las que podr¨¢ escuchar en un d¨ªa, un mes o incluso un a?o.
La cultura del picoteo, del querer meter la cuchara en todos los platos del restaurante para hacerse una idea de su sabor, tiene aqu¨ª su m¨¢xima expresi¨®n y ha transformado por completo a los aficionados, que si antes segu¨ªan a un artista en particular o un g¨¦nero espec¨ªfico, ahora lo degustan todo, para hacerse una idea y porque, al fin y al cabo, no hay que pagarlo. "Es evidente", dice Rub¨¦n Pozo, la mitad del grupo Pereza, que en estos d¨ªas prepara su primer disco en solitario, "que ha aparecido una patolog¨ªa que podr¨ªa denominarse algo as¨ª como s¨ªndrome de Di¨®genes 2.0 y que consiste en la acumulaci¨®n excesiva y compulsiva de contenidos y descargas. Si yo fuera escritor, tampoco permitir¨ªa un resumen de una obra m¨ªa. Y estoy seguro de que a un aut¨¦ntico amante de la literatura no le interesar¨ªa leerla. Me aventuro a decir que la gente que no duda en leerse la s¨ªntesis de una novela en Internet es la misma que invierte un mont¨®n de tiempo en saberse al dedillo la vida y milagros de Bel¨¦n Esteban. Que tampoco pasa nada, por otro lado".
Su compa?ero Leiva, que tambi¨¦n prepara su debut como solista, va m¨¢s o menos por el mismo camino y alerta de los riesgos de la trivialidad: "En esto de la cultura del picoteo, creo que hay algo de querer gustar a todas y no irte con ninguna. De figurar pero no estar. Hay demasiada prisa, gente que parece creer que corriendo en muchas direcciones llegar¨¢ a estar a la vez en varios sitios, o incluso en todas partes. Creo que har¨ªan falta cuatro vidas para escuchar los miles y miles de canciones que acumula la mayor parte de la gente en su ordenador. Peor para ellos, a m¨ª no me interesa saltar de una cosa a la otra, sino o¨ªr un disco, por ejemplo, de arriba abajo, tal y como se hizo, y ese es mi sistema de medida: para m¨ª, de Madrid a Bilbao no hay 395 kil¨®metros, ni tampoco, 70 canciones, sino cuatro discos y medio".
Los extremos de la cuesti¨®n parecen claros: a un lado, la posibilidad de obtener respuestas inmediatas y al otro la falta de tiempo y espacio para reflexionar sobre ellas. De una parte, las ganas de saber y de otra tan solo la de estar enterados o, al menos, fingirlo, como sugiere el actor Juan Diego Botto: "Internet es un atajo que lo acerca todo, pero tambi¨¦n puede ser una m¨¢scara, un laboratorio donde construirse una falsa identidad. Siempre me han dejado perplejo esas personas que acumulan recortes de informaci¨®n o sentencias o an¨¦cdotas, para luego soltarlas en el momento que consideran m¨¢s oportuno y dar la impresi¨®n de que saben mucho m¨¢s de lo que dejan ver. Admiro tanto a la gente que sabe como a la que quiere saber, pero no me gusta la que finge que sabe lo que, en realidad, solo ha ido a buscar a Internet, que es un lugar en donde tambi¨¦n el que no quiera aprender nada lo tiene todo a su disposici¨®n, resumido y clasificado".
Al actor esa palabra, clasificado, le parece peligrosa. "Tengo la impresi¨®n que en ese gusto por las listas y los inventarios que tanto abundan en Internet est¨¢ una parte importante del problema: ah¨ª est¨¢n desde las mejores y las peores frases del presidente del Gobierno o sus ministros, por ejemplo, hasta las 10 canciones del mes, y, naturalmente, las escenas m¨¢s c¨¦lebres, m¨¢s espectaculares o m¨¢s pol¨¦micas, por la raz¨®n que sea, de tal actor o tal actriz. En el cine es dif¨ªcil valorar un trabajo por dos secuencias, pero seguro que ya hay quien busca y encuentra los 10 mejores planos de una pel¨ªcula, mira cu¨¢ntas estrellas le han puesto los cr¨ªticos y ya se atreve a opinar acerca de ella. Y, por lo dem¨¢s, Internet es una maravilla. Todo depende de qui¨¦n lo use y para qu¨¦".
