Elena Catena, impulsora de la literatura femenina
Edit¨® la Biblioteca de Escritoras de Castalia y fue la primera vicedecana de Filosof¨ªa y Letras de la Complutense
Elena Catena, profesora de Literatura espa?ola, editora y feminista, falleci¨® el jueves pasado tras una neumon¨ªa. Hace poco, el 12 de noviembre, cumpli¨® 91 a?os y durante su larga y afortunada vida desarroll¨® una doble e innegable influencia entre sus alumnos y los lectores de Cl¨¢sicos Castalia. Hab¨ªa nacido en Salamanca en 1920 y lleg¨® a Madrid al poco de terminar la Guerra Civil. Fue una de las pocas mujeres que se incorpor¨® a la Universidad tras el desastre de la contienda, a?os vac¨ªos en los que las escasas mujeres que realizaban estudios superiores tuvieron que interrumpir sus carreras y en algunos casos sus proyectos de emancipaci¨®n. Tras ese freno inicial, la brecha se fue cerrando al llegar nuevas hornadas de universitarias, con Elena Catena entre ellas.
Para la colecci¨®n rescat¨® las mejores obras de autoras en lengua castellana
Fue una de las primeras mujeres en alcanzar el doctorado y la primera vicedecana que tuvo la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad Complutense de Madrid. Dirigi¨® decenas de tesis y mantuvo un magisterio real en el campo de la Filolog¨ªa hisp¨¢nica. En paralelo, comenz¨® a trabajar en la editorial Castalia con el erudito Antonio Rodr¨ªguez-Mo?ino, responsable de la colecci¨®n Cl¨¢sicos Castalia. Gracias a su entusiasmo, Catena se convirti¨® en la mano derecha de Rodr¨ªguez-Mo?ino. A la muerte del bibli¨®filo, en 1970, continu¨® su labor. M¨¢s tarde se encargar¨ªa tambi¨¦n de la Biblioteca de Escritoras dentro de Castalia, una colecci¨®n dedicada a rescatar las mejores obras de autoras en lengua castellana. Esta labor, en la que trabaj¨® durante a?os con entera libertad, converg¨ªa con sus inquietudes de feminista moderada.
Elena Catena vivi¨® la evoluci¨®n de muchas j¨®venes que en los inicios de los cuarenta asumieron sin demasiadas preguntas la tendencia imperante y que, bajo el influjo de la Universidad, cuestionaron el discurso oficial y fueron conscientes de que la legislaci¨®n franquista subordinaba la mujer al var¨®n de forma anacr¨®nica, en claro contraste con los avances de europeas y norteamericanas. En los a?os cincuenta del pasado siglo, Catena estableci¨® contacto con Mar¨ªa Campo-Alange, Mary Salas Larraz¨¢bal, Lil¨ª ?lvarez, Concha Borreguero y Consuelo de la G¨¢ndara, con las que en 1960 fund¨® el Seminario de Estudios Sociol¨®gicos sobre la Mujer. Fue un n¨²cleo de feminismo moderado e intelectual que impuls¨® algunos de los primeros estudios de g¨¦nero y que, adem¨¢s de atraer hacia el feminismo a mujeres que ven¨ªan de la ¨®rbita democristiana, alent¨® el compa?erismo con otros grupos m¨¢s reivindicativos.
La transici¨®n pol¨ªtica represent¨® para Elena Catena una primavera vital. Al igual que otras mujeres comprometidas con la cultura y los derechos humanos, ve¨ªa con emoci¨®n c¨®mo las barreras ca¨ªan. Ya desde los a?os del tardofranquismo y del movimiento estudiantil contra la dictadura ten¨ªa fama de dialogante entre los alumnos. Catena sol¨ªa recoger en su 600 a m¨¢s de un universitario que corr¨ªa por el campus huyendo de la polic¨ªa franquista, los grises.
"Venga, suba", dec¨ªa. Un d¨ªa la que fue invitada a subir al coche era Carmen D¨ªez de Rivera. "No, deje que me detengan". "?Sube! ?Ad¨®nde te llevo?" "Al barrio de Salamanca". "?Y qu¨¦ hace una chica como t¨² en este foll¨®n?", le pregunt¨® la profesora. Ambas rieron. D¨ªez de Rivera acababa de volver de ?frica de cooperante y realizaba una diplomatura de estudios hisp¨¢nicos que impart¨ªa Catena. Luego har¨ªa Ciencias Pol¨ªticas, colaborar¨ªa con Adolfo Su¨¢rez para traer la democracia y militar¨ªa en el partido de Tierno Galv¨¢n. M¨¢s tarde ser¨ªa elegida parlamentaria europea. Durante esos a?os, la musa de la Transici¨®n mantuvo el contacto con la profesora Catena, salvo en el periodo en que D¨ªez de Rivera fue eurodiputada. Pero cuando esta enferm¨® de c¨¢ncer, Catena acompa?¨® a su alumna hasta el final, junto a sus familiares y allegados. Era l¨®gico, porque Elena Catena dedic¨® parte de su vida a cultivar la amistad.
Uno de sus d¨ªas m¨¢s felices fue el del homenaje que recibi¨® de sus numerosos colegas y alumnos, recogido en un libro que edit¨® Castalia en 2001. Las firmas que aparecen en ese Homenaje a Elena Catena ofrecen un amplio abanico del mundo universitario. En la comisi¨®n de honor se encontraban Fernando L¨¢zaro Carreter y Carlos Bouso?o. Y entre los organizadores, el acad¨¦mico Pedro ?lvarez de Miranda o la profesora Alicia Redondo Goicoechea. Todos conoc¨ªan y quer¨ªan a la profesora Catena
"?Qu¨¦ puedo hacer por ti?", sol¨ªa preguntar a quien se dirig¨ªa a ella. La costumbre de tratar con gente m¨¢s joven y de querer sentirse ¨²til hab¨ªa convertido la frase en una coletilla. "?Qu¨¦ puedo hacer por ti?". Lo repiti¨® hasta bien entrado el nuevo siglo, cuando la sombra del alzh¨¦imer empez¨® a rondarla. Lo preguntaba y, si estaba en su mano, lo hac¨ªa.
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