Cuando las vanguardias golpeaban fuerte
Flamante ganador del Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco, en su tercera edici¨®n de 2011, El pu?o invisible. Arte, revoluci¨®n y un siglo de cambios culturales, de Carlos Gran¨¦s Maya, es, de entrada, una obra sorprendente por su ambici¨®n, pues abarca toda la prolija y compleja historia de la agitaci¨®n cultural de vanguardia del siglo XX, incluyendo en ella los movimientos epigonales de la misma hasta pr¨¢cticamente la actualidad, dentro de esa alargada vaguada que hemos dado en llamar nuestra era posmoderna. Con s¨®lo el enunciado del tema abarcado por Gran¨¦s Maya, la perspectiva de su investigaci¨®n es, cuantitativa y cualitativamente, abrumadora, pero lo verdaderamente asombroso es c¨®mo ha logrado hacer viable su lectura, ya que el libro resultante, que consta de medio millar de p¨¢ginas, mantiene viva la atenci¨®n sin que el inter¨¦s decaiga en ning¨²n momento. Es obvio, por tanto, que est¨¢ muy bien escrito seg¨²n el patr¨®n del mejor ensayismo anglosaj¨®n, cuyas principales cualidades podr¨ªamos resumir como la suma de capacidad de s¨ªntesis, claridad expositiva y un formidable ritmo narrativo, que engancha y transporta al lector no especializado de la primera p¨¢gina a la ¨²ltima.
El pu?o invisible. Arte, revoluci¨®n y un siglo de cambios culturales
Carlos Gran¨¦s Maya
III Premio Internacional
de Ensayo Isabel Polanco
Taurus. Madrid, 2011
496 p¨¢ginas. 22 euros
A trav¨¦s de este amplio recorrido hist¨®rico, la tesis principal de Gran¨¦s Maya es la confrontaci¨®n entre el ¨¦xito de la agitaci¨®n cultural vanguardista frente al fracaso de las revoluciones pol¨ªticas, lo cual supone algo as¨ª como volver sobre una dicotom¨ªa cl¨¢sica, la de la comparaci¨®n e interdependencia entre vanguardia art¨ªstica y pol¨ªtica, pero, en este caso, invirtiendo el punto de vista tradicional al respecto. Dividido en dos grandes partes, lac¨®nicamente tituladas 'Primer Tiempo' y 'Segundo Tiempo' -la primera de las cuales recoge el relato completo del impulso de la vanguardia hasta el triunfo del Pop como pre¨¢mbulo a nuestro posmoderno momento actual, y la segunda, centrada precisamente en este ¨²ltimo-, el ensayo de Gran¨¦s Maya se remata con un ep¨ªlogo melanc¨®lico, en el que augura un pronto final pat¨¦tico al vanguardismo ¨¦pico por el agotamiento de su sentido hist¨®rico. Aunque, como espero que se comprenda, estoy simplificando en extremo la tesis de este brillante ensayo y hurtando su rica argumentaci¨®n, lo que se colige al final es que su autor considera ya definitivamente obsoleta por consunci¨®n esta estrategia de la innovaci¨®n cultural vanguardista, en la medida en que, en efecto, por as¨ª decirlo, ha triunfado operativamente, y para la "modernizada" sociedad actual la ansiosa voluntad de ruptura ha perdido el aura que hasta hace poco la legitimaba, convirti¨¦ndose en un vacuo gesto ret¨®rico, tan previsible como aburrido.
En cierto sentido, se puede afirmar que la cr¨®nica hist¨®rica de este convulsivo y apasionante proceso termina por donde empez¨®: en el nihilismo. No en balde Gran¨¦s Maya usa como referencias b¨¢sicas iniciales a Max Stirner, autor de El ¨²nico y su propiedad, un vitri¨®lico panfleto anarquista donde el egotismo se eleva hasta su en¨¦sima potencia solipsista, y a Friedrich Nietzsche, cuyo pensamiento arras¨® todos los principios y valores de la filosof¨ªa occidental. ?Hasta qu¨¦ punto estos dos pensadores, Stirner y Nietzsche, no hicieron sino poner al rojo vivo la contradicci¨®n existente entre el ideal de emancipaci¨®n del sujeto moderno -el de la libertad- y el ideal de su planificaci¨®n social operativa -el de la igualdad-, o, si se quiere, que ambos fueron los aguafiestas de la ilusi¨®n de la modernidad en s¨ª misma? Como se ve, en cualquier caso, el asunto es todo menos simple, si bien Gran¨¦s Maya tampoco se pierde por demasiados vericuetos abstrusos, sino que se ci?e a levantar el mapa de esa batalla de la modernizaci¨®n cultural rampante del siglo XX, que recogi¨® el legado progresista del siglo anterior y lo convirti¨® en una m¨¢quina para el descuartizamiento de formas art¨ªsticas tradicionales y en una f¨¢brica de experiencias existenciales y de experimentos de toda ¨ªndole.
Iniciando su cr¨®nica del vanguardismo militante por el antipasadista Marinetti, adecuado pre¨¢mbulo para luego deambular por los puntos ¨¢lgidos de la destrucci¨®n de las vanguardias hist¨®ricas, como el dada¨ªsmo y el surrealismo, uno de los aciertos, a mi juicio, m¨¢s rotundos del recorrido hist¨®rico llevado a cabo por Gran¨¦s Maya es, por un lado, la atenci¨®n que presta a lo ocurrido en la vanguardia cultural entre 1930 y 1970, sin desde?ar meterse de lleno en todos los fen¨®menos "contraculturales" habidos en este feraz y explosivo periodo alargado, y, por otro, todav¨ªa m¨¢s, dar la importancia adecuada a lo que supuso entonces y desde entonces a las plataformas ideol¨®gicas y operativas del llamado "Tercer Mundo", a prop¨®sito o a costa del cual se aliment¨® la din¨¢mica revolucionaria de la vanguardia cultural y pol¨ªtica del ¨²ltimo tramo del siglo XX, por lo menos hasta la simb¨®lica ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el "fin de la Historia" que alumbra u oscurece nuestra situaci¨®n actual. En este segmento, me parece particularmente esclarecedora toda la parte que Gran¨¦s Maya dedica a la g¨¦nesis y el desarrollo de la Internacional Situacionista y a los ideales revolucionarios fraguados en la hirviente caldera latinoamericana con el mito de la revoluci¨®n cubana a la cabeza.
En fin, es casi imposible sintetizar toda la urdimbre de acontecimientos con que Gran¨¦s Maya traza su gran relato sobre el revolucionario cambio cultural vivido en nuestra ¨¦poca, cuyo "pu?o invisible" ha golpeado nuestra identidad hasta el aturdimiento. Se trata, en todo caso, de un relato que admirablemente se sostiene en pie aun en el filo de la navaja o en la cuerda floja de un momento hist¨®rico como el del presente, el cual se ha autodefinido como el de la "crisis de los grandes relatos". Si ha podido lograr salir victorioso en el empe?o es quiz¨¢s porque Gran¨¦s Maya ha optado por asumir el punto de vista de las historias en vez del de la Historia, el del seguimiento de la diseminaci¨®n en vez del restablecimiento de un orden central normativo, lo sinuoso en vez de lo cursivo. Por lo que si la aventura vanguardista termina donde empez¨®, no puede decirse que esta deambulaci¨®n hist¨®rica haya sido s¨®lo una "cr¨®nica de una muerte anunciada" o, si se quiere, no, al menos, una muerte de la conciencia cr¨ªtica, ese despertador de las ilusiones.
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