Necesitamos eurodebates nacionales
En Bruselas se ha dado un gran paso. Vuelve a proclamarse la salvaci¨®n. ?Pero cu¨¢nto durar¨¢? En los pr¨®ximos d¨ªas y meses, el futuro de la eurozona lo decidir¨¢ el veredicto de los mercados financieros sobre estas complejas medidas, que son las ¨²nicas en las que las distintas pol¨ªticas nacionales de los diversos pa¨ªses europeos permiten a sus Gobiernos ponerse de acuerdo.
Un pa¨ªs tras otro, un Parlamento tras otro, todos est¨¢n alzando la voz para decir: hasta aqu¨ª, y nada m¨¢s. Pero, cuando un pa¨ªs insiste en una cosa, otro no puede tolerarla: el "debemos" de Alemania es el "no podemos" de Grecia; lo que es "esencial" para Nicolas Sarkozy es "imposible" para Angela Merkel; la l¨ªnea roja de Eslovaquia es el m¨ªnimo imprescindible de Espa?a. Y cada d¨ªa, esta cacofon¨ªa de democracias nacionales est¨¢ en manos del superpoder transnacional de los mercados.
?Esperar¨¢n los mercados mientras las democracias siguen discutiendo?
Los mercados pueden hundir el euro ma?ana mismo
Esta semana he presenciado -en directo, en la pantalla de mi ordenador- dos debates parlamentarios fascinantes sobre Europa: uno, el lunes por la noche, en la C¨¢mara de los Comunes brit¨¢nica, y otro que comenz¨® el martes a mediod¨ªa en el Bundestag alem¨¢n. A primera vista, el contraste era enorme: la madera barnizada y el cuero verde de los bancos, situados unos enfrente de otros, en el Parlamento de Westminster, contra los grises y azules fr¨ªos y modernos del hemisferio segmentado que constituye la sala de plenos del Bundestag; los anticuados trajes de rayas, las barrigas y los melosos tonos subchurchillianos de los euroesc¨¦pticos tories contra los grises y azules claros, casi a juego con su entorno, de los parlamentarios alemanes, que pronunciaban sus t¨ªpicas y largas frases construidas como con Legos. Sin embargo, por debajo de todo, los dos debates ten¨ªan un tema com¨²n: la democracia.
El socialdem¨®crata y exministro de Exteriores alem¨¢n Frank-Walter Steinmeier dijo que la forma que ha tenido Merkel de tratar al Parlamento alem¨¢n durante la crisis del euro es "indignante". Todos los oradores, incluido el l¨ªder parlamentario de los Verdes, se levantaron para insistir -a veces, golpeando el podio gris y azul para subrayar sus palabras- en que todos los nuevos compromisos financieros que haga Alemania para salvar la eurozona deben debatirse y aprobarse "aqu¨ª, en el Bundestag alem¨¢n".
?Qu¨¦ es eso que oigo, un meloso "S¨ª, se?or" desde las bancadas de los conservadores brit¨¢nicos? En ambos sitios, est¨¢ absolutamente claro que la autoridad democr¨¢tica para respaldar las decisiones sobre Europa no procede del Parlamento Europeo, sino de los Parlamentos nacionales.
Y en ambos sitios, por detr¨¢s de la insistencia en los derechos del Parlamento nacional, se oye el ruido de tambores de la insatisfacci¨®n popular, expresada y aumentada a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, pero tambi¨¦n en los sondeos de opini¨®n, las conversaciones que mantienen los diputados en sus circunscripciones, en el caf¨¦, el pub y el bar de la esquina. Para no hablar del campamento montado frente a la catedral de San Pablo y la plaza de las protestas ante el Parlamento griego. Todos losciudadanos exigen que se les oiga. Lo malo es que lo que quieren decir es dif¨ªcil, si no imposible, de conciliar con las exigencias de otros pueblos europeos.
Veamos el discurso de Merkel, por ejemplo. Despu¨¦s de reconocer, con retraso, que los sacrificios de la poblaci¨®n griega merecen el respeto de Alemania (que se lo cuenten a los diarios sensacionalistas alemanes), continu¨® diciendo que, para ayudar a resolver los problemas de Grecia, ser¨¢ necesario instaurar no solo unas "condiciones estrictas", sino tambi¨¦n "una supervisi¨®n permanente (?berwachung) en Grecia". Piensen por un instante en c¨®mo suena esa palabra alemana a o¨ªdos griegos, con recuerdos griegos.
Despu¨¦s, descart¨® de forma categ¨®rica que el Banco Central Europeo se convierta en el prestamista de ¨²ltimo recurso de la eurozona, una especie de Reserva Federal europea. Grandes aplausos en el Bundestag, pero acababa de desechar de golpe la principal direcci¨®n en la que Francia quiere que vaya la soluci¨®n para la eurozona y la ¨²nica medida que, aparte de los eurobonos garantizados por Alemania, impresionar¨ªa de verdad a los mercados.
