Cartograf¨ªa de lo incomparable
Cada vez est¨¢ m¨¢s claro que el discurso con el que la izquierda abertzale quiere arrancar, en este periodo postETA, es el de la equivalencia, seg¨²n el cual en Euskadi ha habido en estos a?os un conflicto armado cuyas responsabilidades y consecuencias se equilibran, por ello, entre los dos bandos enfrentados.Y sabemos tambi¨¦n que esa - a mi juicio, inaceptable- versi¨®n de lo sucedido est¨¢, y probablemente siga, contando con el apoyo del PNV de I?igo Urkullu, como se puede deducir de su reciente afirmaci¨®n de que el lehendakari es un "exponente" de ese conflicto pol¨ªtico vasco, palabras ¨¦stas que considero injustas y adem¨¢s, temerariamente antidemocr¨¢ticas.
No s¨¦ lo que cree que puede ganar el l¨ªder nacionalista desacreditando de este modo las instituciones y la legitimidad de las mayor¨ªas parlamentarias; a m¨ª me parece que muy poco, sobre todo cuando lo comparo con lo que puede perder, con lo que podemos perder todos con semejantes enunciados. Lo que puede perder su partido -cualquier partido pol¨ªtico-, nuestra sociedad, y el afianzamiento presente y futuro de la democracia en Euskadi. Porque sembrar el descr¨¦dito y el irrespeto en la estructura institucional y en los mecanismos del juego democr¨¢tico es fragilizar la democracia, abrirle flancos de vulnerabilidad frente a los ataques de las intolerancias, las demagogias, los populismos.
Es, adem¨¢s, y si se me permite la expresi¨®n, echar le?a al fuego de por s¨ª arrasador de la cultura antidemocr¨¢tica que ha nacido y crecido, al amparo de la violencia terrorista, en amplios sectores de nuestra sociedad y de nuestra juventud. ?Olvida el se?or Urkullu que un tercio de nuestros j¨®venes o legitima la violencia o se muestra frente a ella indiferente? ?No cree el m¨¢ximo dirigente del PNV que ese dato compromete muy seriamente no s¨®lo el avance y la consolidaci¨®n de esta nueva etapa postETA, sino el futuro de nuestra convivencia? ?No lo considera, por utilizar una expresi¨®n muy acorde con los tiempos, una hipoteca para nuestra democracia, que puede conducirnos a m¨¢s de una forma de desahucio c¨ªvico? Insisto en considerar que esta postura del l¨ªder nacionalista supone, en un momento tan crucial como el que vivimos, una ruina para la vida y el debate pol¨ªticos en nuestro pa¨ªs - cuya base no puede situarse en la desconsideraci¨®n o la deslegitimaci¨®n institucional- y una temeridad.
En este panorama de equivalencias, pretendidas por la izquierda abertzale y alentadas seg¨²n se ve por el PNV, parece m¨¢s esencial que nunca reconocer y afianzar los terrenos de la diferencia, los planos de la distinci¨®n. Constituir con la precisi¨®n de un aut¨¦ntico mapa de ruta, una cartograf¨ªa de lo incomparable. Una cartograf¨ªa en relieve de lo que, en lo sucedido en Euskadi en estos a?os, no puede ni debe en modo alguno compararse. No merece, ni hist¨®rica ni pol¨ªtica ni social ni moralmente, ser comparado.
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