De los barrios bajos a patrimonio de la humanidad
El fado recibe la consagraci¨®n de la Unesco como bien inmaterial mundial
Las hermosas canciones de amor desgraciado que nacieron en el siglo XIX en los burdeles de los barrios marineros de Lisboa ya pertenecen, oficialmente, al mundo entero. La UNESCO declar¨® ayer los fados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El anuncio desat¨® una ola de tranquila alegr¨ªa en Portugal. Una periodista de televisi¨®n resumi¨® tal vez el sentir general al comentarle a un fadista: "Por lo menos esto nos ayuda a subir la autoestima, ?no?".
En la Alfama lisboeta, el Museo del Fado, la instituci¨®n municipal que ha centralizado el desarrollo de la candidatura, mantuvo abiertas sus puertas, d¨ªa y noche, durante todo el fin de semana. Por all¨ª desfilaron amantes del fado, fadistas que cantaron en los pasillos, curiosos, estudiosos y noct¨¢mbulos. Ayer por la ma?ana, poco despu¨¦s de que desde Bali llegara la confirmaci¨®n de la noticia, uno de los impulsores de la candidatura, Miguel Honrado, brindaba y comentaba que esta presentaci¨®n ha significado un impulso para la digitalizaci¨®n y ordenaci¨®n de material fonogr¨¢fico y de los documentos relacionados con la historia de estas canciones. "Adem¨¢s, hay una nueva ola de fadistas, como Mariza o Ana Moura, que garantizan el futuro de este g¨¦nero musical", explicaba.
La candidatura ha impulsado la digitalizaci¨®n del material fonogr¨¢fico
Marco Rodriguez, un fadista de 29 a?os, a?ad¨ªa: "A la gente joven le interesa el fado. Aunque es una m¨²sica que habla de sentimientos muy profundos y para degustarla hay que tener cierta madurez". El secretario de Estado para la Cultura, Francisco Jos¨¦ Viegas, agregaba: "Los poetas contempor¨¢neos se asoman al fado, y hacen letras de ahora, de nuestro tiempo. Hasta Ant¨®nio Lobo Antunes tiene letras de fados".
Y despu¨¦s de comer, a las cuatro de la tarde, en el mismo museo en el que hab¨ªan hablado ya los especialistas y los ministros, a un paso de la ribera del Tajo, una peque?a y silenciosa multitud se congreg¨® para o¨ªr fados gratis en un concierto que conmemoraba el reconocimiento mundial de esa m¨²sica por la UNESCO. Hab¨ªa se?oras elegantemente trajeadas y pintadas, llegadas de los barrios buenos de Lisboa. Y gente humilde de la Alfama vestidos con la ropa de todos los d¨ªas, como Manuel In¨¢cio y Ant¨®nio Pereira, cantantes aficionados, miembros de una pe?a deportivo-fadista de la zona. Se reuni¨® tal gent¨ªo que los organizadores decidieron trasladar el concierto al jard¨ªn. Era una buena met¨¢fora: el fado, al que no le sientan bien los museos, sal¨ªa a la calle y se escuchaba al aire libre.
"El fado naci¨® un d¨ªa, que el viento apenas soplaba y el cielo el mar prolongaba, en el puente de un velero, en el pecho de un marinero que, sinti¨¦ndose triste, cantaba", dice una letra. Mill¨®n y medio de portugueses embarcaron, entre los siglos XVI y XVIII, rumbo a sus lejanos enclaves en Am¨¦rica, ?frica y Asia. El fado ser¨ªa un canto alimentado por la nostalgia de los que se fueron para no volver. La etimolog¨ªa de la palabra lleva al lat¨ªn y significa destino. Ya Cam?es la emple¨® en uno de sus poemas. El fado est¨¢ ligado a la saudade, desasosiego parad¨®jicamente gozoso. Para el maestro Carlos do Carmo es un inmenso misterio. Y un pu?etazo: al coraz¨®n del que lo escucha y al de quien lo canta. Surgi¨® en Lisboa hace dos siglos, en los viejos barrios junto al Tajo que se abre hacia la inmensidad del mar. Fruto de una mezcla de m¨²sicas que fueron llegando en los barcos. Se instal¨® en Alfama y Morer¨ªa, a los pies del castillo de San Jorge, y en Madragoa, m¨¢s al oeste, en esa ciudad de callejones inclinados con el r¨ªo al fondo. Gozaba al principio de p¨¦sima reputaci¨®n: la fadista sol¨ªa confundirse con la meretriz y la figura del fadista era la de un hombre con la navaja siempre a mano.
Su mito fundacional tiene nombre de mujer: Severa, joven de la vida que cantaba acompa?¨¢ndose de una guitarra. Otra mujer, Am¨¢lia Rodrigues, fue quien llev¨® con ¨¦xito por el mundo ese fado cuyas palabras han escrito los mayores poetas desde Fernando Pessoa: Manuel Alegre, David Mour?o-Ferreira, Alexandre O'Neill, Pedro Homem de Mello o Jos¨¦ Ary dos Santos.Con el final de la dictadura en 1974, el fado, err¨®neamente asociado a un regimen entonces embarcado en las guerras coloniales de Angola y Mozambique, sufri¨® el rechazo de los portugueses. Y el cierre de muchas casas de fados dej¨® a los fadistas en situaci¨®n precaria. Incluso Am¨¢lia Rodrigues fue puesta en la picota.
Existen unos doscientos tipos de fados. Cada uno con su nombre y una estructura musical distinta. La cantante M¨ªsia afirma que el fado es como un v¨®mito. Y que, al igual que el flamenco, es visceral. En 1929, la revista Noticias Ilustradas le pidi¨® a Pessoa su definici¨®n de fado: "El fado no es alegre ni triste, es un episodio del entreacto; el alma portuguesa lo concibi¨® porque lo deseaba todo aunque no tuviera fuerza para realizarlo. El fado es la fatiga de un alma curtida, la mirada despechada de Portugal hacia ese Dios en que hab¨ªa cre¨ªdo y que tambi¨¦n le ha abandonado. En el fado, los dioses vuelven, leg¨ªtimos y lejanos".
M¨¢s riqueza
- Junto al fado, el comit¨¦ intergubernamental de la Unesco, reunido en la isla indonesia de Bali, inscribi¨® ayer en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la m¨²sica mariachi de M¨¦xico, el saber tradicional de los chamanes jaguares del Yurupar¨ª de Colombia, y el peregrinaje al santuario del Se?or de Qoyllurit'i de Per¨².
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