"No hay puertas abiertas y me veo desesperada"
"Vivo delante de un instituto y miras por la ventana y ves a toda la gente que va a clase o a ense?ar y piensas: 'Y yo qu¨¦ hago'. Mi problema no es aprender. Estoy cobrando el paro, podr¨ªa aprender, preparar unas oposiciones pero ahora no convocan nada. No hay soluci¨®n, no hay manera". ?ngeles Iglesias pronuncia estas palabras a punto de cumplir 45 a?os y consciente de que en el mercado laboral hay poca oferta, y la que hay se la lleva gente m¨¢s joven y con m¨¢s formaci¨®n. "Es l¨®gico que cojan a esa gente. Pero para m¨ª no hay puertas abiertas y yo me veo desesperada. Te ves mal. Yo lo di todo por esa empresa", dice. La empresa es, o era, Montoto, la f¨¢brica de textil de punto con sede en Lal¨ªn que firm¨® uno de los primeros expedientes de regulaci¨®n de empleo (ERE) de la crisis.
La f¨¢brica de textil Montoto despidi¨® en tres ERE a sus 240 empleados
Con m¨¢s de 20 millones de deuda y un concurso de acreedores en marcha, Montoto se someti¨® a finales de 2009 a un plan de viabilidad cuyo primer paso supon¨ªa despedir a 111 trabajadores en un ERE. Antes, en febrero, 195 empleados ya se hab¨ªan enfrentado a un ERE rotatorio de dos meses. En ese tiempo, ?ngeles aprendi¨® a mecanografiar. Ella dice que nunca perdi¨® las ganas de aprender: "Me saqu¨¦ la ESO cuando trabajaba y muchas compa?eras que antes se re¨ªan de m¨ª, ahora tambi¨¦n est¨¢n estudiando".
Iglesias dej¨® la escuela para trabajar en Montoto y a la empresa le dedic¨® toda su vida laboral, 27 a?os, dos de ellos calcetando en casa, mientras los ni?os a¨²n eran peque?os. Ahora, echa de menos la formaci¨®n. La que no pudo tener entonces y la que no le ofrecen desde el servicio de empleo. "Me llamaron para una entrevista de orientaci¨®n. Te atienden bien, te dicen que tienes que poner tu curr¨ªculum en las empresas de trabajo en Internet, pero yo no lo domino mucho". Ahora espera que la llamen para "al menos" hacer un curso, "que por lo menos est¨¢s ocupada". ?ngeles no aguanta en casa, sin nada que hacer. Y eso, admite, que tuvo suerte. Ella se qued¨® sin empleo en el segundo ERE, hace justo un a?o, junto a otras 100 compa?eras, y consigui¨® otro trabajo, "por amistad", durante siete meses. De dependienta a tiempo completo estuvo dos meses en una tienda y despu¨¦s otros cinco a media jornada. "La gente se me da bien. Estaba supercontenta por primera vez", dice. Pero ese empleo se acab¨® y ?ngeles envi¨® cientos de curr¨ªculos a todas partes, sin criba. "Pero en este pueblo todo est¨¢ muerto. Un pa¨ªs que retrocede tanto es una pena".
Un tercer ERE liquid¨® lo poco que quedaba de la plantilla en febrero de este a?o y, unos meses despu¨¦s, Texrocas compraba la empresa. De nada valieron las inyecciones econ¨®micas de Industria o los rumores de que Florentino iba a adquirir la factor¨ªa. "Hablaban mucho, pero si estabas dentro lo ve¨ªas claro. Ya no hab¨ªa dinero para comprar hilo y sin ¨¦l, no coses".
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