El depredador, la presa y el jefe de la manada
El discurso oficial afirma que el ¨²nico camino que tienen los pa¨ªses sobreendeudados del euro para escapar al castigo al que les est¨¢n sometiendo los mercados es reducir el d¨¦ficit mediante recortes dr¨¢sticos de gasto p¨²blico, acompa?ados de otros sacrificios sociales como reducciones de salarios, pensiones y otras duras reformas. Ese discurso establece tambi¨¦n que, llegado el caso, los mercados pueden exigir la sustituci¨®n de los Gobiernos que se muestran incapaces, remisos o temerosos de imponer esos duros planes a sus poblaciones; aunque para ello haya que utilizar procedimientos de dudosa legitimidad democr¨¢tica, con efectos pol¨ªticos no queridos que pueden llegar a ser no despreciables.
Los 17 pa¨ªses del euro se parecen a una manada en la que el jefe no ejerce un liderazgo solidario e intimidador
Los hechos, sin embargo, no casan bien con ese discurso. Grecia ha sustituido a Yorgos Papandreu por un hombre pr¨®ximo a los mercados, a Bruselas y Berl¨ªn. Italia ha sustituido al inefable Silvio Berlusconi por una persona que es tambi¨¦n del agrado de ese eje y al que hubo que nombrar de forma precipitada miembro del Senado. Espa?a, por su parte, ha utilizado el procedimiento democr¨¢tico de sustituci¨®n. Y Francia posiblemente lo har¨¢ en las elecciones del a?o pr¨®ximo.
Pero a pesar de la buena disposici¨®n de los nuevos gobernantes para ser m¨¢s duros, los mercados no les han dado ni 24 horas de respiro antes de seguir con su castigo. Es evidente que hay algo que no funciona en este discurso oficial. Con el grave a?adido de que tiene dos da?os colaterales preocupantes.
El primero es de naturaleza econ¨®mica. Todos esos planes de recorte de gasto p¨²blico y de reducci¨®n de la renta disponible de los ciudadanos est¨¢n llevando a esas econom¨ªas al estancamiento. Pero la recesi¨®n, al reducir los ingresos p¨²blicos, aumentar¨¢ el d¨¦ficit. Este aumento exigir¨¢ nuevos recortes. Y vuelta a empezar. Un c¨ªrculo vicioso endiablado.
El segundo efecto es de naturaleza pol¨ªtica. Ese c¨ªrculo vicioso har¨¢ que los nuevos Gobiernos sean de usar y tirar. Con consecuencias preocupantes para la democracia.
?D¨®nde falla ese discurso oficial? A mi juicio, la raz¨®n es una mala comprensi¨®n de las motivaciones que llevan a los mercados a ensa?arse con algunos pa¨ªses. No lo hacen solo por ser d¨¦biles, sino porque saben que los pa¨ªses fuertes no vendr¨¢n a ayudarles.
Quiz¨¢ un s¨ªmil con lo que ocurre en la selva me pueda ayudar en el argumento. Los mercados se comportan como los depredadores que acechan a las manadas de animales de las sabanas. Los depredadores huelen la sangre de los miembros m¨¢s d¨¦biles. Pero solo se lanzan sobre la presa cuando tienen la seguridad de que el resto de la manada no vendr¨¢ en su ayuda. Antes merodean a su alrededor y hacen conatos de ataque para ver la reacci¨®n del jefe de la manada. Si ven que desarrolla un liderazgo solidario, el depredador se lo piensa dos veces antes de arremeter contra la presa, para no salir mal parado del ataque. Pero si ve que desarrolla un comportamiento oportunista, se lanzan sobre la pieza.
El comportamiento de los 17 pa¨ªses que componen el euro se parece al de una manada en la que el jefe no ejerce un liderazgo solidario e intimidador. En esta situaci¨®n, los mercados se comportan como los depredadores. Y lanzan ataques sobre las presas m¨¢s d¨¦biles. Pero a medida que estas van cayendo, se atreven con otras, hasta llegar al propio l¨ªder de la manada.
?Por qu¨¦ Alemania es remisa a ejercer como jefe solidario de la manada y utilizar su fuerza para intimidar a los depredadores? Hay varias razones.
La primera est¨¢ relacionada con su incapacidad y falta de voluntad para desarrollar ese papel de l¨ªder. El excanciller Helmut Kohl dijo en cierta ocasi¨®n que Alemania era demasiado grande para ser un primus interpares, pero demasiado peque?a para ejercer de l¨ªder. Estoy de acuerdo, tanto en cuanto al liderazgo econ¨®mico como pol¨ªtico. Recuerden su renuncia a apoyar la intervenci¨®n en Libia.
Pero hay una segunda raz¨®n que tiene que ver con la visi¨®n alemana de las causas y de los remedios a la crisis de la deuda. Esa visi¨®n alemana -de la que participan otros pa¨ªses del euro- sostiene que el sobreendeudamiento y el d¨¦ficit son debidos a la prodigalidad de los Gobiernos y a la falta de disciplina laboral de sus ciudadanos. Esta es una visi¨®n equivocada. Hay que recordar una y otra vez que la madre del excesivo endeudamiento privado de estos pa¨ªses ha sido un espectacular fallo del sistema financiero europeo, liderado por la banca alemana y francesa. El caso irland¨¦s es paradigm¨¢tico.
El remedio que defiende la visi¨®n alemana es tan errado como su diagn¨®stico. Alemania es contraria a ejercer de jefe de manada porque considera que lo mejor no es ser solidario, sino dejar que la disciplina de los mercados obligue a los Gobiernos y ciudadanos a hacer los deberes. Otro error. Mientras no cambien las ideas que est¨¢n detr¨¢s de esa visi¨®n alemana de la crisis, los depredadores tienen el camino libre. Hasta llegar a convertir el problema de la deuda en el problema del euro.
Pero quiz¨¢ lo m¨¢s intrigante es ver c¨®mo esa visi¨®n es compartida por las ¨¦lites m¨¢s influyentes de los pa¨ªses que est¨¢n sometidos al castigo de los mercados. Se est¨¢ desarrollando un s¨ªndrome de Berl¨ªn, mediante el cual las ¨¦lites de los pa¨ªses v¨ªctimas sienten alg¨²n apego con la visi¨®n de los que imponen el da?o. Habr¨¢ que dedicar alguna atenci¨®n a este s¨ªntoma.
?Hay alguna se?al de cambio? La hay. Es revelador, a mi juicio, el comentario que hizo David Cameron el lunes pasado, despu¨¦s de una reuni¨®n con Angela Merkel. Sugiri¨® la necesidad de graduar la pol¨ªtica de austeridad. Si lo dice ¨¦l, que ha sido el primer ap¨®stol de la austeridad dr¨¢stica y compulsiva, entonces hay esperanza.
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