V¨ªctimas durante toda la vida
La ¨²ltima mujer muerta a manos de su pareja en Roquetas de Mar saca a la luz el doble drama que viven las mujeres inmigrantes maltratadas
Irina G., de 33 a?os, falleci¨® el pasado lunes asesinada por su pareja, D. G. G., de 61, en el domicilio que ambos compart¨ªan en Roquetas de Mar. Ella lleg¨® desde Rusia en el a?o 2000 al poniente almeriense, como hicieron centenares de j¨®venes de su edad convencidas de que en su pa¨ªs no ten¨ªan ning¨²n porvenir. Aqu¨ª, seg¨²n quienes le conoc¨ªan, Irina comenz¨® a trabajar en un bar de copas donde conoci¨® a D. G. G., que pas¨® a ser su pareja, poco despu¨¦s fue padre de su segundo hijo -de siete a?os- y, hace 48 horas, se convirti¨® en su verdugo. Despu¨¦s de matarla, se quit¨® la vida con una escopeta de caza.
La v¨ªctima era muy conocida. Ten¨ªa una estrecha relaci¨®n con sus compatriotas y era secretaria de la Asociaci¨®n Cultural Rusa Azbuka. Muchos de sus miembros acudieron ayer al minuto de silencio celebrado en su memoria en el Ayuntamiento de Roquetas de Mar y exhibieron la fotograf¨ªa de la asesinada. "Nunca te olvidaremos", aseguraba Marina Borzenkova, vicepresidenta de la asociaci¨®n.
Las extranjeras suelen desconocer los medios de defensa a su alcance
Irina G. pertenece a una generaci¨®n de mujeres rusas j¨®venes que llegaron a Espa?a casi en oleada. Se trasladaban solas y hab¨ªan pagado un alto precio por el viaje y por lo que dejaban atr¨¢s. La mayor¨ªa acab¨® su sue?o ejerciendo la prostituci¨®n para pagar esa abultada deuda. Una d¨¦cada atr¨¢s, el poniente almeriense fue uno de los principales puntos en los que los proxenetas provenientes del este de Europa instalaron sus negocios de explotaci¨®n de mujeres. Una situaci¨®n que pocas veces fue visto con la dureza que merec¨ªa. Incluso se lleg¨® a percibir por la mayor¨ªa de la sociedad almeriense y andaluza como algo ex¨®tico. Un sacerdote de El Ejido durante una boda entre vecinos del pueblo lleg¨® a decir que su enlace durar¨ªa "hasta que la muerte o una rusa" separara a los contrayentes.
El desafortunado chiste del cura proced¨ªa, sin embargo, de una realidad social: la proliferaci¨®n de parejas entre mujeres j¨®venes de origen ruso y varones almerienses que voluntariamente abandonaban a sus parejas y que, en muchos casos, doblaban la edad a sus nuevas parejas. Las j¨®venes los dejaban todo en sus pa¨ªses para venir a Espa?a en busca de un trabajo, un medio de vida, una estabilidad econ¨®mica y social. "Todo eso te lo da una persona mayor", reflexiona Manuel Castillo, presidente de la Asociaci¨®n Po Russki, creada en 1999. "El 95% de las mujeres rusas casadas o con pareja aut¨®ctona son mucho m¨¢s j¨®venes que ellos", corrobora Castillo, y contabiliza alrededor de mil matrimonios entre varones locales y mujeres rusas en Almer¨ªa, Roquetas de Mar y El Ejido.
Ese fue el boom hace poco m¨¢s de diez a?os, pero ahora se vive una segunda etapa. Estas mujeres conviven con sus parejas, tienen hijos, una estabilidad y comparten problemas con el resto de la poblaci¨®n. Uno de ellos es la violencia machista. "Estos matrimonios no suelen funcionar", sostiene Castillo y a?ade que existe "mucho maltrato" y "miedo" a denunciar, a hacer visible su problema. "No saben d¨®nde ir despu¨¦s y tienen miedo a represalias y a quedarse solas con sus hijos a los que no saben si podr¨¢n mantener". Con sus familias a miles de kil¨®metros y sin conocer los recursos disponibles a su alcance se vuelven fr¨¢giles.
"No tiene nada que ver la situaci¨®n de vulnerabilidad de una extranjera con la de una aut¨®ctona", considera Mercedes D¨ªaz, presidenta de Aimur, la Asociaci¨®n para la Atenci¨®n Integral de Mujeres en Riesgo Social. Los asesinos, dice, "buscan dominar y es m¨¢s sencillo hacerlo cuando la mujer est¨¢ m¨¢s desprotegida". En el caso de las inmigrantes, la situaci¨®n es evidente. Carentes de medios econ¨®micos y redes familiares y amistades, tampoco conf¨ªan con plenitud en los medios a su alcance. Las mujeres v¨ªctimas de malos tratos no pueden ser trasladadas a un centro de acogida, lejos de su agresor, si no existe denuncia previa y para llegar ah¨ª hay que caminar mucho. "Tiene miedo a perder la residencia si se divorcian", expone D¨ªaz. "Est¨¢ claro que los medios de protecci¨®n y la justicia no est¨¢ funcionando".
Durante el primer semestre del a?o se adoptaron 2.068 ¨®rdenes de protecci¨®n en Andaluc¨ªa, 109 menos que en 2010, seg¨²n los datos de la Consejer¨ªa de Igualdad y Bienestar Social. Durante los seis primeros meses del a?o, se interpusieron 14.128 denuncias por malos tratos, el 76,5% procedentes de atestados policiales. Pero las cifras no reflejan la realidad del infierno de la mujer maltratada. Agresiones f¨ªsicas que quedan en una multa, retirada de la custodia a las denunciantes y represalias familiares son realidades que las mujeres conocen y que les disuaden de dar el paso de visibilizar a su maltratador y salvar, en muchos casos, su vida y la de sus hijos.
La situaci¨®n en la que quedan los menores es el "drama m¨¢s cruel" de la violencia machista, seg¨²n Adela Segura, delegada de Igualdad. El hijo de Irina a¨²n desconoc¨ªa lo sucedido a primera hora de la tarde de ayer. Su padre, un d¨ªa antes del crimen, le hab¨ªa llevado a casa de una hermana.
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