Adi¨®s a D¨ªaz Pardo, guardi¨¢n de la memoria democr¨¢tica de Galicia
Instituciones y sociedad civil homenajean al empresario y artista muerto a los 91 a?os- D¨ªaz Pardo vivi¨® sus ¨²ltimas dos semanas hospitalizado en A Coru?a
La riada de avisos y condolencias comenz¨® muy de ma?ana en las redes sociales, en las radios y en las ediciones digitales de los peri¨®dicos. A partir del mediod¨ªa se virtualiz¨® en la segunda planta del tanatorio coru?¨¦s de As Xubias, en donde sus hijos, Camilo, Xos¨¦ y Rosendo, y familiares directos velaban su cad¨¢ver. A despedir a Isaac D¨ªaz Pardo y saludar a los suyos primero acudieron miembros de la Real Academia Galega y del Consello da Cultura. M¨¢s tarde, aprovechando un mismo coche, los secretarios de Comunicaci¨®n y Cultura y el conselleiro de Educaci¨®n y Cultura. Para los dos ¨²ltimos, que se enteraron del fallecimiento poco antes de tomar posesi¨®n, este fue su primer acto oficial como tales ("aunque no me gusta llamarlo acto", comentaba el conselleiro V¨¢zquez).
"Casi llegaba al automaltrato", dice su m¨¦dico personal, Marti?o Noriega
Entre los comunicados de condolencia emitidos ayer, el del presidente Feij¨®o se?alaba que "la Galicia de D¨ªaz Pardo no se entiende sin una cultura gallega, una cultura propia y ¨²nica, que ¨¦l mismo se encarg¨® de preservar, fortalecer y reconstruir". Los ritos de celebraci¨®n se concretar¨¢n hoy en las p¨¢ginas impresas, en el acto homenaje que tendr¨¢ lugar en el Museo do Pobo Galego y en el entierro, a las cinco de la tarde, en el cementerio compostelano de Boisaca, en lo que no deja de ser una cierta vuelta al origen.
Isaac D¨ªaz Pardo naci¨® hace 91 a?os en Compostela, en la r¨²a das Hortas, detr¨¢s de la catedral. Era casa familiar, taller art¨ªstico de su padre, Camilo D¨ªaz Bali?o, y sede de encuentro para sus amigos y correligionarios galleguistas, muchos de ellos los que figuran en los libros de historia en el lado de las v¨ªctimas, muertos o exiliados. En julio de 1936, Camilo D¨ªaz fue paseado y su hijo tuvo que esconderse unos d¨ªas hasta que pudo salir de Santiago.Hace poco, en una entrevista recordaba como el coche de l¨ªnea que lo llevaba a A Coru?a paraba cada poco porque hab¨ªa muertos atravesando la carretera.: "No los dejaban en las cunetas, los pon¨ªan a la luz para meter m¨¢s miedo a la gente". Aquella condici¨®n de superviviente marc¨® su vida con una misi¨®n: recordar a los muertos y llevar a cabo los sue?os por los que los mataron. Por eso, con 28 a?os, tras estudiar arte en Madrid y Barcelona, dio por terminada la prometedora carrera pict¨®rica que hab¨ªa iniciado cuando volvi¨® a Galicia. Era competir con aquellos que hab¨ªan perdido la vida o su pa¨ªs y hab¨ªa cosas m¨¢s urgentes que hacer, ven¨ªa a decir, en traducci¨®n aproximada de lo que eran sus respuestas, evasivas e ir¨®nicas, cuando se le preguntaban las razones. Igual que el que ser¨ªa su socio en Sargadelos, Luis Seoane, que puso todo sus talentos al servicio del activismo galleguista y de izquierdas, D¨ªaz Pardo se impuso la tarea de, como dec¨ªa Feij¨®o, preservar, fortalecer y reconstruir la cultura y la memoria de Galicia. Acometi¨® a la vez las facetas de empresario cultural, dise?ador industrial, escritor, editor, promotor y mecenas de proyectos. Llev¨® a cabo todas, con ¨¦xito notable, salvo, como lamentaba ¨¦l mismo, la de crear el peri¨®dico Galicia.