En eso coincide casi todo el mundo: un cuchillo es un cubierto, una herramienta o un arma dependiendo de la mano en la que acabe. El m¨²sico Iv¨¢n Ferreiro, en plena promoci¨®n de su disco Confesiones de un artista de mierda, lo dice en l¨ªnea recta: "Es lo de siempre, hay gente que tiene una esponja en el cerebro y gente que lo tiene envuelto en pl¨¢stico, unos se empapan de todo y a otros les resbala. Muchos confunden tener algo en el disco duro con saber lo que es y luego hay personas que adquieren una cultura impresionante en la Red, encuentran huellas que seguir, artistas en los que profundizar. Unos aprovechan que existe Internet para robar los libros o leerlos abreviados y otros lo usan como un pasadizo a las librer¨ªas. Los que tienen cabeza y saben para qu¨¦ usarla, aprovechan la facilidad de tenerlo todo a un intro de distancia. Los otros apilan cosas y les da igual, porque la monta?a cada vez es m¨¢s alta, pero ellos no cambian de tama?o".
Eva Amaral y Juan Aguirre, ya ensayando la gira de su nuevo disco, Hacia lo salvaje, admiten que la informaci¨®n suministrada en p¨ªldoras produce sobredosis, pero tambi¨¦n atrae a lectores nuevos y seguro que algunos de ellos s¨ª querr¨¢n profundizar en lo que les llega, da igual si es la p¨¢gina entera de un peri¨®dico o su abreviatura en la pantalla del m¨®vil. "Todo depende del uso que le des a cada cosa: nosotros no usamos Twitter, por ejemplo, como un canal de promoci¨®n, sino de comunicaci¨®n con nuestros seguidores, o con cualquier persona interesada en nuestro trabajo. Y en Internet vemos los peligros que ve cualquiera, pero tambi¨¦n muchas ventajas. La m¨²sica es un mundo en el que la revoluci¨®n digital ha logrado, para empezar, que cayeran las fronteras temporales, porque al lado de este disco de Amaral hay uno de Serge Gainsbourg y puedes comprarlos y baj¨¢rtelos uno a continuaci¨®n del otro".
Spotify, donde puedes escuchar miles de discos, nos lanza un reto que deber¨ªa cambiar nuestra mentalidad y ense?arnos que no hay que poseer para disfrutar. "Es cierto que gran parte de los beneficios que el mundo del arte y la cultura podr¨ªan obtener de Internet se pierden a causa de la pirater¨ªa, y que ese es un precio muy alto. Pero tambi¨¦n es una lecci¨®n que deber¨ªa de haber servido para algo y nos tememos que no haya sido as¨ª. No s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ con los libros, pero nos da la impresi¨®n de que el mundo editorial no ha aprendido nada de lo ocurrido en el de la m¨²sica. Por ejemplo, estamos seguros de que el lector del ¨²ltimo libro de Paul Preston, que es el que ahora tenemos entre manos, habr¨ªa agradecido que al comprarlo en una librer¨ªa le hubiesen dado con ¨¦l un c¨®digo de descarga para tener a su disposici¨®n tambi¨¦n la versi¨®n digital y poderlo leer en un iPad cuando vaya de viaje. A veces, por querer venderte la misma cosa dos veces, al final se quedan sin nada", a?aden los m¨²sicos.
Tal vez todo esto no sea m¨¢s que el espejo de unos tiempos entregados a la globalidad y las corrientes de opini¨®n, donde todo se conoce y se desconoce a la vez. En el primer caso, porque las noticias vuelan m¨¢s deprisa que nunca y en el segundo, porque cada vez tenemos menos tiempo para detenernos a meditar acerca de ellas. Si hay un verso genial que cada vez sea menos cierto, es este de Fernando Pessoa: "?Qu¨¦ dif¨ªcil es ver solo lo que es visible!". Ahora es justo al contrario, porque "el exceso de im¨¢genes provoca una par¨¢lisis de lo visible", como dice de nuevo Marek Sobczyk, y todo es inmediato, es urgente y es transitorio, y en medio de tanto apresuramiento lo que pasa no deja ver lo que sucede, y m¨¢s en esta ¨¦poca de crisis en la que estamos tan preocupados de no hundirnos que no podemos llegar al fondo de las cosas.
