Forma o barbarie
D¨ªaz Pardo fund¨® y vivi¨® el ocaso de la mayor empresa cultural del siglo XX
"El principio de investigaci¨®n de las formas, del dise?o de las formas, tiene que partir de la honestidad. Todo lo que no sea eso no pasar¨¢ de una especulaci¨®n de materiales que en general interesa solo a especuladores y adl¨¢teres". Hay textos as¨ª de prof¨¦ticos, capaces de ara?ar el ata¨²d de la historia, y suelen acabar convertidos en anagramas irrefutables de la derrota. Este lo escribi¨® Isaac D¨ªaz Pardo y lo public¨® en 1976 en los Cadernos do Laboratorio de Formas. Est¨¢ datado en O Castro, Sada. Se titulaba Contribuci¨®n de urxencia ¨® entendemento dos problemas arte/industria.
D¨ªaz Pardo no consigui¨® resolver los problemas entre el arte y la industria. M¨¢s bien, los problemas lo resolvieron a ¨¦l. A ¨¦l y a la impugnaci¨®n de la historia que un grupo de exiliados gallegos en Argentina hab¨ªa imaginado a comienzos de los a?os sesenta alrededor de la recuperaci¨®n de la cer¨¢mica de Sargadelos. En enero de 2010, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, la mayor¨ªa accionarial del grupo le hab¨ªa retirado ya sus ¨²ltimos galones. A¨²n era consejero delegado del Instituto Galego da Informaci¨®n (IGI), la vieja factor¨ªa de ideas racionalista a las afueras de Santiago. Viv¨ªa all¨ª desde 1987.
El proyecto consist¨ªa en volver a Galicia y reparar el hiato de 1936
En enero de 2010, la mayor¨ªa del Grupo Sargadelos le quit¨® los galones
Aquella ambici¨®n primera hab¨ªa tenido tambi¨¦n su propio manifiesto, redactado por D¨ªaz Pardo y Luis Seoane en 1963. Era sin duda otro de esos textos con u?as, y comenzaba as¨ª: "El Laboratorio de Formas, nacido en la Galicia emigrada como hecho de la voluntad de dos artistas, se propone el estudio de las formas desarrolladas en el pasado gallego y las que a¨²n hoy alientan, heredadas de ese pasado, en nuestro presente". Su presente era ancho, iba desde John Ruskin y William Morris hasta los constructivistas y productivistas rusos, y de ah¨ª a la Bauhaus y su refundaci¨®n en los a?os cincuenta y sesenta. Su pasado ten¨ªa solamente tres s¨ªlabas, pero era enorme.
Se trataba, sobre todo, de volver. De volver a Galicia y de reparar el hiato del 36. De retomar los hornos creados en el siglo XVIII por Raimundo Ib¨¢?ez, marqu¨¦s de Sargadelos, y la inteligencia colectiva de la II Rep¨²blica, e inscribir una nueva factor¨ªa en una estructura de pensamiento y acci¨®n m¨¢s amplia. El proyecto ten¨ªa que servir para recuperar la memoria aniquilada y retomar el paso robado del siglo XX. Y de paso, "purificar los signos identificativos de nuestro ser, cubiertos por una gruesa capa de oropel que no dejaba ver el significado de nuestra identidad, dulce y maciza como nuestra cultura rom¨¢nica", recordaba el intelectual en otro texto de 1991.
La producci¨®n y venta de cer¨¢mica, el valor a?adido del dise?o y una red de galer¨ªas por toda Galicia y varios puntos de Europa ayudaron a financiar el alma cultural de Sargadelos. Por un lado, el Laboratorio de Formas, centro de producci¨®n de inteligencia e investigaci¨®n est¨¦tica. Por otro, el Museo Carlos Maside, dedicado al arte contempor¨¢neo en Galicia, y Edici¨®s do Castro, un sello entregado a la recuperaci¨®n de la memoria y el activismo. M¨¢s all¨¢, la restauraci¨®n hist¨®rica del Seminario de Estudos Galegos y el sue?o frustrado de un medio de comunicaci¨®n.
Se iba a llamar Galicia, como la cabecera de Valent¨ªn Paz Andrade en los a?os veinte, y para eso se constituy¨® en 1977 el Instituto Galego da Informaci¨®n (IGI). La sede tard¨® m¨¢s de lo previsto y el peri¨®dico nunca lleg¨® a salir. La generaci¨®n que lo hab¨ªa imaginado tambi¨¦n empezaba a declinar. Lorenzo Varela, reci¨¦n llegado del exilio, acababa de morir, y Lu¨ªs Seoane se ir¨ªa poco despu¨¦s. La relaci¨®n de fuerzas tambi¨¦n hab¨ªa cambiado dentro de lo que llamamos, todav¨ªa hoy, galeguismo hist¨®rico. La consigna de Ram¨®n Pi?eiro era otra y Domingo Garc¨ªa-Sabell estaba a punto de ser delegado del Gobierno en Galicia. El principio de un ocaso quiz¨¢s demasiado largo.
Custodio de la historia
Decir que la Biblioteca de Galicia conservar¨¢ durante 60 a?os el fondo bibliogr¨¢fico y documental de Isaac D¨ªaz Pardo es como poco impreciso, porque en el lote caben el siglo XX y las heridas de varias generaciones. Adem¨¢s de su biblioteca personal y las de Lorenzo Varela, Manuel D¨ªaz Rozas y Camilo D¨ªaz Bali?o, su padre, cartelista y escen¨®grafo paseado en el 36, el artista cedi¨® tambi¨¦n al Gai¨¢s las de Edici¨®s do Castro, la F¨¢brica y el Seminario de Sargadelos, el Laboratorio de Formas, el Instituto Galego da Informaci¨®n o el Seminario de Estudos Galegos, instituciones a las que estuvo ligado de una u otra manera durante toda su vida.
Solo en su biblioteca personal hay cientos de vol¨²menes de gran valor, entre ellos los de la editorial Ruedo Ib¨¦rico, creada en 1961 en Par¨ªs, y colecciones tan importantes, explican los responsables del archivo de la Cidade da Cultura, como las de la Revista ib¨¦rica por la libertad, fundada por Victoria Kent en Nueva York en 1953, o Espa?a libre, ¨®rgano de las Sociedades Hispanas de los Estados Unidos que actu¨® como foro de debate entre las distintas facciones del exilio.
Como custodio de la memoria colectiva de varias generaciones, D¨ªaz Pardo deposit¨® tambi¨¦n en el pol¨¦mico complejo de Peter Eisenman el fondo documental del Consello de Galiza, una especie de Gobierno gallego en el exilio creado en el Montevideo de 1944, y un conjunto de epistolarios, fotograf¨ªas, manuscritos, dibujos y pinturas de Rafael Dieste, Luis y Maruxa Seoane, Eugenio Granell, Tom¨¢s Barros, Arturo Cuadrado, Valent¨ªn Paz Andrade o Chamoso Lamas, entre otros.
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