Hu¨¦spedes mimados
NH CASTELLAR, aires urbanos en el pueblo nuevo de Castellar de la Frontera
Ins¨®lito el que un establecimiento de la marca NH, tan centrada en hoteles urbanos, aparezca por ensalmo en un pueblecito de evocaci¨®n medieval como Castellar de la Frontera. En realidad, la divisoria fronteriza se localizaba entonces unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, al pie del castillo que ampara dentro de sus almenas la poblaci¨®n conocida como Castellar Viejo, declarado monumento hist¨®rico art¨ªstico en 1963. El hotel se encuentra en Castellar Nuevo, un pueblo de colonizaci¨®n nacido en 1968 dentro del Plan de Desarrollo del Campo de Gibraltar y como consecuencia de la construcci¨®n del embalse de Guadarranque. ?Qu¨¦ hace, pues, un hotel como este en un lugar dedicado principalmente a la agricultura?
NH CASTELLAR
PUNTUACI?N: 6,5
Categor¨ªa oficial: cuatro estrellas. Direcci¨®n: La Fuente, s/n. Castellar de la Frontera, C¨¢diz. Tel¨¦fono: 956 69 30 18. Fax: 956 69 32 50. Internet: www.nh-hoteles.es. Instalaciones: jard¨ªn, patio, piscina, tenis, gimnasio, sala de juegos infantil, terraza-porche, sal¨®n, 3 salas de reuniones (para 310), restaurante. Habitaciones: 70 dobles y 4 junior suites. Servicios: habitaciones adaptadas para discapacitados, animales dom¨¦sticos prohibidos. Precios: desde 57,41 euros, desayuno e IVA incluidos.
Imposible entenderlo si no fuera por la saneada econom¨ªa del municipio y por la proximidad de Sotogrande, donde NH cuenta con otros dos hoteles atractivos para la clientela del golf y el vacacionismo de playa. En estas actividades cobra todo su sentido la propuesta manierista del estudio de arquitectura interior de Thomas Urquijo, autor de las remodelaciones de los hoteles Ritz y Villamagna, en Madrid. El de Castellar se inspira en una finca r¨²stica andaluza, que es lo que vende el litoral en estos momentos al turismo europeo. Muros encalados, cubiertas de tejas ¨¢rabes, arcos, ca?os de agua, patios con arriates y maceteros... Arquitectura ca?¨ª que transporta a otros tiempos sin la contenci¨®n de saberse de nueva planta.
El personal que atiende el negocio hace olvidar enseguida lo falsario de la propuesta, el sesgo urbano de su interiorismo, el orden cartesiano de los espacios, contradictorio con el aparente desorden andalus¨ª del edificio. Sin excepciones, los empleados son amables, muy dispuestos, pendientes siempre de los hu¨¦spedes, orgullosos de su agasajo, desenvueltos con las normas b¨¢sicas de la hospitalidad. No se le ve, pero est¨¢. Siempre a punto. Siempre a su debido momento.
Esa generosidad se hace notar especialmente en el comedor, por los pasillos, entre los setos de la piscina. Incluso cuando se acompa?a al viajero a la toma de su habitaci¨®n, ya sea de categor¨ªa est¨¢ndar, superior o la denominada deluxe. Unas proyectadas al exterior mediante una balconada, otras directamente al patio central. Todas neutras en decoraci¨®n, pulcras en su mantenimiento, abrigadas y confortables, sin escatimar metros ni suavidad en las camas. Eso s¨ª, se echa en falta que la wifi penetre con mayor anchura de banda en el interior. Y tambi¨¦n unos ba?os algo m¨¢s sugerentes que los actuales, excesivamente as¨¦pticos y fr¨ªos.
La experiencia m¨¢s gratificante del hotel se vive en el patio de los naranjos, donde cualquiera puede solicitar que le sirvan el desayuno al frescor de una fuente de ca?o sonoro.
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