"Mejor el picoteo que la ignorancia total", dice el director de cine y escritor David Trueba. "Creo que una buena met¨¢fora de todo esto que ocurre la tenemos en los restaurantes m¨¢s prestigiosos, que ya no son los que te dan dos grandes platos, sino 11 peque?os, y que de ninguna forma son peores. Por supuesto que vivimos tiempos de confusi¨®n, en los que todo parece a¨²n por definir, porque no es f¨¢cil querer saberlo todo y estar orientado, de manera que muy a menudo perdemos la oportunidad de disfrutar de las cosas por completo y olvidamos, por seguir con el mismo ejemplo de la comida, que siempre es mejor consumir despacio y lo justo a engullir e indigestarse. Nada va a ser como era, pero eso no debe asustarnos: simplemente, habr¨¢ que experimentar otras cosas y atreverse a mezclar lo que nunca hab¨ªa estado junto, como los cocineros".
Tiempos l¨ªquidos, como los ha llamado el premio Pr¨ªncipe de Asturias Zygmunt Bauman, en los que sin duda tenemos que construirnos "una identidad flexible que haga frente a los cambios continuos de la realidad" y siga el ritmo de los avances tecnol¨®gicos, pero en los que tambi¨¦n corremos el riesgo de no ahondar en nada a base de catarlo todo, sin darnos cuenta de que dar un paso en cada direcci¨®n es una manera de no moverse.
Navegar, surfear, o ambas cosas
- Fernando Le¨®n de Aranoa. "En Internet ya no se navega, solo se surfea, el usuario se ha vuelto promiscuo y al menor indicio de decepci¨®n, cambia de ola. Los titulares de los peri¨®dicos son promesas, ganchos, un ejercicio de seducci¨®n que busca m¨¢s atraer al lector que enunciar la noticia".
- Rub¨¦n Pozo. "Ha aparecido una patolog¨ªa que podr¨ªa denominarse algo as¨ª como s¨ªndrome de Di¨®genes 2.0 y que consiste en la acumulaci¨®n excesiva y compulsiva de contenidos y descargas".
- Leiva. "Hay demasiada prisa, gente que parece creer que corriendo en muchas direcciones llegar¨¢ a estar a la vez en varios sitios, o incluso en todas partes. Hay m¨¢s ganas de cotillear que de descubrir y demasiados compradores de lo que sea en el gran bazar de la Red".
- Juan Diego Botto. "Siempre me han dejado perplejo esas personas que acumulan recortes de informaci¨®n, sentencias o an¨¦cdotas, para luego soltarlas en el momento oportuno y dar la impresi¨®n de que saben m¨¢s de lo que dejan ver. En Internet, quien no quiera aprender nada lo tiene todo a su disposici¨®n, resumido y clasificado".
- Iv¨¢n Ferreiro. "Es lo de siempre, hay gente que tiene una esponja en el cerebro y gente que lo tiene envuelto en pl¨¢stico; unos se empapan de todo y a otros les resbala. Unos confunden tener algo en el disco duro con saber lo que es y otros adquieren una cultura impresionante en la Red, encuentran huellas que seguir, artistas en los que profundizar".
- Eva Amaral y Juan Aguirre. "Nos da la impresi¨®n de que el mundo editorial no ha aprendido nada de lo ocurrido en el de la m¨²sica. Seguro que quien compra un libro agradecer¨ªa que le dieran con ¨¦l un c¨®digo de descarga para tener a su disposici¨®n tambi¨¦n la versi¨®n digital. A veces, por querer venderte la misma cosa dos veces, al final se quedan sin nada".
- David Trueba. "Una buena met¨¢fora de todo esto la tenemos en los restaurantes m¨¢s prestigiosos, que ya no son los que te dan dos grandes platos, sino 11 peque?os, y que de ninguna forma son peores".
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