Un margen muy estrecho
La campa?a electoral del PP ha repetido en un tono u otro el estribillo "sabemos lo que hay que hacer porque ya lo hicimos antes". Alude el eslogan a la situaci¨®n de la econom¨ªa en 1996, cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ocup¨® el Gobierno y consigui¨® afianzar la recuperaci¨®n econ¨®mica, aquejada de un bajo crecimiento y una elevada tasa de paro desde 1992. Pero el caso es que la recuperaci¨®n y la prosperidad que el PP se atribuye en exclusiva -a partir, sobre todo, de 2000- no tuvieron que ver ¨²nicamente con sus decisiones. Ha de reconocerse el tes¨®n del primer Gobierno Aznar por concluir la integraci¨®n de Espa?a en el euro (una decisi¨®n que hab¨ªa sido pol¨ªticamente pactada en Gobiernos anteriores), para lo cual se articularon dos primeros presupuestos restrictivos (los ¨²nicos decididamente austeros de ambas legislaturas). Pero el crecimiento y la creaci¨®n de empleo hasta 2004 hay que cargarlos sobre todo en el haber de una pol¨ªtica monetaria expansiva aplicada por el BCE en sus primeros a?os de ejercicio, con unos tipos de inter¨¦s muy por debajo de la inflaci¨®n espa?ola. Este mecanismo activ¨® una burbuja inmobiliaria que los Gobiernos populares hincharon y que los socialistas continuaron.
El mensaje del "sabemos lo que hay que hacer, porque ya lo hicimos antes" es confuso, porque la recesi¨®n que empezaba a ceder en los primeros meses de 1996, despu¨¦s de un esfuerzo presupuestario restrictivo de Pedro Solbes, nada tiene que ver con la grave crisis financiera que asola Europa y la recesi¨®n persistente provocada por esa crisis, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la incapacidad de la econom¨ªa para crecer. La econom¨ªa espa?ola aparece acosada desde todos los frentes: extremada escasez de cr¨¦dito, austeridad presupuestaria obligada por los compromisos con la Comisi¨®n Europea, un mercado inmobiliario hundido y una desconfianza enfermiza de los mercados hacia la solvencia espa?ola que est¨¢ llevando a la deuda al borde mismo del impago. Las recetas tradicionales no sirven: los ajustes estatales y auton¨®micos destruyen empleo, mientras que las pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda, probablemente correctas para aumentar el consumo y la inversi¨®n, no pueden aplicarse porque las restricciones fiscales son prioritarias. El endeudamiento est¨¢ severamente restringido (salvo la refinanciaci¨®n) y su coste, en todo caso, resulta prohibitivo; el margen de maniobra presupuestario no existe y tampoco es posible actuar desde la pol¨ªtica monetaria, puesto que los tipos de inter¨¦s (que marca el BCE) ya son reducidos; aunque todav¨ªa pueden bajar, su efecto sobre la econom¨ªa real no ser¨ªa definitivo. Sin cr¨¦dito y sin demanda no hay recuperaci¨®n, y ambas v¨ªas est¨¢n cegadas por la crisis financiera, la contracci¨®n fiscal y el desempleo.
Ni el Gobierno del PP (si gana) se enfrentar¨¢ al mismo tipo de crisis que en 1996 (la presente se asemeja a la Gran Depresi¨®n de 1929) ni la econom¨ªa espa?ola podr¨¢ beneficiarse de las decisiones aplicadas entonces. De hecho, lo que cabe hacer circula por un canal muy estrecho. Se resume en presentar (con rapidez, no se puede esperar a febrero) un plan adicional de ajuste para el pr¨®ximo a?o en torno a los 18.000 millones (menos gasto y m¨¢s impuestos), con el fin de aliviar la presi¨®n en las subastas. Y otro para el a?o siguiente. Si queda espacio, cosa dudosa, articular un plan de choque para incentivar la demanda. -
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