"El ejemplo de Carrillo y el m¨ªo fue un modelo de sentido de Estado"
Embutido en su peque?o despacho del Senado, Manuel Fraga trabaja, a sus 84 a?os, como siempre, desde las ocho de la ma?ana. Apenas puede removerse entre libros y papeles, pero asegura que no se siente, de ninguna manera, como un le¨®n enjaulado.
Pregunta. Casi no se le oye ¨²ltimamente, y eso en usted ya es decir, don Manuel, que antes no paraba.
Respuesta. No es eso. Yo he vivido mucho, he pasado por muchas etapas en mi vida. Y ahora he decidido no estorbar, dar paso a otros, en este caso a Mariano Rajoy, que es quien debe llevar las cosas, y las lleva bien. He sabido quitarme de en medio, pero ayudo todo lo que puedo y, cuando me piden opini¨®n, la doy, como es natural, y estoy convencido de que este partido es el partido del futuro.
"La responsabilidad de la guerra fue de los pol¨ªticos de la II Rep¨²blica. ?Toda!" "No me arrepiento de haber vivido la vida como la he vivido"
P. No s¨¦ si es que no quiere meterse en el patio del Partido Popular, que est¨¢ muy movido, o que ya est¨¢ cansado de la pol¨ªtica, de las peleas de los unos contra los otros.
R. No, no, no estoy cansado. La pol¨ªtica siempre es asumir riesgos; yo ya he pasado por todas las situaciones y no todos los d¨ªas pod¨ªa solucionar los problemas que se me presentaban. Es posible que se den situaciones de rivalidades internas, de contradicciones externas, pero est¨¢ claro que estamos asistiendo a un error muy grave, a un grave fallo, como es haber querido revisar todo lo que se ha conseguido en la Transici¨®n. Ah¨ª s¨ª que hay una gran parte de responsabilidad en los actuales gobernantes, en los socialistas, que han aprobado leyes tan absurdas como la de Memoria Hist¨®rica, o la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, que es un disparate.
P. Pero la Ley de Memoria Hist¨®rica, don Manuel...
R. Aqu¨ª hubo una amnist¨ªa, y eso significa no solo mutuo perd¨®n, sino mutuo olvido. Amnist¨ªa quiere decir amnesia, y eso, insisto, quiere decir olvidar, olvidar.
P. ?Y no ser¨ªa capaz de aceptar que se planteara la Ley de Memoria Hist¨®rica como una cuesti¨®n de misericordia, para que los perdedores de la Guerra Civil pudieran enterrar a sus muertos?
R. Ya le he dicho que hubo una amnist¨ªa y no se trata ahora de hacer nuevas leyes. Todo el mundo tiene derecho a enterrar a sus muertos. Pero los muertos amontonados son de una guerra civil en la que toda la responsabilidad, toda, fue de los pol¨ªticos de la II Rep¨²blica. ?Toda! Eso no se arregla con una Ley de Memoria Hist¨®rica que, adem¨¢s, tampoco resuelve la cuesti¨®n de hasta d¨®nde nos remontamos para saber todo lo que hay que saber. ?Hasta las Cortes de C¨¢diz?
P. ?C¨®mo lleva haber perdido Galicia? ?Tiene mono de poder?
R. ?No, no! Primero, porque yo gan¨¦ las elecciones y, en cualquier caso, no tengo ninguna clase de mono. Es verdad que los a?os no pasan en balde, y si no, que se lo digan a mi pierna izquierda.
P. Me pregunto si sigue creyendo que los valores de la Transici¨®n siguen en pie, como usted.
R. Aquellos valores se han respetado b¨¢sicamente hasta ahora pero, por primera vez, algunos los est¨¢n estropeando. Nuestro pa¨ªs est¨¢ en un momento de cambio y hay que volver a repensarlo con nuevas ideas, pero eso no significa que tengamos que repensar los valores esenciales de Espa?a. Algo hay que revisar, pero sin olvidar lo que conseguimos, los valores de la primera Transici¨®n.
P. No s¨¦ en qu¨¦ cosas coincidir¨ªa usted con Jordi Pujol, con Felipe Gonz¨¢lez, con Santiago Carrillo...
R. Creo que coincidir¨ªamos en la necesidad de no estropear lo que ya hicimos e intentar solucionar los nuevos problemas que han surgido. Har¨ªamos eso, en lugar de buscar motivos de enfrentamiento como hace el se?or Zapatero, que act¨²a por resentimiento personal y est¨¢ dispuesto a reabrir la primera parte de la Transici¨®n.
P. Usted y Carrillo actuaron en aquella Transici¨®n como patriotas. Su ejemplo, al lograr un acuerdo por encima de sus diferencias abismales, quedar¨¢ en la historia.
