La ruta de las que ser¨¢n violadas
Las inmigrantes centroamericanas con rumbo a EE UU saben lo que les espera en M¨¦xico - Un anticonceptivo inyectable simboliza su sufrimiento
Del sufrimiento de las migrantes centroamericanas que deciden marcharse hacia Estados Unidos sabe muy bien Marcela Zamora, una cineasta salvadore?a de origen nicarag¨¹ense que cuatro veces hizo y deshizo el trayecto que d¨ªa a d¨ªa recorren miles de centroamericanos con la esperanza de cruzar la frontera hacia el llamado sue?o americano. Se trata de una angustiosa traves¨ªa por M¨¦xico de 5.000 kil¨®metros, en la que las mujeres centroamericanas padecen todo tipo de abusos.
Esas historias incluyen maltratos y violaciones, por los que estas mujeres, antes de dejar sus pa¨ªses, toman sus precauciones: muchas se inyectan Depo-Provera, un compuesto anticonceptivo de una sola hormona llamada medroxiprogesterona que impide la liberaci¨®n del ¨®vulo durante tres meses con una eficacia hasta del 97%. Este medicamento es vendido libremente en las farmacias centroamericanas. Algunos expertos han llamado al Depo-Provera la "inyecci¨®n anti-M¨¦xico".
El sexo se convierte en su ¨²nica opci¨®n de supervivencia, dice un soci¨®logo
La mayor¨ªa de las personas que dejan Centroam¨¦rica para intentar llegar a EE UU son mujeres: son el 57% de los migrantes de Guatemala y el 54% de El Salvador y Honduras, seg¨²n la Mesa Nacional para las Migraciones de Guatemala. Marcela Zamora cuenta que el uso de esta inyecci¨®n es relativamente nuevo. En sus primeros viajes, Zamora vio que las mujeres llevaban condones, su ¨²nica protecci¨®n ante el abuso al que son sometidas por los llamados coyotes o polleros, las autoridades mexicanas o los bandidos que asaltan a estas mujeres y abundan en el recorrido.
Los preservativos son como amuletos a los que se aferran muchas centroamericanas. "Una mujer en la Casa del Migrante de Guatemala ten¨ªa en su bolsa como ¨²nica pertenencia 12 preservativos", cuenta Argan Arag¨®n, un especialista en migraci¨®n que ha hecho el recorrido de los migrantes y se est¨¢ doctorando en Sociolog¨ªa en La Sorbona. "Cuando se le pregunt¨® por qu¨¦ los llevaba, respondi¨®: 'Es que yo s¨¦ a lo que voy'. Realmente saben a lo que van. Se estima que entre seis y ocho de cada 10 mujeres centroamericanas son violadas en su paso por M¨¦xico", asegura Arag¨®n.
Conscientes de que no pueden evitar ser violadas, las migrantes centroamericanas deciden inyectarse Depo-Provera, as¨ª, al menos evitan quedar embarazadas producto de las violaciones. Aunque eso no las previene de enfermedades como el sida, advierte Zamora. La cineasta recuerda que en Chiapas, al sur de M¨¦xico, conoci¨® la historia de un hombre que era el terror de las centroamericanas. Supuestamente portador del VIH, violaba a las mujeres impunemente. "Cometi¨® los cr¨ªmenes durante a?o y medio", cuenta Zamora, hasta que las autoridades de M¨¦xico lo detuvieron.
Adem¨¢s de usar Depo-Provera, las centroamericanas han optado por buscarse "maridos" en el trayecto, contin¨²a la directora. Se unen a grupos de hombres migrantes como ellas, escogen uno y llegan con ¨¦l a un acuerdo simple: protecci¨®n a cambio de relaciones sexuales durante el trayecto. Otras usan su cuerpo como boleto de viaje para llegar a EE UU. "El sexo se vuelve una estrategia para ellas. Algunas cuentan que piensan librar controles de las autoridades migratorias o policiales, librar asaltos, hacerse ayudar durante el viaje o irse con un camionero de frontera a frontera, a cambio de favores sexuales", explica Arag¨®n.