Sin detenerse en ello, insisti¨® en que, para lograr una soluci¨®n satisfactoria, habr¨¢ que cambiar los tratados de la UE. Y no hace falta que pasen otros 10 a?os para esos cambios; al fin y al cabo, ?no se modificaron los tratados para adaptarlos a la unificaci¨®n alemana en cuesti¨®n de meses? Pero el sue?o de Angela es la pesadilla de David. El debate parlamentario brit¨¢nico lo suscitaron una petici¨®n difundida por Internet y los propios parlamentarios del grupo del primer ministro, David Cameron, que quer¨ªan presionarle para que celebrase un refer¨¦ndum sobre la posici¨®n del Reino Unido en la UE. Su Gobierno se ha comprometido firmemente a celebrar una consulta si se realizan cambios en el tratado. ?Le da miedo la perspectiva? ?Est¨¢, como dijo una vez Margaret Thatcher en una famosa cita, "aterrado"? Por supuesto que s¨ª. Y entonces, para mayor inri, la dama de hierro alemana a?adi¨® que su Gobierno apoya la creaci¨®n de un impuesto sobre transacciones financieras, algo que no gustar¨ªa nada a los principales mecenas del Partido Conservador en la City londinense.
?Quedan otros socios europeos a los que importunar, solo para convencer a los votantes alemanes de que hagan esa mitad de lo que se necesita? Ah, s¨ª, habr¨ªa que tomar medidas duras y muy molestas para lidiar con los pa¨ªses que infringen sin cesar el pacto de estabilidad y crecimiento de la eurozona... "y Grecia no es la peor". Estoy hablando de ti, caro Silvio.
Y esto no es m¨¢s que un discurso de una responsable pol¨ªtica en un pa¨ªs, aunque es cierto que se trata de la m¨¢s importante. Podr¨ªamos hacer el mismo repaso con discursos de las autoridades portuguesas, italianas, francesas o brit¨¢nicas.
Que quede claro que no digo que estos debates democr¨¢ticos nacionales sobre Europa sean malos. Muy al contrario; ya era hora de que se hicieran. En Alemania, barrieron las dudas y preguntas sobre el euro debajo de la alfombra y all¨ª han permanecido demasiado tiempo. En el Reino Unido, necesitamos un refer¨¦ndum sobre nuestra relaci¨®n con la UE, y deber¨ªamos celebrarlo en cuanto haya una pregunta adecuada a la que contestar s¨ª o no para ponerla en las papeletas. (Por cierto, ya escrib¨ª esto mismo cuando estaba el Gobierno anterior, y varios ministros laboristas se pusieron nerviosos y me criticaron).
La idea de los parlamentarios de las filas conservadoras de celebrar un refer¨¦ndum con tres posibilidades -dentro, fuera, o renegociar- es una receta para la confusi¨®n. Un refer¨¦ndum m¨¢s sencillo, que diga "el statu quo o renegociar nuestra relaci¨®n", dar¨ªa casi con seguridad una victoria al "renegociar". De modo que lo m¨¢s sensato ser¨ªa ver si la eurozona se hunde o se salva, qu¨¦ tipo de mayor integraci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica de los pa¨ªses de la eurozona se produce en caso de que se salve, y qu¨¦ poderes est¨¢n dispuestos a devolver otros miembros de la UE al Reino Unido si Cameron se lo pide. Con todo ese paquete decidido, se tratar¨ªa de preguntar simplemente s¨ª o no, en 2013 o 2014.
No solo creo que estos debates democr¨¢ticos nacionales son positivos en s¨ª, es que adem¨¢s creo que, con el tiempo, los argumentos a favor de que la UE actual siga adelante de manera sostenible acabar¨ªan ganando. Aunque estos debates parlamentarios han nacido del escepticismo -el €scepticismo en el caso de Alemania, un euroescepticismo m¨¢s amplio en el caso de Reino Unido-, ambos han permitido o¨ªr argumentos en¨¦rgicos y bien expresados e defensa de "Europa". No debemos temer al debate abierto.
El problema es el "con el tiempo". Hace 10 a?os, todav¨ªa ten¨ªamos ese tiempo. Si fuera solo cuesti¨®n de Parlamentos y plebiscitos nacionales, todav¨ªa tendr¨ªamos ese tiempo. Pero no lo es y no lo tenemos. Los mercados pueden hundir el euro ma?ana mismo. Parece que los operadores de bonos ya han abandonado los bonos gubernamentales espa?oles, italianos e incluso franceses. La iron¨ªa suprema es que lo est¨¢n haciendo, en parte, para proteger los intereses financieros de los fondos de pensiones europeos: es decir, las prestaciones de jubilaci¨®n a largo plazo de las mismas personas que, como votantes en sus respectivos pa¨ªses, han hecho que sea tan dif¨ªcil llegar a una soluci¨®n que convenza a los mercados. ?Alguien tiene las respuestas?
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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