Era un hombre de austeridad y una humildad proverbiales, como hac¨ªa patente con el encogimiento de hombros y los murmullos - "soy un limpiamierdas y un soplagaitas"- con los que sobrellevaba/agradec¨ªa los numerosos homenajes que le hicieron. En uno de ellos, hace varios a?os en Ourense, le impidieron la entrada, y D¨ªaz Pardo se dio la vuelta sin aclarar que ¨¦l era el homenajeado, hasta que lo rescat¨® in extremis uno de los organizadores. Sin embargo, su accesibilidad y buena disposici¨®n a colaborar en los muchos proyectos que le llegaban -dec¨ªa que lleg¨® a editar m¨¢s de 1.500 libros sobre la memoria hist¨®rica- no eran incompatibles con un considerable olfato empresarial. "?Sab¨¦is que hay un tipo en Coru?a que logra fabricar bajo demanda, sin tener que almacenar?", recuerdan colaboradores suyos o¨ªrle comentar con admiraci¨®n, antes de que fuese p¨²blico el fen¨®meno de Inditex.
La humildad, la iron¨ªa y el olfato empresarial tambi¨¦n eran compatibles con una determinaci¨®n no demasiado proclive a negociaciones o sugerencias. La ruptura con los que fueron sus socios o subordinados en las empresas cer¨¢micas durante d¨¦cadas tuvo su origen en una de esas decisiones sobre el futuro del grupo. En los ¨²ltimos cinco a?os, D¨ªaz Pardo fue perdiendo todas las batallas y con ellas el control de la docena de empresas que constitu¨ªan su complejo empresarial, ya en declive. Los argumentos morales, la solidaridad del mundo de la cultura y las promesas de ayuda de las instituciones pesaron menos que las razones legales. "Cuando muera, todo esto va a ser una pila de ceniza", era una de las frases que repet¨ªa a sus colaboradores.
Con 85 a?os, Isaac D¨ªaz Pardo volvi¨® a los or¨ªgenes. A las precarias habitaciones del Instituto Galego da Informaci¨®n (IGI) en Santiago o a lo que hab¨ªan sido las caballerizas del pazo en O Castro (Sada) de la familia de su mujer, Mimina Arias, que su suegro le hab¨ªa dado para que comenzase su experimento industrial-art¨ªstico-empresarial, y que era una propiedad personal y no de las empresas. All¨ª, a pocos metros enfrente de lo que era el complejo de O Castro, centro de toda su obra, primero se dedic¨® a afrontar los litigios judiciales y despu¨¦s, cuando acord¨® ceder su importante legado art¨ªstico y documental a la Cidade da Cultura -otra decisi¨®n que caus¨® pol¨¦mica en su entorno- a preparar y archivar todo el material, otra de sus obsesiones. Para vivir -ni siquiera estaba afiliado a la Seguridad Social- vend¨ªa cuadros y dibujos que hab¨ªa hecho antes de clausurar su carrera de artista.
"Siempre tuvo un estado f¨ªsico delicado y rozaba el automaltrato. De la misma forma que era una persona muy generosa, de s¨ª mismo ten¨ªa un concepto muy bajo", recuerda ayer Marti?o Noriega, alcalde de Teo, que fue su m¨¦dico personal -"o m¨¢s bien su notario" - los ¨²ltimos a?os. El pasado 22 de diciembre, ingres¨® en el Hospital San Rafael de A Coru?a por una neumon¨ªa. Ped¨ªa a las enfermeras que alejasen las visitas cuando eran muchas ("?Y c¨®mo hago?", le pregunt¨® una. "Rep¨¢rtelas", respondi¨®) y a los m¨¦dicos que le diesen "pastillas para morir, que las que me dan son para vivir". Desde hace varios a?os, confesaba como si tal cosa: "T¨®came morrer. Xa est¨¢n a morrer todos, xa non queda ningu¨¦n". Desde ayer a las 8,30, ya ni ¨¦l.
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