?Neoliberalismo o socialdemocracia?
No me gusta dramatizar excesivamente las comparaciones entre opciones pol¨ªticas. Me niego a jugar a buenos y a malos. Cuando se empieza as¨ª, se acaba denigrando y deslegitimando a los malos, y esto es injusto. No me gustan las campa?as electorales (que por suerte son cortas) porque invitan a la dramatizaci¨®n, con apelaciones m¨¢s a los sentimientos que a la raz¨®n.
Pero no puedo ignorar la actualidad y, observada fr¨ªamente, las perspectivas relacionadas con el pr¨®ximo d¨ªa 20 son preocupantes. Hay razones objetivas para pensar que el resultado que se prev¨¦ va a ser perjudicial para muchos en Catalu?a, en Espa?a y en Europa. Una mayor¨ªa absoluta del PP, si los votos la materializan, ser¨¢ democr¨¢tica, ser¨¢ leg¨ªtima y ser¨¢ consecuencia, m¨¢s que de m¨¦ritos propios, que son pocos, de los efectos de la crisis y de los errores socialistas de estos a?os. Pero esta legitimidad no quita que sea perjudicial para una gran parte de los catalanes, de los espa?oles y de los europeos.
No es lo mismo votar a favor de un Estatuto, aunque recortado, que recurrirlo ante el Tribunal Constitucional
Se dice demag¨®gicamente que para Catalu?a el PP y el PSOE son lo mismo. Esta afirmaci¨®n, aunque pueda favorecer algunos intereses, es una gran falsedad. Es cierto que ninguno de los dos partidos ha entendido lo que queremos los catalanes, pero las actitudes y los hechos de unos y de otros durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas est¨¢n a una enorme distancia. No tiene comparaci¨®n la cerraz¨®n de la segunda legislatura de Aznar con los intentos ingenuos y parcialmente fallidos de Zapatero de mejorar la situaci¨®n. No es lo mismo votar a favor de un Estatuto, aunque recortado, que recurrirlo ante el Tribunal Constitucional, ni es lo mismo apoyar la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica que intentar hacerla fracasar usando la catalanofobia como arma electoral. Los catalanes tenemos malas perspectivas...
Para m¨ª es importante el tema catal¨¢n, pero son los aspectos sociales los que m¨¢s me preocupan. Temo que las clases medias catalanas, espa?olas y europeas van a pasarlo mal durante los pr¨®ximos a?os. La crisis ha cambiado el panorama pol¨ªtico en toda Europa, que durante la segunda parte del siglo pasado estuvo presidido por el enfrentamiento y la alternancia entre unas derechas moderadas (en muchos casos de inspiraci¨®n cristiana) y la socialdemocracia. El pacto t¨¢cito entre ambas condujo a un modelo social que permiti¨® mantener la democracia y alej¨® intentos revolucionarios de izquierdas o populistas de derechas. Este modelo, por cierto muy envidiado, se bas¨® en el mantenimiento de la libertad individual y de mercado, en la primac¨ªa de la iniciativa privada, en la regulaci¨®n del mercado y en la redistribuci¨®n por la v¨ªa fiscal (el Estado de bienestar, nombre que no me gusta pero que sirve para entendernos). Con ello, se conserv¨® la libertad, se impuls¨® el progreso y se mejor¨® la equidad.
El modelo se pone en cuesti¨®n a finales de siglo. Por una parte, en la derecha, se ha convertido en mayoritaria la corriente neoliberal y esto ha comportado y comportar¨¢ reducir el papel del Estado y un retroceso en el Estado de bienestar, desregulando el mercado y reduciendo impuestos (especialmente los que gravan las rentas procedentes del capital, no las del trabajo) al tiempo que recortando los servicios p¨²blicos. Por otra parte, la socialdemocracia, que desarroll¨® y tiene como referente el Estado de bienestar, no ha sabido reaccionar a sus abusos y sobre todo no ha sabido adaptarlo al nuevo mundo que se est¨¢ configurando en este principio de siglo. Tenemos, pues, una derecha que ha reforzado su pacto con los poderes financieros y las grandes fortunas, y que tiene un programa retr¨®grado pero claro. Y tenemos una socialdemocracia desorientada en busca de renovaci¨®n. Es probable que el d¨ªa 20 ocurra lo que parece l¨®gico, pero esto no quita que no sea negativo para una parte muy amplia de la poblaci¨®n, la que tiene en los servicios p¨²blicos el complemento imprescindible para compensar las crecientes diferencias de renta.
Si ahora Espa?a se suma a los Estados europeos gobernados por la derecha, hay razones para pensar que el proyecto de Europa seguir¨¢ paralizado. Y si avanza, lo har¨¢ en una direcci¨®n mercantilista y menos social. Ser¨ªa una l¨¢stima, pues con una Europa cohesionada socialmente hubi¨¦ramos podido retrasar algunas d¨¦cadas la inevitable decadencia individual de los pa¨ªses que la forman. Para m¨ª, sin una socialdemocracia fuerte y moderna no habr¨¢ Europa...
Joan Maj¨® es ingeniero y exministro
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