Una visi¨®n miope del otro
Mi amigo no soporta a uno de los padres de la clase de su hijo. Le llama el prota porque siempre acapara la atenci¨®n. Hace unos d¨ªas, tomando un caf¨¦, me dijo:
-Tenemos una cena de padres del colegio, y te puedo reproducir palabra por palabra lo que el prota nos contar¨¢: que estrena todoterreno, que la empresa le va de cine a pesar de la crisis, nos recordar¨¢ lo listo que es su hijo y pondr¨¢ su acostumbrada cara de aburrimiento cuando hablen los dem¨¢s...
Pasada la anunciada cena, le pregunt¨¦ qu¨¦ tal hab¨ªa ido, y me contest¨® que, en efecto, todo hab¨ªa sucedido como ¨¦l hab¨ªa pronosticado y que, una vez m¨¢s, hab¨ªa sido como vivir otro d¨ªa en la pel¨ªcula Atrapado en el tiempo.
Seg¨²n ¨¦l, el prota hab¨ªa seguido el guion con absoluta precisi¨®n, aunque lo cierto es que, aunque no lo sepa, ¨¦l contribuy¨® decisivamente a que as¨ª fuera.
"Hay que descubrir virtudes que nos han pasado desapercibidas y reconocer alguna para poder encarar con buen pie la relaci¨®n"
"El cerebro capta del otro lo que se corresponde con nuestras expectativas, por la man¨ªa de no cuestionar sus creencias"
Miopes con los dem¨¢s
"Virtudes y defectos son dos caras de la misma moneda"
(Oriol Pujol Borotau)
Todos, sin excepci¨®n, tenemos nuestras virtudes, y todos, tambi¨¦n sin excepci¨®n, nuestros defectos. No puede ser de otra forma porque virtudes y defectos van emparejados. Detr¨¢s de cada virtud hay un defecto emparejado, y detr¨¢s de cada defecto hay una virtud. As¨ª, si soy una persona con una gran sensibilidad (mi virtud), probablemente adolecer¨¦ de ser muy reactivo (defecto), o si soy una persona emprendedora y valiente (virtud), puedo f¨¢cilmente ser arrogante y manipuladora (defecto). Somos, por tanto, todos y cada uno de nosotros un complejo equilibrio de rasgos de eficacia e ineficacia que todos ellos forman parte indisociable de nuestra personalidad. Y tanto uno como otro lado de esa dualidad los proyectamos y forman parte de la imagen que de nosotros tienen los dem¨¢s.
Sin embargo, a aquellas personas que nos gustan, que nos caen bien, tendemos a verles -y a evidenciar- solo las virtudes, y a las que no nos gustan, a las que nos caen mal, tendemos a percibirles solo los defectos. En ambos casos somos poco objetivos, puesto que estamos viendo solo una parte del retrato. Estamos, por as¨ª decirlo, siendo miopes. Pero es importante conocer que este es un proceso natural que hacemos todos sin darnos cuenta, ya que, como nos recuerda el divulgador cient¨ªfico Eduardo Punset, "los seres humanos est¨¢n predispuestos a prestar atenci¨®n a la informaci¨®n que confirma sus creencias y minimizar la informaci¨®n que refuta lo que creen".
En s¨ªntesis, vemos de los dem¨¢s lo que queremos ver, que es aquello que coincide con nuestras expectativas o creencias. Y esta forma de proceder provoca que exageremos nuestras filias y perpetuemos nuestras fobias, algunas veces m¨¢s all¨¢ de lo razonable.
Estas miop¨ªas con los dem¨¢s tienen efectos directos sobre nuestras relaciones: nos es dif¨ªcil generar aprecio por aquella persona de la que constantemente solo vemos sus defectos y podemos tener enormes desenga?os con aquella persona a la que solo vemos virtudes. Ni una ni otra actitud conforman una imagen real en la que basar nuestros juicios.
Y el efecto va m¨¢s all¨¢ de las relaciones personales, transfiri¨¦ndose desde la experiencia particular a la percepci¨®n general: as¨ª, si me cae bien una amiga que se llama Sonia, estar¨¦ especialmente predispuesto a considerar el nombre de Sonia como un nombre bonito y mi primera impresi¨®n de una nueva Sonia que conozca ser¨¢ inicialmente positiva. Y si me cae especialmente mal una Ana... seguro que descartar¨¦ el nombre para mi hija y recelar¨¦ en primera instancia de toda Ana que me presenten.
