La alternativa del diablo
Los ¨²ltimos acontecimientos van situando a la zona euro y, sobre todo, a Alemania y al Banco Central Europeo (BCE) ante una disyuntiva feroz: inflaci¨®n moderada o desastre. El acuerdo entre bancos centrales hecho p¨²blico anteayer lo ha puesto de relieve una vez m¨¢s, ya que las operaciones de permuta financiera (swaps) anunciadas buscan proporcionar financiaci¨®n en d¨®lares a los bancos europeos, que cada vez tienen m¨¢s dif¨ªcil el acceso a esa moneda.
Como en todas las operaciones masivas y espectaculares siempre habr¨¢ quien se pregunte c¨®mo de mal estar¨¢n las cosas para que sea necesario algo as¨ª. ?Qu¨¦ importa! Los bancos centrales hicieron esta vez lo correcto: que ninguna entidad solvente caiga en un momento tan delicado en que, probablemente, no se puede dejar caer ni a las insolventes, por la amenaza de un efecto domin¨® bancario. Si alguien tiene dudas, que recuerde Lehman Brothers.
Por lo que parece, y como ayuda adicional, la pr¨®xima semana el BCE aprobar¨¢ los pr¨¦stamos a tres a?os a los bancos: a este paso, y en el l¨ªmite, tendr¨¢ en el activo de su balance a la mitad de la banca europea.
Con la operaci¨®n de anteayer los mercados se han tranquilizado por unos d¨ªas. Pero esa operaci¨®n ha recordado la extremada debilidad del sistema bancario europeo y, por ende, del mundial. Dici¨¦ndolo de manera muy concentrada: la maquinaria del sistema financiero est¨¢ funcionando a c¨¢mara cada vez m¨¢s lenta, y esa es ahora la mayor amenaza para la econom¨ªa mundial. La causa ¨²ltima e impalpable es la falta de confianza entre los bancos, algo que en su primer brote virulento sirvi¨® para dar el banderazo de salida de la crisis en agosto de 2007. Pero este brote actual es especialmente pernicioso: parte de las garant¨ªas de calidad que pueden aportar los bancos para obtener financiaci¨®n ya han sido utilizadas y, adem¨¢s, se est¨¢ reduciendo la velocidad de circulaci¨®n de las garant¨ªas todas (a casi la mitad, entre 2007 y 2010, seg¨²n un estudio en el FMI).
Tras cuatro a?os de crisis del cr¨¦dito, los bancos y los Estados est¨¢n entrelazados en un abrazo mortal: los primeros tienen en su balance la deuda de los Estados y estos se encuentran en una situaci¨®n de tal debilidad presupuestaria que les impide recapitalizar a los bancos adecuadamente (una iron¨ªa m¨¢s de la crisis: aunque quisiera nacionalizarlos quiz¨¢ no podr¨ªan...).
De ah¨ª que, aunque haya que acordar medidas de largo plazo (como la integraci¨®n fiscal y la constituci¨®n de un Tesoro ¨²nico europeo o, al menos, de una Agencia Europea de la Deuda), y aunque los Gobiernos tengan que hacer lo que tienen que hacer (reducci¨®n del d¨¦ficit y reformas) las medidas urgentes en Europa solo pueden venir del ¨²nico bombero que queda operativo en la plaza: el BCE. Con permiso de Alemania que tendr¨¢ que optar entre recuperar en euros depreciados los pr¨¦stamos que, a veces, tan alocadamente concedi¨®; o no recuperarlos en absoluto; entre que su mercado cuasi cautivo, Europa, se mantenga solvente o caiga en la bancarrota.
Tambi¨¦n para el BCE se abre una alternativa del diablo: elegir entre tener alojada en su balance la mitad de la banca europea; o la mitad del mercado de deuda p¨²blica, o ambas cosas a la vez. Si optara por lo primero, no estabilizar¨ªa lo segundo y conseguir¨ªa lo tercero. Mejor, pues, que elija lo segundo (si compra deuda italiana y espa?ola al 5% los bancos mejorar¨¢n autom¨¢ticamente). Y pronto. O un d¨ªa cercano se desayunar¨¢ (nos desayunaremos) con el inicio de un efecto domin¨® de quiebra de Estados y bancos que arrasar¨¢ con todo. En menos de lo que tarda en decirse Banco Central Europeo.
Juan Ignacio Crespo es analista financiero.
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