R. Creo que Carrillo percibi¨® el error que hab¨ªan cometido los sistemas comunistas conocidos en Europa, y ¨¦l propugn¨® la necesidad de reorientar esas ideas hacia el eurocomunismo. Y yo trat¨¦ de que las diferencias entre la izquierda cl¨¢sica y una fuerza conservadora como la nuestra no fueran insalvables, para lograr un acuerdo de m¨ªnimos. S¨ª, en cierta manera es posible que fuera el nuestro un ejemplo de patriotismo, de sentido del Estado.
P. ?Cree que los socialistas est¨¢n poniendo demasiado ¨¦nfasis en un debate sobre la revisi¨®n de la forma del Estado?
R. Ese debate no lo comparten ni la mayor¨ªa de los espa?oles ni la mayor¨ªa de los socialistas. Las cosas, como es natural, no se han planteado oficialmente. ?Hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar! Pero el aliento, los comentarios, algunos gestos, no son los m¨¢s adecuados. Adem¨¢s, el Gobierno y los dirigentes socialistas han cometido un craso error, porque ten¨ªa que haberse hecho primero la reforma constitucional, y no empezar por forzar los estatutos, a ver hasta d¨®nde se pod¨ªa ir sin desbordar la Constituci¨®n, sin conseguirlo. Por eso el Estatuto de Catalu?a tiene planteados nada menos que siete recursos.
P. ?Usted habr¨ªa sido partidario de reformar la Constituci¨®n?
R. Yo no, pero habr¨ªa sido la ¨²nica forma legal de reformar los Estatutos de Autonom¨ªa.
P. ?Y cree que, de verdad, Espa?a se rompe?
R. No, pero les ha pasado a otros pa¨ªses. En Yugoslavia, donde todo ha saltado en pedazos. Nuestro caso es muy distinto, pero ahora en Reino Unido le han dado un Parlamento a Escocia, y con la marcha de Blair puede surgir alg¨²n problema. Yo no digo que Espa?a se vaya a romper, pero que hay quien quiere romperla... Por ejemplo, hay que decirle al se?or Ibarretxe que hasta aqu¨ª hemos llegado. Un pa¨ªs que fue el primero en dar la vuelta al mundo no puede romperse.
P. La sociedad espa?ola ya no vive de certezas y la Iglesia se sabe prescindible. ?No cree?
R. No, no. ?Todo el mundo necesita certezas! Pero hay situaciones en las que se hace lo posible por negar esas certezas a la sociedad. Todo depende de lo que se consideren certezas. Yo las certezas morales las he necesitado siempre. El fondo del problema est¨¢ en el cambio social, y no en la actuaci¨®n de la Iglesia espa?ola, que tiene en este momento al frente a personas muy sensatas.
P. ?Usted le habr¨ªa exigido al presidente del Gobierno las actas de las negociaciones con ETA?
R. Ha sido una exigencia muy razonable, porque toda esa negociaci¨®n se ha hecho de espaldas al Parlamento y a la oposici¨®n. Es ya evidente la impunidad con la que ETA estaba refugiada en el santuario franc¨¦s, que ahora afortunadamente ya no tiene.
P. Pero usted nunca le exigi¨® a Felipe Gonz¨¢lez las actas de las reuniones de Argel.
R. Es que a m¨ª entonces, durante aquellas negociaciones, me llamaron al Ministerio del Interior varias veces, me tuvieron informado y pude influir en lo que se hizo y en lo que no se hizo.
P. ?Usted tuvo la percepci¨®n entonces de que Felipe Gonz¨¢lez actuaba con lealtad?
R. Yo ve¨ªa en Gonz¨¢lez la intenci¨®n de avanzar en la lucha contra el terrorismo a trav¨¦s de un consenso con mi partido, entre el principal partido de la oposici¨®n y el partido socialista, que estaba en el poder. Lo contrario de lo que est¨¢ sucediendo ahora con el se?or Zapatero. La verdad es que la relaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez conmigo fue en l¨ªneas generales aceptable. Eso demostr¨® que en un sistema democr¨¢tico las relaciones entre el Gobierno y la oposici¨®n tienen varias caras, y no solamente la peor. Esto fue verdad.
P. Si ETA mata de nuevo, ser¨¢n culpables los terroristas, ?no?
R. Si ETA vuelve a matar, ser¨¢ culpable, pero tambi¨¦n quienes dan facilidades y negocian con ella sin publicidad.
P. Usted ha sido extremadamente duro consigo mismo durante toda su vida. ?No se arrepiente, no lo lamenta, aunque no se lo confiese a nadie?
R. No, no me arrepiento de haber vivido la vida como la he vivido. Eso forma parte de mi sentido cristiano de las cosas.
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