El hachazo
Cuando el candidato socialista hablaba de "recortes" para definir las medidas que iba a tomar Rajoy si ganaba las elecciones una pl¨¦yade de populares, a coro, proclamaron que no iban a ser tal, sino "reformas". Tambi¨¦n se empe?aron en repetir como papagayos que "de subida de impuestos, nada". Y a la primera de cambio, cuando solo estamos en el inicio del inicio, van y nos sorprenden con un hachazo. Nada de reformas, nada de recortes, esto ha sido un hachazo dado con la contundencia del inicio. Sin embargo, nadie debe sentirse sorprendido. ?De qu¨¦? ?No es el PP un partido pol¨ªtico de derechas? Pues bien, frente a quienes puedan tacharme de simpl¨®n o de reduccionista estoy convencido de que de la derecha solo cabe esperar medidas del tipo de las tomadas por Rajoy. No es preciso diseccionarlas todas para discernir que la primera finalidad no es exclusivamente la minoraci¨®n del d¨¦ficit sino meter en cintura a quienes podr¨ªamos sentirnos legitimados para reclamar del Estado ayuda o protecci¨®n por el mero hecho de ser sus ciudadanos.
"De la derecha solo cabe esperar medidas del tipo de las tomadas por Rajoy"
"La Ley de Dependencia se quedar¨¢ en mera beneficencia"
De las medidas tomadas hay algunas que van contra todos los principios de la caridad cristiana que debiera asistir a las derechas en base a sus creencias religiosas. (Un inciso: aunque alguien pudiera achacarme que recurro con demasiada frecuencia al hecho religioso, declar¨¢ndome a la vez poco o nada religioso, advierto que recurro a ¨¦l porque existe realmente, en dosis excesivas en nuestras vidas por la presencia casi impertinente de una Iglesia que a¨²n no ha comprendido el texto constitucional que declara a Espa?a aconfesional, aunque lleve en su esp¨ªritu un deseo de laicismo). Porque aunque es cierto que el Salario M¨ªnimo Interprofesional (SMI) solo es percibido por 135.000 espa?oles, congelarle en la miserable cifra de 640 euros es despreciarles a todos ellos, adem¨¢s de ignorar con premeditaci¨®n y alevos¨ªa que el SMI sirve para calcular una buena parte de las ayudas que se conceden a personas ya excluidas o en riesgo de serlo, parados de larga duraci¨®n y personas con problemas de subsistencia que solo pueden llegar a sentirse dignos de la mano del Estado.
Y, ?qu¨¦ me dicen del incremento del 1% en las pensiones, en todas ellas, sin tener en cuenta que se trata de una de las cuestiones pendientes m¨¢s importantes en nuestro pa¨ªs? Lo que ha venido siendo un empe?o socialista -reducir las desigualdades entre las pensiones m¨¢ximas (2.500 euros) y la pensi¨®n media (811 euros)- queda en agua de borrajas teniendo en cuenta que los que cobren la pensi¨®n media sufrir¨¢n un incremento de 8,11 euros al mes mientras que las pensiones m¨¢s altas subir¨¢n 25 euros. Peor a¨²n, la previsi¨®n aprobada por el Gobierno Zapatero (junto con CIU y, como siempre, sin el PP), para que las viudas llegaran a recibir el 60% de la base reguladora en ocho a?os (actualmente est¨¢ en el 52%), tambi¨¦n les ha parecido excesiva y se la han cargado. Igualmente anulan el incremento del permiso de paternidad hasta las cuatro semanas, dej¨¢ndolo como actualmente est¨¢, lo que supone otro hachazo a las pol¨ªticas de igualdad de la mujer en el ¨¢mbito laboral. Y ya que estoy hablando de colectivos con necesidades peculiares o especiales, han fijado una moratoria para paralizar a¨²n m¨¢s el desarrollo de la llamada Ley de la Dependencia. S¨ª, ya, las dificultades econ¨®micas supusieron un h¨¢ndicap, durante la era socialista, para esta Ley que nac¨ªa con el objetivo y la vocaci¨®n de ser el cuarto pilar del Estado de bienestar, no creo equivocarme si afirmo que en manos del Gobierno de Rajoy la Ley se quedar¨¢ en mera beneficencia, poco m¨¢s que una especie de sopa boba administrada desde las oficinas oficiales.