Reencuadrar el retrato
"Hemos de obligarnos a prestar atenci¨®n a los datos que perturban nuestras arraigadas creencias" (Jonah Lehner)
El cerebro capta del otro lo que se corresponde con nuestras expectativas. Cualquier signo que concuerde con lo que pensamos de una persona ser¨¢ a nuestros ojos extremadamente visible y evidente y, en cambio, nos pasar¨¢ desapercibida cualquier evidencia de lo contrario. As¨ª pues, aquella persona de la que pensamos que es antip¨¢tica acabar¨¢ si¨¦ndolo a nuestros ojos sin ninguna duda y no encontraremos la manera de relacionarnos positivamente con ella. Y si pensamos de alguien que es una persona muy simp¨¢tica, as¨ª la veremos sea cual sea su comportamiento. Todo ello nos ocurre -y as¨ª nos lo cuenta Eduardo Punset- por la man¨ªa que tiene nuestro cerebro de no cuestionar ni renunciar a sus creencias.
Para abandonar la miop¨ªa en nuestra percepci¨®n y ser capaces de ver objetivamente a los dem¨¢s es necesario que, de vez en cuando, revisemos el retrato que nos hemos hecho de ellos. Es un ejercicio sencillo de reencuadre, destinado a hacer visibles las partes del retrato que, por no coincidir con nuestras creencias, hemos escondido inconscientemente.
El objetivo es conseguir un retrato objetivo del otro, y el ejercicio consiste en, despu¨¦s de hacer una lista mental de las virtudes (si nos cae bien) o defectos (si nos cae mal) de una determinada persona, completarla con la otra parte: las virtudes si nos cae mal y los defectos si nos cae bien. Obtendremos as¨ª el retrato real y estaremos sentando las bases para poder establecer una relaci¨®n mucho m¨¢s sana con aquella persona.
El proceso es especialmente aconsejable en aquellos casos en los que tenemos a alguien perpetuado en una determinada imagen, es decir, cuando hace demasiado tiempo que no revisamos la idea que tenemos de ese alguien.
Conectando con los que no me gustan. Cuando tenemos un buen d¨ªa, estamos tranquilos y nos sentimos seguros, tendemos a mostrar nuestras virtudes. En cambio, cuando tenemos un mal d¨ªa, nos sentimos inseguros o presionados, nos sale nuestra peor cara. Desde este punto de vista, nosotros somos tambi¨¦n responsables del comportamiento de los dem¨¢s: si les damos tranquilidad y los hacemos sentir bien, nos mostrar¨¢n sus virtudes. Si nos mostramos hostiles o los despreciamos, nos manifestar¨¢n sus defectos. Es en este sentido en el que mi amigo tambi¨¦n es responsable del comportamiento de el prota, porque su desprecio hacia ¨¦l es evidente que no le pasa inadvertido.
Desde esta base, podemos pensar que es posible replantear la mala impresi¨®n y relaci¨®n que tengamos con alguien que no nos cae bien, y podemos desarrollar una estrategia para conectar con ella o con ¨¦l.
El proceso comenzar¨¢ con el reencuadre: descubriremos de esta persona virtudes que hasta ahora nos han pasado desapercibidas. El siguiente paso ser¨¢ escoger una o algunas de ellas que pueda reconocer sincera y objetivamente, y que considere positivas y valiosas, o que pueda incluso admirar. (Es habitual que sean virtudes que yo no tengo especialmente desarrolladas y puedo, por tanto, valorar especialmente en los dem¨¢s). Una vez escogida o escogidas, mi comunicaci¨®n con esta persona ir¨¢ encaminada a reconocer tales virtudes, en lugar de sus habituales defectos.
As¨ª, por ejemplo, el prota del grupo de padres de mi amigo, adem¨¢s de sus consabidos defectos, tiene como virtud el ser una persona con una capacidad encomiable de organizar eventos. De hecho, las cenas y los encuentros siempre se producen gracias a ¨¦l. Reconocerle esta habilidad, en lugar de mostrarse especialmente susceptible a sus comentarios superfluos, supondr¨¢ encarar con buen pie la relaci¨®n. Es importante destacar que no se trata de adularlo, ni de decirle cosas que no sentimos. Se trata de evidenciar el respeto por una cualidad que de verdad admiramos o apreciamos.
A trav¨¦s de una virtud que reconocemos del otro conseguimos conectar con ¨¦l sobre una base positiva que propiciar¨¢ que se sit¨²e en el escenario de mostrar su mejor cara y que as¨ª podamos de forma natural desarrollar nuestra relaci¨®n.
Cambiar la conexi¨®n
Para leer
En la novela de Eloy Moreno'El bol¨ªgrafo de gel verde' (Espasa, 2011) encontramos una amplia muestra de relaciones da?adas por el efecto miop¨ªa asociado a los a?os de convivencia.El cl¨¢sico de la literatura empresarial 'La gran conexi¨®n', de Arnie Warren (Urano, 2000), nos describe con precisi¨®n el procesode conexi¨®n con los dem¨¢s sobrela base de las virtudes.
Para ver
La memorable comedia 'Atrapado en el tiempo' nos muestra a trav¨¦s de un ingenioso guion c¨®mo vivimos la realidad de nuestro pensamiento y c¨®mo cambiando nosotros cambia la realidad.
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