Y muchas lo logran, afirma este soci¨®logo. "Muchas hondure?as se visten muy sexi durante el viaje (con escotes y minifaldas), para seducir y as¨ª ir pasando los obst¨¢culos. Conoc¨ª a una ni?a muy guapa, que viajaba con pollero y con toda su familia, que ten¨ªa que ir haci¨¦ndose novia de un chavo aut¨®ctono en cada cami¨®n para que la polic¨ªa no le pidiera papeles a ella. Tambi¨¦n tendr¨ªa que acceder a lo que le pidiera cualquier autoridad, y tambi¨¦n se le entregaba al pollero. No s¨¦ c¨®mo lleg¨® a Los ?ngeles, si es que lleg¨®, pero esto ha de haber alterado su percepci¨®n de s¨ª misma y de la de sus padres, con quien viajaba", dice Arag¨®n.
El maltrato tambi¨¦n viene de parte de las autoridades mexicanas, asegura Sara Lovera, periodista de ese pa¨ªs que ha estudiado el fen¨®meno. "Nadie se hace cargo de las migrantes. Ellas sufren una enorme cadena de violaciones a sus derechos humanos, y la extorsi¨®n es una de las cosas m¨¢s terribles: para dejarlas pasar por M¨¦xico, el pago es el sexo para las autoridades", explica Lovera.
La cineasta Marcela Zamora agrega a la lista de vejaciones la extorsi¨®n a la que est¨¢n sometidas por Los Zetas, la organizaci¨®n criminal mexicana que siembra el terror en todo el pa¨ªs y el norte de Centroam¨¦rica. Los Zetas, explica, secuestran a los migrantes que cruzan M¨¦xico y exigen a sus familiares el pago de altas sumas, que muchos no pueden entregar; si no pagan, son asesinados.
En su documental Mar¨ªa en tierra de nadie, Zamora entrevista a una migrante que fue capturada por Los Zetas. La mujer, entre llantos, cont¨® a la cineasta que a cambio de dejarla con vida, le exigieron que trabajara durante un mes como cocinera y empleada de un "carnicero": "Es el que mata a las personas que no tienen a nadie que responda por ellos. Destaza a la gente, los mete en un barril y les prende fuego", cuenta la mujer. "Adaptarse a esa realidad es ahora inyectarse el Depo-Provera", dice el soci¨®logo Argan Arag¨®n. "Ante la absoluta desesperaci¨®n e incertidumbre del viaje, las mujeres tratan de controlar lo poco que depende de ellas. Las migrantes saben que van a tener relaciones sexuales, que es muy probable que los hombres, aun en caso de relaci¨®n sexual sin resistencia, no aceptar¨¢n ponerse el preservativo".
Un medicamento accesible
Para las mujeres centroamericanas es f¨¢cil acceder a un anticonceptivo como el Depo-Provera, pues ha sido usado durante d¨¦cadas por las autoridades sanitarias como tratamiento de planificaci¨®n familiar. En Nicaragua, cl¨ªnicas como Profamilia entregan anualmente unas 15.000 inyecciones a m¨¢s de 4.000 mujeres, el 80% de ellas de zonas rurales. Su est¨¢ extendido en toda Am¨¦rica Latina y est¨¢ reconocida por la Agencia del Medicamento de EE UU (FDA, en sus siglas en ingl¨¦s).
En Nicaragua se usa desde la d¨¦cada del setenta, y es el tercer m¨¦todo de planificaci¨®n familiar m¨¢s utilizado. En las farmacias de Managua se adquiere a noventa c¨®rdobas, unos tres euros. "La campesina la usa mucho, porque vive alejada de los centros de salud. Compran las cuatro inyecciones que necesitan al a?o y el centro de salud les explica c¨®mo usarlas", dice Freddy C¨¢rdenas, director de Profamilia.
Algunas ONG en Am¨¦rica Latina, sin embargo, aseguran que se trata de una droga peligrosa, por posibles da?os en los huesos y problemas hormonales, y que ha sido introducida en la regi¨®n por los pa¨ªses ricos como m¨¦todo de esterilizaci¨®n masiva, para evitar el crecimiento de la poblaci¨®n de las naciones pobres.
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