Sin entrar a valorar otros aspectos de este inmisericorde hachazo inicial creo que hay dos aspectos extraordinariamente importantes que van a incidir con fuerza en el modelo social actual para deteriorarlo y adulterarlo, de forma que el Estado, como instituci¨®n y organizaci¨®n m¨¢xima, vea alterada su eficacia y caiga en cotas de descr¨¦dito excesivas. El recurso al sueldo y condiciones econ¨®micas de los funcionarios de forma tan reiterada -aderezado ahora con un aumento de su jornada laboral- deber¨¢ empezar a ser sopesado, porque ya no son solo Esperanza Aguirre y alg¨²n otro descarado quienes tachan a los funcionarios y empleados p¨²blicos de vagos y desidiosos, sino que empiezan a tratarse como tal en las charlas de bar y en las tertulias de amigos. Y hay que decir de forma categ¨®rica que esto es falso y, sobre todo, injusto. La Administraci¨®n del Estado no es menos eficaz que la de tantas grandes empresas privadas que pregonan sumas astron¨®micas de beneficios para presumir de grandes y poderosas. A la gravedad de tales afirmaciones debemos sumar el empe?o pernicioso en reducir el m¨²sculo del Estado liquidando empresas p¨²blicas y dando a entender que muchas de las funciones y servicios prestados desde el Estado, o no son necesarios o pueden ser suministrados por el sector privado con la misma eficacia y el mismo nivel de cobertura. Esto tambi¨¦n es falso.
En esta misma direcci¨®n hay que alertar de la perversa y artera intenci¨®n que encierra la reducci¨®n del 20% en las subvenciones para partidos pol¨ªticos, patronal empresarial y sindicatos. Nadie debe dudar de que en los actuales tiempos de dificultad se ha extendido la idea de que los sindicalistas constituyen una carga pesada para las empresas que deben pagar sus salarios, o para los gobiernos que han de hacerse cargo de los representantes de los trabajadores. Lo mismo cabe decir del dinero que aporta el Estado para el mantenimiento de los partidos pol¨ªticos, en proporci¨®n a la representaci¨®n que ostenta cada cual. Sin embargo, son los partidos pol¨ªticos los agentes m¨¢s importantes para el mantenimiento del sistema democr¨¢tico. Y son los sindicatos los que tanto han de servir para fijar las condiciones laborales de todos los trabajadores como para garantizar consensos que permitan que algunas leyes o proyectos de car¨¢cter social puedan ser desarrollados con ¨¦xito, sin des¨®rdenes colectivos de tipo social. Un Estado sin agentes sociales (o con agentes sociales desacreditados) se convierte en un Estado fallido en que los ciudadanos desprotegidos pueden ser tratados como peleles. Y esto, la derecha lo ha intentado conseguir de muchos modos a lo largo de la Historia moderna.
Si lo anunciado hasta ahora solo es "el inicio del inicio", como ha dicho la vicepresidenta Soraya, ?c¨®mo ser¨¢ el final? He elegido para este art¨ªculo unos pocos retazos del grueso de "reformas" - "recortes"- para el candidato socialista en v¨ªsperas del 20-N, pero cabe establecer un nuevo t¨¦rmino para definir esto: "hachazo". Hasta conocer estas medidas he visto varias vi?etas humor¨ªsticas que han representado a Rajoy provisto con un metro enrollado y unas tijeras en sus manos, para que tomara medidas y para que hiciera los consabidos recortes. Pues bien, ya no sirven esas im¨¢genes, porque la nueva imagen ser¨¢ enarbolando un hacha brutal contra los apesadumbrados y humildes ciudadanos. Algo les tocar¨¢ aportar a los adinerados satisfechos pero, de momento, esta derecha ha golpeado principalmente a los m¨¢s humildes, y ya amenaza con llevar el actual Estado de bienestar al limbo del olvido. Si era esto lo que ped¨ªan la mayor¨ªa de m¨¢s de once millones de espa?oles que votaron al PP, cabe afirmar que se trata de una mayor¨ªa de irresponsables que en su pecado llevan la penitencia.
Yo no creo, en principio, que debamos hacer esta lectura pero, una vez m¨¢s, la derecha espa?ola muestra su vergonzoso esp¨ªritu, tan extralimitado y obsesionado con el ejercicio del poder absoluto que no es capaz de ceder ni una miga de ¨¦l por favorecer la ¨¦tica inherente a cualquier comportamiento democr¨¢tico. ?Ser¨¢ que no les inquieta que la democracia se convierta en una caricatura? Con un hachazo esta derecha que tanto recuerda a los gobiernos del franquismo en lo que pod¨ªan tener de tecnocr¨¢ticos, ha apu?alado a unos y otros, incluso a bastantes de los que la han votado. Ahora solo cabe esperar, tras este inicio b¨¢rbaro, el final inevitable. M¨¢s all¨¢ del hachazo solo cabe la guillotina: ?ser¨¢ demasiado para estos irresponsables?
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