Bonifacio Alfonso, pintor de un ir¨®nico mundo on¨ªrico
Aunque pr¨®ximo al Grupo de Cuenca, su obra es personal¨ªsima e inclasificable
La vida de Bonifacio Alfonso comenz¨® en San Sebasti¨¢n en 1934 bajo un mal signo. Su padre fue fusilado cuando ¨¦l ten¨ªa dos a?os, siendo acogido en su infancia en la Casa de Misericordia de su ciudad natal. Aficionado precoz al dibujo y la pintura, tuvo sin embargo que ejercer los oficios m¨¢s diversos desde su adolescencia para sobrevivir, entre ellos los de monosabio y novillero, llegando a torear veinticinco novilladas con picador, hasta que una cornada le hizo abandonar definitivamente los ruedos. Pero, a partir de 1957, empez¨® a dedicarse en exclusiva a la pintura, primero en Bilbao y luego en Cuenca, ciudad en la que entabl¨® relaci¨®n con los artistas m¨¢s destacados de la vanguardia espa?ola, como Saura, Jos¨¦ Guerrero y Fernando Z¨®bel, amigos junto a los que trabaj¨® y expuso.
Ejerci¨® durante su juventud los oficios m¨¢s dispares, entre ellos el de torero
Aunque muy pr¨®ximo al Grupo de Cuenca, su obra cobra desde el principio un car¨¢cter muy propio que le alej¨® del formalismo esteticista para cobrar rasgos expresionistas m¨¢s pr¨®ximos a los de otros artistas de la vanguardia internacional, como los del grupo CoBrA, o de artistas norteamericanos, como Willem de Kooning. En sus cuadros las l¨ªneas est¨¢n presentes con trazos contundentes que perfilan figuras que se presentan rotas, descompuestas o inacabadas, mientras que el color, aplicado con decisi¨®n, forma manchas que parecen bailar y moverse por el lienzo. Su obra se puede situar estil¨ªsticamente en el informalismo, pero la pluralidad de fuentes de las que se nutr¨ªa y las influencias que fue capaz de absorber nos muestran un trabajo muy particular que bebe en el surrealismo pero que cobra todo su esplendor en el expresionismo. Sus cuadros, en los que se puede apreciar la influencia del dan¨¦s Asger Jorn, se caracterizan por el humorismo de sus figuras y por la iron¨ªa de las situaciones que sol¨ªa plantear en sus escenas.
Su dedicaci¨®n al toreo no fue un hecho ocasional. Por el contrario, da una medida de su vitalidad y capacidad de riesgo, as¨ª como de sus ganas de vivir y de viajar, o de su incapacidad para quedarse quieto en un solo sitio. Todos ellos son rasgos que se aprecian en una pintura que podemos calificar de desprejuiciada, insolente e inesperada.
En la obra de Bonifacio se pueden reconocer personajes, objetos y animales que habitan un espacio indefinido, sin escala ni referencia, cuyo origen se puede rastrear en la obra del pintor y poeta chileno Roberto Matta (1911-2002). Esas figuras deformadas comparten el espacio con seres indescriptibles, con ojos, amebas y monstruos multiformes que bailan y se mueven incesantemente sobre un fondo de campos de color ricos en matices y contrastes.
Su pintura atrajo desde el principio no solo a la cr¨ªtica sino a los propios artistas, y su obra se exhibi¨® en muchas de las galer¨ªas espa?olas m¨¢s prestigiosas, entre ellas Juana Mord¨® y Antonio Mach¨®n, en las que expuso regularmente junto a los artistas m¨¢s destacados de la vanguardia espa?ola. Fue galardonado con el Premio Nacional de Grabado (1993) y con el Premio de las Artes de la Comunidad de Madrid (2005).
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